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informe especial

Mitos y verdades de los daños en la piel por efecto del sol

El verano renueva los peligros de contraer enfermedades ligadas a la falta de cuidados. Las recomendaciones de una dermatóloga. El alto costo de los productos que ofrecen protección. Una legislación demorada. Y la pandemia como otra señal adversa.

Por Leandro Grecco, redacción La Brújula 24
[email protected]

Los bahienses, en líneas generales, tienen una debilidad por el sol. Quizás la cercanía con el mar y los puntos turísticos que se encuentran a una hora de distancia o simplemente el clima cálido de los veranos sean parte de la explicación por la cual la llegada del verano se transforma en casi una imperiosa obligación de lucir la piel tostada.

Claro está que desde el punto de vista estético, según los estereotipos establecidos vaya a saber por quién, dejar atrás la palidez de los meses más fríos del año para darle paso a un bronceado casi caribeño se convierte virtualmente en un desafío que año a año todos, en especial las mujeres, se plantean a partir de los primeros días de temperaturas agradables.

No obstante, esta moda que trasciende el paso del tiempo puede convertirse en peligrosa. Porque si bien el astro rey brilla naturalmente, su exposición en horarios no recomendados y la no utilización de protectores que bloqueen los efectos nocivos de la radiación UV, pueden redundar en afecciones cutáneas en el mediano y largo plazo, en algunos casos hasta irreversibles.

LA BRÚJULA 24 elaboró un informe especial relacionado con esta temática. Una médica dermatóloga de la ciudad ahondó en la necesidad de generar conciencia frente a los riesgos que implican las quemaduras corporales. Además, este diario digital recorrió diferentes farmacias y perfumerías para relevar los precios de los productos sugeridos para mitigar el impacto del sol. Y a modo de “perlita”: la necesidad imperiosa de que los protectores solares dejen de ser considerados cosméticos y tengan cobertura médica.

Quemaduras: “la trampa” de los días nublados

Susana Wagner (MP 2753) es doctora, especialista en Dermatología Clínica y Estética y aportó sus amplios conocimientos en la materia, durante una amena entrevista con este medio, desarrollando no solo el tema que suele atraer la atención cada verano en materia de consultas, sino también el comportamiento de sus pacientes durante los meses más rígidos de cuarentena, producto de la pandemia de coronavirus.

“Al momento de exponernos al sol debemos utilizar barreras físicas y químicas. Usar ropa clara, mejor aún si es de tela con filtro de radiación ultravioleta, sombreros idealmente con alas anchas, que protejan no solo la cabeza sino también las orejas, anteojos grandes para sol con filtro, sombrillas, entre otros elementos. Nunca deben faltar las pantallas solares, considerando la importancia de su renovación adecuada, incluso en días nublados”, recalcó Wagner, en algo que si bien para muchos puede parecer una obviedad, nunca está de más reiterarlo.

Y sumó otro ítem de interés: “Es esencial respetar la no exposición entre las 10 y las 16. Fuera de estos horarios, debe utilizarse una adecuada protección. Debemos tener en cuenta que la nieve, el agua y la arena reflejan los rayos solares, pudiendo causar quemaduras en la piel. Aún en días nublados y bajo la sombra, la radiación nos afecta”.

“Es importante renovar la pantalla. Si la colocamos en nuestro cuerpo a las 9, al llegar al mediodía, estamos expuestos nuevamente”.

“Resulta de fundamental importancia la protección solar en los niños. Las quemaduras a edades tempranas son un aspecto de riesgo para el desarrollo de cáncer de piel, en especial melanoma”, sostuvo, al tiempo que agregó: “La melamina de la piel protege al cuerpo de la radiación solar, por ello comienzan a aparecer “manchitas” o aumento en la cantidad de nevos, que son lesiones cutáneas no cancerígenas.

Consultada respecto a una de las patologías que suelen asociarse inmediatamente con la exagerada exposición al sol, reconoció que “es lamentable detectar cáncer de piel. Muchas veces nos consultan por ciertas lesiones y se detectan de manera “accidental”, al examinar la piel por otras causas. Toda herida que no cura debe ser evaluada a la brevedad, a fin de realizar un estudio de la situación y poder diagnosticar e intervenir de manera rápida y efectiva”.

Susana Wagner (M.P.: 2753)

“Es común escuchar la frase ‘ahora me aparece esto, hace mucho que no tomo sol’. Frente a ello, debemos tener en claro que los daños en el ADN de las células por la radiación son acumulativos y, a ciertas edades, se comienzan a notar los perjuicios de años anteriores”, enfatizó la profesional, poniendo especial atención en la premisa de los chequeos periódicos con facultativos idóneos.

Incluso, lo ejemplificó con una situación cotidiana en su consultorio: “Cuando interrogamos a los pacientes acerca de la exposición nos dicen ‘no tomo sol’. Luego, los seguimos escuchando cómo nos relatan respecto de las largas caminatas, corte de césped o tareas cotidianas al aire libre y sin ninguna protección. Es allí cuando se explica la razón de las diferentes lesiones que puedan aparecer”.

Qué protector solar adquirir

Wagner también se adentró en uno de los principales dilemas que se deben superar antes de iniciar un período de vacaciones, o simplemente en la previa de un día de playa o pileta: la elección de un protector solar acorde a las posibilidades económicas y a la composición familiar.

“Es muy importante buscar en las pantallas solares una lectura clara de la protección UVB y UVA. Existe en el mercado una amplia variedad con diferencias cosméticas: los de rostro, cuerpo, que pueden ser adaptados según edades y necesidades propias de cada piel”, explicó.

Y sobre su correcto uso, agregó que “debemos aplicarlos entre 15-20 minutos antes de la exposición al sol y tener el recaudo de renovarlo con frecuencia cada tres horas, con menos lapso de tiempo en caso de ingresar al agua o una sudoración intensa; allí debe reponerse lo más próximo posible. Un factor óptimo de protección (FPS) es 30 o más”.

Los valores, por las nubes

Días atrás, LA BRÚJULA 24 realizó una recorrida por un puñado de farmacias y perfumerías de la ciudad, donde se ofrecen los protectores, indispensables para el cuidado personal, y los geles post solares que también cuentan con una amplia cantidad de adeptos, para refrescar la piel, otorgando una sensación de alivio, y evitar que las quemaduras profundicen su impacto negativo.

Según el análisis realizado y, en consonancia con las fuentes consultadas, existe una variada gama de marcas, presentaciones y factores que cuidan en mayor o menor medida la dermis humana. El principal escollo está íntimamente relacionado con los elevados valores a los que se consiguen estos productos en el mercado, una situación que merece una regulación estatal, premisa de la cual nos ocuparemos más adelante.

Tomando como referencia los artículos importados, el costo de un envase de 250 mililitros factor de protección solar 50, asciende a la friolera de dos mil pesos. Y un post solar de esa misma denominación extranjera de 200 ml. se consigue a unos $1900. Por si esto fuera poco, el corto vencimiento de los productos ocasiona un fastidio aún mayor en los consumidores.

“Se estima que algunas marcas han aumentado hasta 100% su valor en el mercado”

Claro que están los de producción nacional, donde los importes son más bajos, pero siempre alejados de la realidad económica de una familia tipo. Entre lo más accesible se puede encontrar una primera marca “made in Argentina” en su presentación de 250 ml factor 30 que se ubica en el orden de los mil pesos. No obstante, si lo que se pretende es proteger la piel de los más pequeños, la cantidad de dinero a desembolsar asciende.

En contrapartida, algunos laboratorios argentinos, a sabiendas de que se trata de un verano especial y atravesado transversalmente por la pandemia, lanzaron promociones que permiten adquirir sus protectores solares con un beneficioso descuento, interactuando con ellos mediante redes sociales o aplicaciones de telefonía celular. Pero para esto, es necesario caminar y recorrer.

Proyectos para que tengan cobertura médica

Cada vez son más los proyectos de ley que exigen que los protectores solares tengan cobertura médica. Porque, a pesar de que los dermatólogos insisten en usarlos para prevenir el cáncer de piel, actualmente se los considera productos cosméticos, no sanitarios.

Por eso, sobre todo siempre en vísperas del verano se vuelve sobre la posibilidad de que reciban algún descuento, en particular cobertura de obras sociales y prepagas incluyéndolos en el plan médico obligatorio. Se trata de una de las herramientas de prevención del cáncer de piel, además de evitarse la exposición al sol en horarios de riesgo, y por ello se señala que es una cuestión sanitaria.

La diputada Marcela Campagnoli presentó el último miércoles un proyecto de ley para que los agentes del sector público de la salud, las obras sociales y las entidades de medicina prepaga incorporen como prestación obligatoria la cobertura de protectores solares con factor de protección 30 o superior, indicado a través de prescripción médica.

Desde el Consejo de Obras y Servicios Sociales Provinciales de la República Argentina interpusieron reparos a estas iniciativas, pues consideran que no es responsabilidad suya responder ante esto.

Martín Baccaro.

El doctor Martín Baccaro, presidente de la entidad, consideró que primero es necesario analizar las indicaciones y la evidencia científica sobre la eficacia de los productos, ya que muchos que están en el mercado no brindan cobertura adecuada. En este sentido dijo que es necesario que haya intervención.

Por otra parte, advirtió sobre las presiones que ejercen las empresas fabricantes para que esto prospere. “La indicación médica es evitar la exposición solar en horarios peligrosos y ese es el principal mecanismo de prevención”, expresó. Y continuó: “En el caso de las personas que se exponen por cuestiones laborales cuando las realizan al aire libre deberían hacerse cargo las empresas o las ART”, porque “tiene que ver con la seguridad”.

Finalmente, desde su punto de vista, si hay quienes deciden exponerse al sol, el protector debería correr por su cuenta. “No estamos de acuerdo en que sean las obras sociales las que cubran los protectores, a la gente que hace alpinismo no le financiamos el arnés”, culminó.

El “combo explosivo” se completa con la pandemia

Por si todo esto fuera poco, quienes hasta marzo del año pasado eran habituales pacientes dermatológicos, abandonaron por razones de público conocimiento su visita a los médicos de dicha especialidad, sin medir la relación riesgo-beneficio que implica abandonar un tratamiento en pleno desarrollo o, tan solo, consultar por lo que en apariencia es una simple mancha o verruga.

“En pandemia, los controles claramente disminuyeron. Si bien en los consultorios se extreman los protocolos, la llegada del paciente hasta el consultorio se ve afectada en lo que se refiere a su seguridad y miedo al contagio en la vida pública”, recalcó Susana Wagner.

“Las manifestaciones en piel de Covid-19 son muchas y simulan otras patologías; siendo el trabajo interdisciplinario el principal pilar”

Y resaltó que “si bien la telemedicina (consultas a través de medios virtuales) ayuda, en nuestra especialidad necesitamos observar mediante instrumentos especiales, por ejemplo los dermatoscopios y tomar contacto con la piel del paciente. Ante esta imposibilidad, encontramos la dificultad de nuestra tarea con riesgo de fallar al momento de realizar un diagnóstico”.

“En los últimos meses, aumentó considerablemente el número de consultas. No solo para controles y chequeos generales, sino también en cuanto a erupciones cutáneas en el rostro por uso de barbijos/ tapabocas”, cerró.

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