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Ganó el miedo a perder

River y Boca empataron 0-0

River y Boca empataron sin goles en un Monumental repleto. El equipo de Gallardo buscó más pero no encontró nada. El de Alfaro, aguantó y sólo asustó con un tiro libre de Tevez. En un mes, se cruzan por la Libertadores.

De Copa aunque sea de Superliga. Un empate feo a la hora de disfrutar el buen juego, pero una igualdad que muestra qué puede pasar en la Libertadores. Con un River decidido a ser protagonista, a imponer el ritmo, su verticalidad con precisión y un Boca que llegó al Monumental con la idea de hacer un negocio, y lo hizo.

Porque en definitiva, negocios son negocios. Y el pragmatismo se lleva bárbaro con eso. O acaso cómo se explica si no, cómo salió a jugar el partido Boca en el Monumental. Porque River salió a intentar ponerle su sello al superclásico pero se encontró con esa doble línea de 4, cerrada, que cortó con foul apenas había un desequilibrio. Feo pero útil. Acomodado un poco a la realidad de sus lesiones, pero llevando al máximo la idea de trabajar para que no juegue River resignando su propio juego.

Hace ruido que Alfaro le juegue a River como le jugó en su momento con Huracán. Pero está claro que el entrenador asumió la inferioridad de su equipo y se armó entonces como tal, soñando con que algunos de esos pelotazos largos a Hurtado provocara un foul, algo. Media hora en la que River gastó energía intentando y chocando contra mil piernas de Boca y las manos de un arquero siempre tan bien ubicado como Andrada.

Recién cuando Alfaro liberó a Mac Allister, el equipo se animó a pasar la mitad de cancha. Y así tuvo tres tiros libres desde los costados generados por Hurtado, entusiasta y de esos que no te dejan respirar pero también irresponsable porque le dio un planchazo a Díaz que sólo Rapallini no lo vio como roja.

Ninguno abandonó sus banderas. River salió como una tromba. Nacho Fernández y Palacios moviéndose sin piedad para un mediocampo de Boca que sumaba amarillas (Marcone y Capaldo) y Boca jugando con fuego porque De la Cruz abría mil huecos, las proyecciones de Casco le dolían pero ni Borré ni Pratto ni ninguno podía encontrar mal parado a Andrada, la figura de la cancha.

El ingreso de Reynoso por De Rossi fue la primera señal de que Alfaro iba a intentar, al menos, llevar el partido unos metros más cerca de Armani. Al toque, apareció Gallardo mandando la suya: Matías Suárez que con velocidad y concepto de juego, le dio una asistencia fantasista a Borré que, una vez más, Andrada controló. 

Ya con Tevez en cancha, con las piernas cansadas de Palacios -debió salir- y el apuro, River siguió dejando la sensación de dominador pero lejos de lastimar a un Boca opaco, sin ganas de tener la pelota y enamorado del 0 a 0 desde antes de llegar al Monumental.

Boca anticipó la Libertadores. Sin abrirse sabiendo que River no lo iba a perdonar. Tragándose el grito de “equipo chico” que bramó en el Monumental con tal de hacer su negocio. Gallardo mantuvo siempre la bandera que tantos resultados le dio pero que esta vez no pudo llegar con tanta claridad. Empate copero por donde se lo mire a la espera de las semifinales de la Liberadores…

Fuente: Olé.

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