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De bailarina clásica a francotiradora, la increíble historia de Abigail Serrano

Es la primera en el país. Desde Puerto Belgrano, la joven detalló en La Brújula 24 las características que unen a las dos disciplinas. “Tienen mucho en común”, argumentó.

Por Juan Tucat, redacción La Brújula 24
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Abigail Serrano es una joven jujeña de 33 años que cuenta con un título digno de admiración: es la primera y única francotiradora de las Fuerzas Armadas.

A pesar de que su carrera comenzó por casualidad, encontró en ese mundo una nueva y verdadera pasión. Su determinación, disciplina y esfuerzo la llevaron a convertirse en una de las mujeres más destacadas en todo el ámbito militar.

En contacto con La Brújula 24, Abigail recordó que antes de ingresar a la Armada soñaba con bailar en el prestigioso Teatro Colón. Sin embargo, sus ganas de conocer el mar y obtener dinero para seguir estudiando la llevaron a enrolarse. Ahí su vida estaba por cambiar.

En la base naval de Puerto Belgrano, en la vecina Punta Alta, comenzó una carrera que la llevó a descubrir su vocación como francotiradora o tiradora especial. Según cuenta, una película sobre la vida de una de las primeras francotiradoras mujeres fue su inspiración para seguir ese camino.

Se trata de “La batalla por Sebastopol”, basada en hechos reales sobre la tiradora rusa Lyudmila Pavlichenko, que abatió a unos 309 soldados nazis.

Aunque a Abigail los instructores le dijeron que sería la única mujer francotiradora de las Fuerzas Armadas, si es que se recibía, ella asumió ese desafío y logró superar todas las pruebas y entrenamientos necesarios. No hubo prejuicio que la detuviera.

Si bien el ballet y el tiro parecen disciplinas muy diferentes, ella destaca que tienen mucho en común. La disciplina y esfuerzo que aprendió en horas de entrenamiento en la sala de ballet fueron dos valores más que importantes para transitar la carrera naval.

Además, el baile le enseñó a estar tranquila, relajada y consciente, algo que también es esencial para ser una buena francotiradora. Una combinación, en rigor, ¡perfecta!

“La mayoría de la gente me pregunta por el cambio que tuve en mi vida. Muchas personas lo ven muy ambiguo, pero en realidad tienen muchas cosas en común”, remarcó la profesional en contacto con el programa “Nunca es tarde”. Y contó: “Yo me fui dando cuenta estando dentro de la vida militar”.

“Hablando de danza clásica, que es la que siempre hice, tiene mucho de disciplina, de cumplir horarios, la rigidez de los maestros. Cuando entré al ámbito militar, me di cuenta de que tenía mucho de arte también. Es una simbiosis muy interesante entre las dos ramas”, argumentó con orgullo.

En esa misma línea, Abigail dijo que “lo veo mucho, por ejemplo, en los desfiles. No lo comparo porque no es comparable, pero los militares buscan la perfección en todo lo que hacen. En cómo llevan el uniforme, como se expresan ante multitudes, como dictan una orden, la forma de ser, de pensar y de actuar. El buscar la perfección está muy ligado al arte, en el ámbito que sea. Entonces, yo pienso que antes de ser militar soy artista, porque es una pasión que nunca se abandona y que llevé muchos años de mi vida”. 

“El ballet comenzó a gustarme desde que vi una película del bailarín –Mijaíl Nikoláyevich– Barýshnikov, que ahora es un gran director en Estados Unidos”.

“Tenía 4 años, era muy chica, y ahí nació la pasión. Le pedí a mi abuela que me anotara en danza, fue cuando conocí la Escuela Superior de Danza en Jujuy, donde estuve durante 10 años. Terminé la carrera y seguí yendo con el permiso de los directivos, ssiempre estudiando”, relató la joven jujeña.

Y aseveró: “Hice varios cursos en Buenos Aires con diferentes maestros y maestras, como Eleonora Cassano y Maximiliano Guerra. Y fue en esa vorágine de buscar la forma de irme a Buenos Aires, porque en Jujuy no hay muchas grandes escuelas para seguir estudiando y ser bailarina profesional, que conocí las Fuerzas Armadas y cómo era la modalidad de estudio. Te pagaban una beca mientras estudiabas y lo vi como una oportunidad, yo no quería cargar económicamente a mi familia porque no se podía en ese momento”.

“Una vez que estuve dentro de la escuela de suboficiales descubrí un mundo nuevo que me atrapó y de a poco se fue forjando esta nueva vocación”, sintetizó orgullosa. 

¿Por qué francotiradora?

“Desde que entré a la Armada y conocí todo este ambiente, me fue cautivando de a poco, me sentí muy cómoda. Pero hay algo en mí por lo que siempre busco la forma de salir de la zona de confort. Fue el querer superarme lo primero que me empujó a hacer algún curso de los más difíciles que tiene la Armada. Y en Infantería son de los más pesados porque conllevan mucho de destreza física, aparte de la intelectual que debe tener un infante. Yo quise probarme para ver si podía estar a la altura de todos mis pares. Ahí vi la película de una de las primeras francotiradoras del mundo, que se llama ‘La batalla por Sebastopol’, basada en hechos reales, y me cautivó la vida de esa mujer, el valor que tuvo y sus logros bélicos”, apuntó, valga la redundancia.

Y recordó también que “al principio fui con muchos temores, admito que me da mucho miedo fracasar. Pero ese miedo no me lleva a quedarme, al contrario, es superarme día a día. Me anoté, entré y una vez ahí mis instructores me dijeron que si llegaba a egresar iba a ser la primera francotiradora de las Fuerzas Armadas. Esa fue la mayor motivación”.

Además de ser la única francotiradora de la fuerza, Abigail es instructora del Comando de Instrucción y Evaluación de la Infantería de Marina. Su historia y ejemplo de determinación son hoy una gran inspiración para aquellas mujeres que quieren animarse a seguir sus sueños y alcanzar sus metas, sin importar las limitaciones de género que puedan enfrentar.

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