imperdible
Así extorsionaba la banda de la 5ta.
Todos los secretos de la maniobra policial para armar una causa e intentar venderla. La droga y la prostitución como telón de fondo. Y cómo los desbarataron.
Operativo extorsión
El jueves a la tarde en su casa de Patagonia, un profesional de la odontología estaba con su novia y una amiga. Hacía varias horas que la venían pasando muy bien en la intimidad. En un momento, y a pedido de uno de los integrantes del trío, llegan a la casa otras tres mujeres. Eran dealers que acercaban el encargo.
En la transacción por la cocaína, agreden a las compradoras. A la pareja del profesional, de 19 años, le dan dos puñaladas: en la mano y en el glúteo. A la otra dama, un puñetazo. La fiesta terminó mal…
Tras el violento episodio, una ambulancia traslada a la joven que había recibido los puntazos a la clínica de Osecac. Allí es atendida, curada y esa misma noche dada de alta ya que la profundidad de los cortes no ameritaban prolongar su internación.
Mientras el profesional aguardaba en la sala de espera a su joven novia, recibe la visita de dos policías que le dicen que a la mañana siguiente iba a tener que ir a declarar a la comisaría 5ta.
Efectivamente, en la mañana del viernes el hombre se presenta en la seccional de calle Don Bosco y presta testimonio durante casi dos horas. Ante el fiscal Del Cero recordó que mientras le tomaban esa declaración “aparece un policía que se presentó como el Comisario. Es una persona de ojos claros, robusto, cabello entre rubio y pelirrojo, corto. Llevaba tapaboca. Este hombre empezó a agredirme, hablaba de mala manera, golpeaba el escritorio con el puño y decía que no creía lo que estaba diciendo, que había algo raro, que no le gustaba. Este hombre se iba y venía. Me preguntó si yo no sabía que comprar drogas es un delito y me decía que me iba a armar una causa por esto”.
Luego de unos minutos de tensión, el primer policía le dice que lo va a ayudar y lanza una pregunta inquietante: ¿Vos cuanto crees que sale esto? Se refería a cuánta plata valdría no armarle una causa judicial que, además de traerle complicaciones penales, le arruinaría su reputación por la trascendencia pública. “Y no sé cuanto sale”, respondió la víctima. A partir de ahí comenzó un “tire y afloje” por el monto a pagar. “¿Mil dólares?”. El policía negociador se retiraba continuamente a consultar –se presume con el jefe Pérez– y volvía con la respuesta: “Es muy poco”. Y así un par de veces, recreando la vieja y clásica estrategia del “policía bueno y el policía malo”.
Finalmente cierran el trato: serían dos mil dólares. Quedan en que a la tarde se entregaría el dinero para que no haya causa penal.
En el transcurso del día, desesperado, el odontólogo llama a un juez penal que conoce de la juventud para contarle la situación. Allí, el magistrado lo pone en contacto con el fiscal Mauricio del Cero y se organiza el operativo.
Como ya era entrada la tarde, el fiscal le solicitó más tiempo a la víctima para montar el procedimiento con la Policía Federal. Le pidió que le mandara un mensaje a quienes lo extorsionaban. Ganó una hora. Todo era contrarreloj.
Una vez fotografiados y enumerados los dólares del odontólogo, se dispusieron vehículos no identificables con cinco grupos de federales de civil. Y, a varias cuadras, se apostaron patrulleros.
El encuentro, a pedido de los extorsionadores, sería en Zelarrayán y Perú. Lejos de las cámaras públicas de seguridad.
A las 21 del viernes, el odontólogo estacionó su camioneta. Llevaba los dólares en un sobre de papel madera con estampillas. La entrega estaba controlada y monitoreada.
A los pocos minutos, el oficial Daniel Dupré sube a la camioneta de su víctima para recibir el pago y le comenta que “era para el comisario”. En ese instante un grupo de la Federal lo sorprende a los gritos y apuntándole a la cabeza. Dupré tira el sobre entre los asientos del vehículo del profesional, desciende y se arroja al piso. El extorsionado, en un primer momento, también fue obligado a ponerse contra el suelo porque los federales no lo conocían.
En paralelo, en el auto de Dupré (un Volkswagen Polo) que estaba estacionado a media cuadra, esperaba un policía cómplice que se dio a la fuga a pie cuando vio la cinematográfica escena. No pudo ser detenido.
Dupré había dejado su arma reglamentaria y su teléfono celular en su auto. Es decir no los llevó cuando fue a buscar el dinero hasta la camioneta del profesional. Esta situación le jugó en contra porque los otros dos efectivos corruptos que estaban de apoyo, instantes antes habían intentado avisarle que “abortara” la operación ya que habían descubierto que estaban cayendo en una trampa.
El destino quiso que Dupré no tuviera el arma cuando fue a recibir el pago. Todo podría haber terminado de la peor manera si con su 9 milímetros hubiese enfrentado a sus colegas de la PFA o, peor aún, haber tomado de rehén a la víctima.
Los cómplices Cristian García y Matías Guerra fueron detenidos a 70 metros del lugar, arriba de un Toyota Ethios. Estos efectivos estaban de campana y minutos antes habían advertido un “auto sospechoso” y se estacionaron detrás con las luces encendidas. El olfato policial era el correcto y por eso quisieron avisarle a Dupré. En ese auto había efectivos de la Federal que debieron retirarse para no levantar sospechas y frustrar el operativo.
En paralelo a la detención de Dupré, otros patrulleros de la Federal –uno con el fiscal Mauricio Del Cero a bordo– cercaron el Toyota de García y Guerra. Ahí se vivió el momento más tenso del procedimiento. Mientras unos siete federales apuntaban al vehículo, los bonaerenses García y Guerra no decían nada. Se temió un tiroteo. Pero estaban rodeados y se rindieron. Bajaron con las manos en cabeza y uno de ellos exclamó ¡¡Tranquilos muchachos, no pasa nada. Ya está, ya perdimos!!
Operando en otra jurisdicción
En la interna de La Bonaerense, lo que más ruido hizo fue la incursión de la banda de la 5ta. en otras jurisdicciones. Porque el hecho originario –la casa del odontólogo– pertenece al destacamento Patagonia y la concreción de la extorsión se hizo en terreno de la comisaría Segunda: tanto la visita de los efectivos a la clínica de Osecac (9 de julio al 400) como la entrega de dinero en Zelarrayán y Perú.
Una probable explicación a la correría de los efectivos de la seccional 5ta. en otros territorios obedece a que las dealers que fueron hasta el domicilio del Patagonia a entregar la droga estarían afincadas en el Barrio Noroeste, donde contarían con la cobertura de la comisaría de calle Don Bosco.
Así las cosas, la principal hipótesis es que se trató de una maniobra orquestada. A sabiendas de que entregarían cocaína en la casa del “cheto”, mandaron a provocar el hecho –la pelea y los puntazos– que luego serviría para generar una actuación policial que formaría parte de la extorsión.
“Le vendieron la causa. No elevar el expediente a la Justicia le salió 2 mil dólares. Un expediente que –podría comprometerlo o no judicialmente al profesional– pero el sólo hecho de que tuviera trascendencia pública arruinaría la carrera del odontólogo. Además manejaban otra info, por ejemplo que el hombre ya había estado en el Noroeste buscando chicas”, resumió una alta fuente del caso.
Rubio
Como ya se señaló, la víctima describió al comisario de la seccional como una persona de “ojos claros, cabello entre rubio y pelirrojo corto”. También, a los federales, les dijo que “era alto”.
El subcomisario Nicolás Pérez, titular hasta este fin de semana de la 5ta., es rubio y reúne esas mismas características. No es tan alto pero claro, todo depende de la perspectiva: el denunciante es de baja estatura. “Él lo vio alto, después dijo 1,80 aproximadamente”, se sinceró una fuente judicial.
Pérez debió entregar su teléfono ante los oficiales de la Federal que le allanaron la comisaría. Allí puede estar la clave para determinar si estaba al tanto de la operación que hacía la banda a su cargo. En la fiscalía de Del Cero no tienen dudas, pero buscan evidencia para probarlo.
De la dependencia también se llevaron documentación. Se tratará de investigar si hay otras “causas” no elevadas a la Justicia y que hayan servido para otras extorsiones. Los expedientes cajoneados en comisarías es un viejo método de recaudación o de “intercambios de favores” de la Policía. Muchas veces las presas favoritas son aquellas que tienen algo para esconder y que no, necesariamente, sea un delito.
Uno de los últimos casos que se conocieron en Bahía involucró a un exfuncionario público, que logró que una denuncia en su contra durmiera durante dos años en un cajón de una comisaría. Todo se conoció cuando la víctima fue a preguntar sobre la suerte de su denuncia a la fiscalía. El expediente no existía porque había quedado “traspapelado en la taquería”.
Preservar la identidad
Desde que se conoció el episodio, muchísima gente preguntó de quien se trataba el profesional involucrado. Este medio decidió preservar su identidad por varias razones. En primer lugar porque los efectivos involucrados no sólo amenazaban y asustaban con armarle una causa, sino que además le recordaban que eso conllevaría un escándalo mediático con “consecuencias sociales inlevantables”. De esta manera, si trascendiera el nombre de la víctima se cristalizaría una de las amenazas de los policías.
Arriesgó su pellejo denunciando a una banda de funcionarios corruptos, justamente, para evitar una acusación fabricada y un alboroto público que lo perjudique.
Si la Justicia en algún momento llegara a imputarle algún delito por aquel episodio generado en su casa, donde una joven fue lastimada, ya no podrá su nombre mantenerse en el anonimato.
Más controles de tránsito
Ya abrió casi todo y era necesario que los inspectores de tránsito del municipio volvieran a recorrer las calles, que están muy cerca de tener la misma cantidad de vehículos en circulación que antes de la cuarentena.
El que haya recorrido el centro habrá notado los autos de la ex Guardia Urbana a los “sirenazos” arreando a los “doble fila”. Es que algunos conductores ya se estaban pasando de la raya, siempre en nombre de la pandemia, como es moda ahora.
Se calcula que un 50% de los trabajadores de esa área todavía no puede controlar la ciudad, ya sea por tener más de 60 años, ser grupo de riesgo, o tener hijos a cargo. Otra situación que impedía el normal trabajo de los inspectores era que la comuna había cedido sus vehículos a la Policía, como ya había adelantado esta sección.
“Era lo lógico, cuando inició todo esto. Ellos necesitaban el recurso y colaboramos encantados. Ahora, salvo los que están en los retenes de las rutas, volvieron a nuestra posesión”, explicó un funcionario.
Ametralladoras en Palihue
Una curiosa situación se vivió a mitad de la semana pasada, cuando decenas de vecinos del coqueto barrio Palihue comenzaron a llamar al 911 y al destacamento policial indicando que escuchaban disparos, ni más ni menos, que de ametralladoras.
“El ruido es incesante, y son tiros de metralleta. Se los juro”, comentó un vecino. También abundaron los mensajes de WhatsApp en distintos grupos consultando si todos escuchaban lo mismo. Y así era. Pero no se trató de ningún hecho policial, ni tampoco de un fenómeno de delirio colectivo. El caso tiene una explicación bastante simple: práctica de tiro nocturna en el ex Quinto Cuerpo del Ejército.
“Cada tanto lo hacen, pero pasa que de noche se escucha todo más fuerte. Nosotros estábamos avisados”, comentó una fuente policial a esta sección. Claramente los vecinos no lo estaban, y buen susto se pegaron.
Un nuevo Parque de Mayo
El Parque de Mayo aguarda cambios inminentes. En principio, el municipio intentará reformular las calles internas para reducir un poco la cantidad de vehículos, hacer que se transite a más baja velocidad. Habrá badenes, chicanas, y otros elementos que den más seguridad al tránsito.
Pero además, hay todo un plan de mejora y replanteo del Parque. Entre otras ideas, lo antes posible se llamará a licitación para abrir nuevamente los famosos carritos. Esto, por supuesto, está supeditado a la “nueva normalidad”.
Otro punto interesante engloba al sector de la laguna y de la isla. La idea es generar un espacio cultural público para los artistas locales.
En el sector del skate park y de la pista de bicicross se harán también varios cambios para generar un entorno más familiar. Ahí se organizarán ferias. Probablemente también se instalará una cancha de césped sintético para que puedan entrenar las jugadoras de fútbol femenino.
También se creará un parque en cercanías a las escuelas primarias y secundarias que allí funcionan que se llamará Daiana Herlein. Estará en el lugar en el que se produjo la muerte de la adolescente. Habrá un memorial allí instalado para que nunca se olvide la desidia estatal y los funcionarios corruptos.
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