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informe especial

Cómo llegaron los juguetes hechos por internos del Penal N° 4 a “Peluqueras en Acción”

La referente de la organización, Stella Dinoto, había dictado talleres de peluquería y elaboración de pelucas solidarias en 2018. Y días atrás recibió la gratificación: un cargamento de juegos.

Cecilia Corradetti – Para La Brújula 24 – [email protected]

Quien se brinda de manera desinteresada, sin esperar nada a cambio, finalmente es recompensado de algún modo y en el momento menos esperado. Con gestos, por ejemplo.

Fue justamente lo que le sucedió a Stella Dinoto, una referente social importante de la ciudad, fundadora de “Peluqueras en acción”, organización que fabrica pelucas para personas que se encuentran en tratamientos por cáncer.

Solidaria, con empuje y decisión, muchos definen a Stella como una verdadera “topadora”, que logró formar un gran equipo de gente comprometida y dispuesta a dar una mano.

Pero ahora, las vueltas de la vida hicieron que el bien, algo que ella está habituada a practicar, se diera a la inversa: fue ella quien días atrás recibió un llamado telefónico de la Unidad Penitenciaria N°4 de Villa Floresta, para notificarla que era la destinataria una gran cantidad de juegos y juguetes artesanales fabricados por algunos de los internos pertenecientes al módulo 3.

Estos internos fabrican estos elementos todos los años y deciden donarlos a distintas instituciones. Esta vez, pensaron en “Peluqueras en Acción”.

Para Stella fue una alegría difícil de explicar. Y así, pocas horas después llegó a la sede una gran cantidad de donaciones elaboradas por los propios presos para que destinara donde ella quisiera: había pizarrones, mesitas, sillitas, bancos para niños, juguetes didácticos, camioncitos, cunas, cofres y muchísimo más. Todo elaborado en madera y perfectamente pintado.

Juguetes elaborados por internos del penal a Stella Dinoto, fundadora de Peluqueras en Acción

“En medio de esa increíble sorpresa estuve atando cabos y, claro, todo tiene un por qué. En 2018 se me ocurrió acudir a la cárcel a dar cursos de peluquería y tejido de cabello para armar pelucas. Fueron dos años de una experiencia única, hermosa e inolvidable”, relató, en diálogo con La Brújula 24.

Frente a las escasas voluntarias que había reunido para continuar con este emprendimiento solidario de crear pelucas, Stella había realizado una visita a la cárcel. Pensó en las mujeres privadas de la libertad, pero no tuvo éxito. Decidió entonces dar una charla entre la población masculina. Partió sin demasiadas expectativas.

Sin embargo, pocos días después, la encargada de Cultura del penal se contactó con Stella. Había algunos internos con interés y buena predisposición para iniciar los talleres.

“¡Fue fantástico! Empecé con mucho entusiasmo y así seguimos durante un tiempo entre máquinas de coser, pelucas, cabello natural, agujas, bastidores…”, recuerda. Las clases trascendieron lo estrictamente vinculado con la peluquería. Había un lugar para la complicidad, la charla, los chistes. Lejos de todo prejuicio, también su hija Luján decidió involucrarse.

Juguetes elaborados por internos del penal, gran cantidad de elementos que serán donados

“Luján me propuso acompañarme al año siguiente viviéndolo desde adentro, ayudando. Pese a las recomendaciones de mucha gente, estuve de acuerdo. Nunca olvidaremos todo ese tiempo, los vínculos que formamos y el apoyo que fuimos para mucha gente privada de la libertad”, amplió.

Poco a poco se fueron sumando más voluntarios de “Peluqueras” para dar los talleres en la cárcel.

“Pablo fue otro colaborador que iba conmigo a enseñar barbería. Poco después falleció de manera trágica y yo estuve muy angustiada y dejé de ir un tiempo al Penal. Los propios internos me mandaban mensajes para que regresara y me ayudaron a salir adelante”, recuerda.

Stella y su hija Luján, colaboradora de Peluqueras en Acción

Lo cierto es que la propuesta llegó a oídos de varias autoridades de otras cárceles. Incluso Stella mantuvo reuniones en La Plata, donde pretendían imitar el proyecto. Pero llegó la pandemia todo se detuvo.

“Hasta la pandemia trabajé con los presos por propia voluntad y miento si digo que aluna vez pasé un mal momento. Eso sí, nunca quise enterarme de las causas de los alumnos. Yo iba a enseñar y ellos a aprender”, agrega, para contar que poco después, cuando volvió la normalidad, algunos ex internos la visitaron en la sede.

“Yo sabía desde mucho antes que la población carcelaria hace obras artesanales muy buenas. Una vez me habían obsequiado juguetes para un Papá Noel gigante que teníamos en la ONG. Es admirable la prolijidad con la que trabajan”, dice.

Stella acotó que la gran cantidad de juegos recibidos provienen de pallets que donan las empresas a la cárcel, mientras que los propios familiares acercan tachas, lijas, tornillos, pinceles y otros elementos. Algunas pinturerías donan la materia prima.

Tras mencionar la necesidad de que se conozca esta acción solidaria, Stella sostuvo que si bien existen prejuicios y recelos, siempre resta una parte humana entre los internos.

“Nosotros tratamos de explorar esa faceta y lo conseguimos. Por supuesto, todo es discutible, pero no puedo dejar de sentirme gratificada y feliz con todo esto”, añade, para dejar su teléfono con el fin de que las instituciones dedicadas a niños, se pongan en contacto si necesitan los elementos.

Solidaria desde siempre

Un poco por vocación, otro poco por necesidad, Stella Dinoto se volcó a la peluquería recién cumplidos los 18 años. Ya tenía la misma personalidad de hoy y fue esa misma fuerza la que la llevó a pensar en dictar clases casi sin cobrar, en su pequeño instituto. Podía percibir, entre las muchas mujeres que se le acercaban, la necesidad de aprender un oficio, de lograr una salida laboral.

Así, su trabajo se volvió cada vez más abarcativo. Hoy dicta cursos, teje pelucas, recorre los barrios, habla con la gente. Y hasta se metió en la cárcel para conseguir voluntarios.

En 2009, Stella decidió acudir a la Municipalidad y proponer la idea de dictar cursos gratuitos en los barrios. Pero casi no había recursos y hubo que comenzar de cero.

“Comenzamos dando clases en Maldonado, Villa Bordeu y barrio El Sol. La repercusión fue inmediata. La muni entregaba sus certificados y yo puse en servicio los propios. La pasábamos bien. Cuando las chicas comenzaron a egresar me pedían seguir y fue así como se me ocurrió salir a cortar el pelo a los barrios. El inicio fue en Spurr”, relata.

Juguetes fabricados por internos, en este caso un banco de plaza para donar a instituciones

Era la época de “Policías en Acción” e imitaron aquel nombre. Desde los barrios solicitaban clases y así recorrieron Stella Maris, Villa Miramar, 9 de Noviembre, 5 de Abril, Villa Parodi, El Nacional, Villa Harding Green. “Hacíamos cuatro barrios por día, algo así como 20 por semana. La idea se agrandó y el proyecto se transformó en abarcativo”, repasa.

Así, empezó a encontrarse con muchas mujeres con pañuelos o turbantes. Mujeres con cáncer.

“Las pelucas no tienen como destino únicamente a mujeres con cáncer. Hay distintos trastornos, como alopecia severa o tricoptilomanía, es decir, gente que se arranca el pelo. Yo lo había estudiado, pero hoy lo puedo palpar de cerca”, dijo, en una anterior entrevista periodística.

Cómo contactarse

Teléfono 2915 22-8169 (Stella Dinoto)

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