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El Calafate, una experiencia que hay que vivir al menos una vez en la vida

Las imágenes, las fotos y los videos, nunca alcanzan a reflejar la emoción de estar frente a las imponentes estructuras heladas.

Contemplar una pared de hielo de la altura de un edificio de 20 pisos y con una superficie mayor a la Ciudad de Buenos Aires, es una experiencia que únicamente se puede vivir visitando El Calafate. Esta zona privilegiada de la Argentina y el mundo, ofrece al turista una vivencia que roba el aliento al estar tan cerca de una imponente maravilla.

El Parque Nacional Los Glaciares, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, alberga a la formación helada más popular del lugar, el glaciar Perito Moreno, de muy fácil acceso tras un recorrido de 80 km por ruta. “Cualquier persona, hasta con movilidad reducida, puede llegar hasta las pasarelas para ver el frente del glaciar”, comentó Mariela Florio, Directora de Relaciones Institucionales de la Secretaría de Turismo de El Calafate.

“La gente se queda maravillada. Siempre contamos que ver las imágenes, las fotos y los videos, nunca va a alcanzar los sentimientos de una visita. Para que se den una idea de lo que es la inmensidad de esas paredes, tienen unos 60 a 70 metros (casi el doble de la altura de la torre de la Municipalidad de Bahía). Es emocionante estar frente a semejante bloque de hielo”, agregó Florio en el programa Amo Viajar, que se transmite por La Brújula 24.

El Perito Moreno tiene tres características que lo hacen único: “Es uno de los pocos que está en equilibrio, tiene muy fácil acceso y el fenómeno de las ruptura, que se da una vez que avanza y choca contra la península de Magallanes”, señaló la funcionaria.

“Uno está allí maravillado en silencio. La gente se queda disfrutando de la naturaleza en un entorno único con el bosque andino patagónico alrededor y de repente se empiezan a escuchar esos crujidos de hielo y estás buscando dónde va a caer. También está la oportunidad de caminar sobre el glaciar, que es algo impresionante”, relató Florio.

El Calafate está a 2.115 kilómetros de Bahía Blanca y debe su nombre al arbusto que abunda en la zona y que produce un pequeño fruto. Es una ciudad de 6.500 habitantes con calles que tienen un encanto particular de casas bajas, cálidas y rústicas, en el contexto de un paisaje azul que se confunde con el hielo.

“Es un destino para todos los presupuestos. Hay un abanico muy grande de tarifas y en lo que es alojamiento hay lugares muy asequibles, igual con la gastronomía. La ciudad destaca mucho en lo que son los servicios, hay mucho hincapié en eso. Toda la cadena de valor turística es excelente”, aseguró la funcionaria, quien además invitó a aprovechar la opción del Plan Previaje para visitar el lugar.

Florio destacó que El Calafate se puede visitar todo el año: “Cada estación regala colores diferentes. En el verano y otoño el Parque Nacional tiene unos colores increíbles medio ocres y amarillos que contrastan mucho con el hielo. En invierno nieva y en primavera es un momento hermoso porque se ven las florecitas amarillas del calafate que abunda en esta zona”.

Además de un impactante paisaje, la naturaleza y los habitantes le ofrecen al visitante los productos derivados del arbusto calafate. “Se pueden disfrutar los dulces, licores, helados, todo elaborado con calafate. Es muy rico y también se hace gin, que está muy de moda”, relató Florio.

La ciudad de El Calafate es el punto de partida para todas las excursiones que se pueden hacer en la zona, una de ellas es “la navegación en el Lago Argentino, el más grande del país. Es impresionante la cantidad de témpanos que se ven y diferentes glaciares”, comentó la funcionaria.

Además del Perito Moreno, otro glaciar atrae la atención de los visitantes: el Spegazzini, de menor superficie, pero con paredes que alcanzan los 130 metros de altura (tres veces la altura de la torre de la Municipalidad de Bahía Blanca).

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