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El otro pico de la pandemia: bahienses en emergencia alimentaria

El COVID-19 profundizó la crisis y expuso una realidad la cual se puede detectar cada vez más cerca del centro. El denodado trabajo del área de Políticas Sociales del municipio. Y el invalorable aporte de distintas organizaciones no gubernamentales.

No hay peor ciego, que aquel que no quiere ver. Negar la realidad se transforma en una característica propia de quienes maquillan el contexto con una única intención: llevar agua para su propio molino. Y cuando eso que se pretende ocultar o invisibilizar pone en juego la integración al tejido social de los sectores más desfavorecidos, se transita por caminos casi sin retorno.

Sabido es que la pandemia dejará una huella en la sociedad. Que todos la recordaremos como un punto de inflexión en nuestras vidas, ya sea por pérdidas irreparables como las de un ser querido, proyectos que debieron reconfigurarse, o simplemente por la adaptación a lo que llaman “la nueva normalidad” donde el distanciamiento nos cuida y salva vidas.

En el medio la gente, un término tan abstracto como concreto. Sus vicisitudes y el drama de no poder valerse por sí mismos. De eso trata este informe especial, de la delicada situación social que atraviesan los bahienses que no tienen acceso a las herramientas para satisfacer sus mínimas necesidades.

"La demanda es muy grande"

Vanina González se estableció en el municipio como una funcionaria tan inquieta como proactiva. Desde el área de Políticas Sociales no descansa para acompañar, junto a un amplio equipo de trabajo, a quienes pareciera que están viviendo al día, trabajando para que las familias transiten la realidad de la forma más digna.

“Cuando se dictó el decreto del aislamiento social preventivo obligatorio, se complejizó el panorama porque tenemos empleados que deben cumplir con el confinamiento por cuestiones de salud o el cuidado de niños. Cerramos nuestras delegaciones y se aprendió a trabajar en pandemia. El domingo posterior al decreto formamos la Red de Colaboracion Social porque pocos lo estábamos en la primera línea de batalla y necesitamos trabajar todos juntos, dejando de lado las diferencias políticas para salir adelante, PAMI, CCC, UNS, CGT, Arzobispado, Dirección de Cultos, Coordinador de Delegados (a órdenes de Fabián Tuya), y representantes HCD del bloque Frente de Todos y del oficialismo, Anses, Consejo Local de Niñez y Ministerio de Desarrollo de la Nación y la senadora Ayelén Durán”, manifestó González, rompiendo el hielo, en una charla telefónica con un periodista de La Brújula 24.

Y recordó, con números, el grado camaleónico para reinventar la función de todos y cada uno de los que se desempeñan bajo su órbita: “Empezamos a modificar nuestro trabajo a medida que iba a avanzando el problema. Pasamos de 7 mil 300 bolsones mensuales a entregar hasta el 31 de julio más de 75 mil. La demanda es muchísima, colaboramos con alimentos secos para la elaboración de más de 60 mil viandas calientes que preparan los comedores de nuestra ciudad, quienes hacen un trabajo desinteresado que merece destacarlo. Además estamos comprando carne picada todas las semanas. En el medio se votó la Emergencia Alimentaria que destina recursos del municipio a esta demanda de Políticas Sociales. Adquirimos kits de limpieza que era algo que no se estaba entregando, ni estaba presupuestado, unos 10 mil bolsones que tienen un producto de cada artículo”.

“La prioridad del municipio en esta pandemia es Salud y Políticas Sociales"

Desde Nación tuvimos un acompañamiento de dos partidas de 8 millones de pesos en abril y en mayo para la compra de alimentos. Los primeros meses la pasamos mal porque habitualmente recibíamos desde Provincia entre 15 mil y 18 mil kilos de alimentos para las organizaciones y 8 mil kilos de leche en polvo mensuales. El primer pedido lo recibimos en marzo y solo 5 mil kilos por mes. Con respecto a los alimentos secos nos enviaron 9 mil kilos para todo el semestre. Entiendo que en Gobernación están abocados al Conurbano, que la demanda es enorme y es lógico. Pero Bahía Blanca y Mar del Plata son ciudades grandes y siempre han sido tenidas en cuenta como las ciudades del AMBA. En julio recibimos 10 mil kilos de alimentos para todo el segundo semestre”, explicó González, con relación a los malabares que realizan para exprimir al máximo la materia prima.

Con relación a la política que desarrollan frente a la administración de recursos, la Secretaria de Políticas Sociales aclaró que “no estamos esperando a que nos manden, lo que tenemos lo destinamos a abastecer la necesidad. Lo que nos aliviaría como municipio que el acompañamiento sea de otra forma. Probablemente nos envíen una partida de dinero para reforzar algún aspecto en particular, dinero que fue gestionado por nuestro Intendente. El bolsón es solo un complemento a todas las ayudas que se reciben de Nación y municipio, por ejemplo con las tarjetas celeste y dorada que se siguen cargando normalmente, pese al aumento de beneficiarios”.

“Hay grupos puntuales que en su momento solicitaron un acompañamiento con bolsones y hoy admitieron que ya no lo necesitan. Lo que hicimos es un detalle de a quiénes se estaba llegando, seguimos trabajando en medidas que podemos implementar para mejorar esto. Lo que hay que destacar es que el equipo de Políticas Sociales llegó a todas las familias que necesitaban bolsones. En algunos casos seguimos entregando casa por casa para evitar que se produzcan conglomerados de personas. Empleados, voluntarios y delegados nos pusieron todo a disposición para llegar a quién nos necesita. De a poco, todos estamos volviendo a trabajar en cuestiones propias de cada sector además de la pandemia”, cerró González.

El encomiable aporte de la CCC

César García es el referente de la Corriente Clasista Combativa. En silencio y lejos de la discordia que muchos pueden suponer que forma parte del ADN de esta clase de espacios, muchas veces radicalizados, aporta mucho más que un granito de arena para disimular aquello que muchos no quieren ver, quizás por vergüenza, tal vez por egoísmo, pobreza que existe y que tiene a la dignidad como bandera.

“Desde la CCC en Bahía Blanca, cuando comenzó la pandemia trazamos una línea que creo que es muy justa porque diferenciamos a quienes iban a tener enfrentar en inferioridad de condiciones la pandemia de aquellos que no. Eso nos permitió articular con todos los sectores para enfrentar el coronavirus, remangarse, no ponernos de fiscales, sino crear un Comité de Crisis del que participan oficialismo y oposición, sectores gremiales, religiosos y organizaciones sociales”, sostuvo García, en el inicio de su charla con la redacción.

Y le dio un marco a la reconfiguración de diferentes espacios que componen la agrupación, a sabiendas de que en el reinventarse radica el secreto para mantenerse de pie: “Todos los talleres que antes de la pandemia funcionaban para brindar capacitación para determinado oficio, hoy hacen su aporte en la confección de tapabocas, elaboración de jabón líquido para que los habitantes de los distintos barrios puedan cumplir con aquello que se difundía como recomendación, vinculado con la higiene personal para evitar que se propague la enfermedad. Llegar a esas personas que apenas tienen para comer era parte del desafío”.

“Pudimos crear un mecanismo para poder repartir los productos en toda la ciudad. Hoy podemos decir que se distribuyeron 58 mil litros de jabón líquido, algo que es de suma importancia. Una empresa del Polo nos donó lavandina concentrada y también se hizo llegar a la gente alrededor de 92 mil litros. Por este contexto inédito, muchos bahienses se encontraban y aún permanecen encerrados en sus casas, por ende, en la informalidad”, recalcó, frente a la cruda existencia que no hace más que poner sobre la mesa una deuda histórica con los más postergados.

Se multiplicó el trabajo de las ONGs, pero también creció de forma exponencial la solidaridad

El dirigente de la agrupación política y sindical de nivel nacional y con fuerte representatividad en la ciudad, aclaró que “tenemos 44 comedores en Bahía Blanca. La mayoría comenzaron como merenderos y hoy fortalecieron su función. Son mujeres que se pusieron a la cabeza, cuidándose y cuidando a los vecinos. Por citar algunos ejemplos, en Costa Blanca son más de 500 personas las que reciben la vianda, en Portal del Este casi 600 y un número similar en Villa Rosario. Grupos de estudiantes secundarios y universitarios se sumaron a jornadas como las del Día del Niño que se realizó el fin de semana pasado”.

“También contamos con brigadas que pintan las escuelas. Esto es importante porque se rompe un mito en relación a lo que es la pelea central que apunta a dar respuestas en cuanto al trabajo genuino”, destacó en otro tramo de la nota, al tiempo que añadió: “Entendemos que la salida de este momento tiene que apuntar hacia el trabajo, cuidarse, levantar las medidas que entendemos que fueron justas porque se protegieron vidas, en particular de los más humildes que más sufren. Debe haber una decisión política en tal sentido para reactivar el mercado interno, Pymes, Cooperativas de Trabajo y producción nacional”.

“Con idas y vueltas, hemos planteado algunas críticas en la mesa del Comité de Crisis. Por ejemplo, articular con sectores agropecuarios de pequeños productores de la Federación Nacional Campesina de Villarino, para realizar una gran feria en la que el municipio pueda comprar verduras para que lleguen a los comedores populares, algo que replicamos con donaciones en el momento más crítico de la pandemia. Es una propuesta importante para abaratar los valores que permitan un consumo sustentable”, finalizó García.

"Es triste ver largas filas para pedir en el merendero"

Pamela Abarca tiene a su cargo desde hace varios años el merendero Los Principitos, ubicado en el barrio Cabré Moré, al que asisten periódicamente decenas de niños para recibir una ayuda alimentaria, quizás el único plato de comida, que permita paliar el presente hostil que golpea sin piedad y con una pandemia que profundizó las desigualdades. Una radiografía del escenario atravesado desde el altruismo y la caridad.

“El momento más crítico estuvo íntimamente relacionado con el tramo más restrictivo de la cuarentena y logramos subsistir gracias a las donaciones que fuimos recibiendo. Estoy muy agradecida con la gente en general. Fue difícil, particularmente, con aquellas familias que dejaron de tener un sustento producto del empleo, esas personas no están acostumbradas a solicitar una ayuda y no fue nada sencillo llegar a esa porción de la población”, sostuvo Abarca, en el inicio del diálogo con este diario digital.

Y trazó una clara descripción de la tarea de campo que se lleva adelante para ser ecuánime y abarcativa en el plano de la ayuda social: “El trabajo territorial para detectar a quienes están viviendo necesidades fue complejo, muchas amas de casa no solían estar bajo nuestro radar, sin embargo también fueron alcanzadas por la asistencia que uno les puede brindar. Entre lo que se pudo conseguir en el barrio, junto a lo que suministra desde el municipio que nunca alcanza, teniendo en cuenta que existen situaciones que van recrudeciendo”.

Los merenderos y comedores tienen que existir porque somos el sustento de muchas familias, haciendo un trabajo con empatía

“Asumimos un compromiso con los más necesitados, siendo fundamentales para chicos y abuelos. Desde la comuna se necesitaría un respaldo aún mayor, no solo desde el aporte de mercadería, sino con la contención psicológica y que sepa a cuántas personas estamos ayudando”, respondió enfáticamente con respecto a si este tipo de ONGs son un termómetro de la realidad y, por ende, que cada vez surjan nuevas describen una reivindicación de la labor por fuera de la política”.

Y fue aún más allá: “En definitiva, nuestro aporte apunta a llegar a aquellos sectores a los que las autoridades no llegan. Traemos alivio a gran cantidad de vecinos, pero en especial, con nuestra labor también disimulamos la falta de presencia de quienes tienen la obligación de asistir a los sectores más vulnerables”.

“No hay palabras para describir la sensación que uno experimenta cuando una mamá te confiesa que no tiene nada para darle de comer a sus hijos. Uno se queda inmóvil, no sabés de dónde sacar algún alimento porque puede ocurrir que uno no tenga nada para darle. En definitiva, uno es el que toma la iniciativa de salir a pedir para resolver el problema de esa familia. Es terrible”, destacó Abarca, a quien aún se le llenan los ojos de lágrimas, pese a estar ‘curtida’ después de tantos años en la función.

Siempre será insuficiente cuando el rostro de los chicos, sin decir una palabra, terminan hablando sobre la desazón de tener hambre: “Una cosa es tratar de explicarlo con palabras y otra es vivirlo, verlo. Cuando tenemos mercadería uno permanece tranquilo, por eso yo realizo las entregas todos los sábados, para que después durante la semana uno cuente con el registro de a quiénes tiene que reforzarle la ayuda y a quienes no. En mi caso, preparo meriendas y cuando viene un sindicato nos plegamos para ofrecer también almuerzos y cenas. Se forman filas de gente de una cuadra y media. Eso es muy triste. Tenemos el caso de una familia que sabemos que su único plato diario es la merienda que van recolectando, ya sea acá o en otras ONGs que colaboramos con este tema. Tratan de ingerir ese alimento tipo 18 o 19 para luego irse a dormir porque no les alcanza. Y guardan un poco para desayunar al día siguiente. Así viven, el día a día”.

Cuestionamientos a la gestión de la comuna

Con una óptica algo más crítica respecto de la tarea de las autoridades políticas de la ciudad, desde el Colectivo Autoconvocados de Trabajadores Sociales Bahía Blanca, establecieron un análisis en el que las falencias del sistema quedaron al desnudo, interpelando las necesidades de corregir ciertos rumbos para ser más efectivos en la labor.

“El impacto más grande ha sido, por un lado tener que desagregar los grupos de trabajo en cada institución, lo que dificulta el compartir debates y construir conjuntamente las respuestas a las demandas. Y por otro lado la imposibilidad de contar con respuestas rápidas, efectivas y sostenidas en el tiempo a las demandas de necesidades esenciales por parte de las políticas sociales que se implementan en la ciudad. Esto implica un doble esfuerzo por parte de cada profesional o grupos, en tanto que se recibe una demanda y muchas veces se inicia un camino de intervención signado de incertidumbres: ¿con qué contamos? ¿Dónde llamamos? ¿Y ahora que respondemos?”, afirmaron frente a la primera pregunta que formuló La Brújula 24.

No obstante, Natalia Videla, vocera del organismo, disparó que “aunque esto no difiere tanto de la época pre-pandemia hoy queda más visibilizado porque las instituciones – las delegaciones municipales - desaparecieron físicamente. Las personas no saben dónde ir y muchas veces no pueden llamar por teléfono y mucho menos enviar un e-mail”.

Reclamamos políticas sociales que no atenten contra la dignidad de las personas que necesitan y que estén a la altura de su realidad

“Una persona con diabetes o con celiaquía no puede alimentarse con el bolsón de mercaderías que se entrega actualmente. Políticas sociales diseñadas y evaluadas en proceso por especialistas en la materia y que se basen en diagnósticos socio-sanitarios poblacionales”, aseveraron los trabajadores sociales que componen el colectivo y fueron consultados para exponer su experiencia en el trabajo de campo.

Y dispararon una suerte de denuncia, la cual sustentan con testimonios de aquellos a los que nunca les toca la ayuda: “Cada seis meses entregamos informes sobre la realidad socio-familiar de las personas que acompañamos. Esos datos sistematizados deben ser el sustento de las políticas implementadas. Hay familias que reciben alimentos de instituciones/organizaciones semanalmente y familias que no reciben un bolsón en más de 20 días”.

“En este momento, las organizaciones no gubernamentales y las que están en el territorio han cobrado mucho protagonismo. Ante las demandas que nos llegan y los silencios que encontramos en el Municipio, apelamos a esas instituciones que suelen resolver las cuestiones asistenciales en lo inmediato. Es un trabajo en red que se construye en lo cotidiano y que hay que visibilizar porque son quienes están poniendo el cuerpo en el barrio, acompañando a las familias. Cientos de campañas solidarias se han hecho en estos meses de aislamiento, lo cual refleja la solidaridad. Sin embargo, eso no debe suplantar la responsabilidad que tiene el Estado para con los y las ciudadanos”, subrayó García, con respecto a cada una de las acciones planificadas y ejecutadas.

Cómo se llega a todos los sectores, suele ser uno de los interrogantes de quienes suelen ver desde afuera la labor de aquellos que se comprometen con la controvertida realidad: “Las respuestas se construyen en función de cada situación particular, desde la singularidad de cada persona y/o familia y dependiendo de donde esté situado geográficamente (en qué barrio viva). Se trabaja con los efectores barriales y con las otras instituciones en donde las personas tienen recorridos, y les son más cercanas a su lugar de residencia (ej: las Unidades Sanitarias, Las Delegaciones Municipales, las Escuelas, CiC, CPA, Equipos de Protección de la Niñez, Sociedades de Fomento, etc., son los lugares donde la gente ya cuenta con referentes comunitarios)”.

“En este tiempo de pandemia se trabajó fuertemente con organizaciones, ONG’s, Grupos de Voluntariados, sociedad civil proveniente de diferentes espacios, dado que las respuestas Municipales no han sido suficientes, no lograron recrearse frente a la situación inédita que se está viviendo, reproducir lo mismo implica no tener capacidad de construir respuestas nuevas a la ciudadanía, lo dado no alcanza”, añadieron.

Y cerraron destacando: “La política social municipal debe redefinirse con la complejidad que la situación socio-sanitaria revela, y trabajar con mirada de diagnóstico de situación analizando y comprendiendo la singularidad territorial. Y por último le hacemos llegar nuestro agradecimiento a la Cooperadora del HIG. Dr. José Penna, la de nuestro hospital, que nos acompaña siempre con gestos de empatía sobre todo para con la población atendida, que viene viviendo tiempos de angustia e incertidumbre acrecentados por las situaciones de vida, por la cotidianeidad y por la falta de respuestas acordes frente a la urgencia”.

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