WhatsApp de Publicidad
Seguinos

DE AYER A HOY

Fabaro: “Por mi formación ideológica veo al peronismo como un aliado”

Evaluó su paso por la política. Relativizó diferencias de pensamiento con su esposa Virginia y su cuñado Jaime. Y lanzó que “hace unos años, un gran sector de la UCR perdió el rumbo y se volvió más gorila”.

Por Leandro Grecco
Facebook: Leandro Carlos Grecco/Instagram: @leandro.grecco/Twitter: @leandrogrecco

Desde su juventud, quien hoy es invitado a esta sección, abrazó la política con un ferviente deseo de buscar el bien común y contribuir al desarrollo de su comunidad. Militante activo de Franja Morada, se destacó rápidamente como uno de los cuadros más visibles y notorios entre los jóvenes del radicalismo. Su carisma, dedicación y habilidad para conectar con la gente lo llevaron a ser electo concejal, donde tradujo sus ideales en acciones concretas. 

En su vida personal, encontró en Virginia Linares, dirigente del mismo espacio político, una compañera de vida y de lucha, consolidando una alianza tanto en el ámbito político como familiar. Durante la intendencia de Jaime Linares, este hombre se convirtió en una pieza clave para la gestión municipal, aportando su experiencia y visión estratégica. Su capacidad para construir consensos y su profundo compromiso con los valores de la UCR fueron fundamentales para el éxito de muchas iniciativas.

Con el tiempo, decidió alejarse de la función pública, aunque nunca dejó de lado sus principios y convicciones. La irrupción del kirchnerismo le brindó una nueva perspectiva, encontrando en este movimiento una representación cercana a sus ideales de justicia social y equidad. Hoy ya no ocupa cargos públicos, pero sigue comprometido con la política y el bienestar de su comunidad. Comulga con las ideas del actual jefe comunal, Federico Susbielles, viendo en su gestión una continuación de los valores y objetivos que siempre ha defendido. Carlos Fabaro se confiesa en LA BRÚJULA 24 y habla de todo y de todos.

“Mi nombre completo es Carlos Adolfo Fabaro. Nací en Bahía Blanca y me crié en el Barrio Sanchez Elías, en la que era nuestra casa de Humboldt y Parera, donde permanecí hasta que cumplí 25 años. Mis padres tuvieron tres hijos, yo fui el mayor y luego nacieron mis dos hermanas. Mi abuela que vivía a pocos metros, sobre Matheu. Éramos una familia de clase media-baja que vivía en lo que por entonces era calle de tierra, con el típico potrero en el que jugábamos hasta que caía el sol”, esbozó Fabaro, al comienzo de la entrevista.

Y agregó que “la primaria la cursé en la Escuela Nº 57, ubicada en Remedios de Escalada, luego la secundaria en el Colegio Nacional, donde tuve que rendir un examen de ingreso. Considero que fui un buen alumno, hasta los últimos años donde afloró mi espíritu inquieto, lo que afectó en mis calificaciones. También debí superar una evaluación antes de entrar a la Universidad Nacional del Sur, donde logré recibirme de Ingeniero Agrónomo. Entré en 1978, en plena Dictadura, el año del Mundial de Fútbol y obtuve mi título en el 84, habiendo dejado para ese entonces todo tipo de incursión deportiva porque de chico jugué al fútbol en Tiro Federal, Olimpo y los babys. Además, hice natación y judo”.

“A comienzos de la década del 80 se robusteció mi militancia en política, empezando a incursionar en Franja Morada y una de las primeras cruzadas en las que me tocó participar fue aquella en la que mostramos nuestro descontento con el arancelamiento. Fue una convocatoria en el playón de la UNS donde quemamos recibos a modo de protesta simbólica. Eran años de recuperación para el movimiento estudiantil, bajo la presidencia de Raúl Alfonsín”, sostuvo, mientras bebía del pocillo, el café sin azúcar ni edulcorante.

Consultado respecto a esa etapa específica, infirió: “Recuerdo a aquel primer rector, Pedro González Prieto, pero sobre todo al que había asumido como decano de Agronomía, Haroldo Anacleto Laya, un hombre muy importante para mi vida. Se trató de un Ingeniero al que habían echado en la década previa y que fue reincorporado con la recuperación de la democracia. Lo primero que hizo fue llamar al Centro de Estudiantes a una reunión, espacio en el que me tocaba ocupar la secretaría. Ese encuentro comenzó a las 11 y terminó a las 19, un día que no voy a olvidar nunca en mi vida porque, inesperadamente, me nombró secretario académico, pese a que aún no me sentía plenamente preparado para ese rol”.

“Por mi compromiso político con el partido no pude oponerme a esa designación. Luego, Laya se va a hacer un doctorado a España y tuve la posibilidad de concursar para convertirme en docente en la cátedra de Mecánica y Maquinaria Agrícola y, paralelamente, también rendí en la Municipalidad para el área de Parques y Paseos Públicos. En 1987 me tocó ser elegido para entrar al Concejo Deliberante, fue durante ese período que me casé con Virginia Linares, a la cual conocía de mi militancia. Recuerdo que con ella fuimos en tren a Tucumán al primer encuentro de la Federación Universitaria Argentina tras recuperar la democracia y donde se juntaron 15 mil jóvenes de todo el país”, evocó con nostalgia.

Carlos perfilaba un porvenir ligado a la función pública: “En el 88 me presenté a una elección interna de la Juventud Radical y enfrente estaba Jorge Giorlandini, un histórico del movimiento que tenía una extracción más a nivel nacional y nosotros éramos más alfonsinistas. Mi pasó por el HCD me marcó profundamente porque me dio la posibilidad de lograr vínculos políticos, porque el peronismo a nivel universitario no era muy fuerte, pero en el recinto deliberativo era uno de los dos partidos existentes junto con la UCR. Allí aprendí a conciliar y a acordar a través del diálogo permanente, con una actitud colaborativa, más allá de las peleas que podrían darse en los debates”.

“El dirigente que más me formó fue David Diskin, quien había sido diputado por la extracción de Eva Perón en la Legislatura y, por ende, había conocido y vivido toda la historia política del país. Hablar con él me permitía conocer todo el pasado, los aspectos que no ibas a encontrar en un libro. Creo que me preparó para lo que iba a venir porque cuando fui funcionario durante los gobiernos de Jaime Linares no nos tocaba estar alineados con el poder central a nivel nacional, durante las presidencias de Carlos Menem”, esgrimió, minimizando lo que, a priori, podía haber implicado una traba.

Fabaro destacó que “más allá de eso, quien por entonces era el Intendente llevaba adelante un modelo de gestión muy abierto y de consenso con la oposición. Además, en ocasiones no éramos mayoría entonces nos exigía encontrar puntos de encuentro en materia de obras públicas y presupuesto para evitar todo tipo de conflicto. En 1991 me tocó ingresar como subsecretario de Gobierno en el inicio del primer mandato de Jaime (Linares) como jefe comunal. No fue nada sencillo porque en ese momento encaramos una fuerte reforma en temas de tránsito y seguridad”.

“Trajimos Altec para implementarlo en lo que respecta al estacionamiento, a través de un convenio con la provincia de Río Negro. En lo particular también coincidí con el arribo de Tarjebus, en la búsqueda de una modificación en el sistema de pago del boleto en el transporte público de pasajeros. Nos reunimos con la Unión Tranviarios Automotor que tenía la firme decisión de que los choferes dejen de cobrar el ticket y la Cámara de Transporte la cual nucleaba a varias empresas”, comentó, empezando a promediar el ida y vuelta.

No obstante, rememoró: “Se hizo una recorrida por Europa para intentar copiar alguno de los modelos existentes y prevaleció un sistema belga. A través de Daniel Rodríguez, que era el presidente de la Cámara de Transportes, el titular de la empresa me dijo que Bahía Blanca era la única ciudad en la que no habían tenido que pagar una coima para poder vender su servicio. Así surgió Tarjebus, un mecanismo que permaneció por muchos años en la ciudad y trajo modernidad al sistema”.

“Respecto de la relación con mi esposa y mi cuñado, admito que era imposible no llevar trabajo a casa, pero como en mi caso tuve participación política incluso desde antes de casarme, nuestra relación de militancia era distinta que la del vínculo familiar. Es innegable que se discutía y teníamos visiones diferentes, en el municipio había un sector que venía de la Franja Morada, el cual integraba, que era una especie de La Cámpora actual, medio sectario por así decirlo”, contó, con énfasis y firmeza.

Pero clarificó al evidenciar que “sin embargo, creo que fuimos un grupo con un enorme compromiso que se podía plantar a discutir incluso con los que eran de nuestro mismo equipo. Y esto también le cabía a Jaime, con quien siempre me unió una relación de confianza, de años de conocimiento y no era fácil porque cuando se gestiona dinero público es más complicado. Con Virginia tenemos personalidades y posturas diferentes, pero en el marco del respeto hemos podido formar una familia”.

“En 2003, cuando terminó el gobierno de Linares, dejé el cargo como funcionario y lo mismo hice con el que había ganado por concurso, después de un breve pedido de licencia. Así fue que fui docente y participé de la actividad privada como ingeniero agrónomo en una firma que exportaba cereales especiales. Solo volví a una tarea ligada a la política cuando Jaime fue senador, siendo parte de su equipo”, lanzó Carlos.

Respecto de su inclinación hacia el kirchnerismo, argumentó: “Hay una frase que decía Alfonsín que me marcó, él nos decía que sigamos ideas, no personas, por eso es necesario entender el surgimiento de un proyecto nacional y popular en el país que tenía una continuidad histórica de lo que fueron Irigoyen, Perón y el propio presidente del regreso de la democracia. Me formé ideológicamente pensando en el peronismo como un aliado o un componente del campo popular. Esto, más allá de que un sector del radicalismo decidió tomar un rumbo más gorila por así decirlo”.

“Allí es donde, desde ese espacio, surgen los enfrentamientos con los gobiernos de Néstor (Kirchner) y Cristina (Fernández) que a la UCR le hizo perder la brújula. El peronismo forma parte del mismo movimiento y que más allá de que pudiéramos criticarlo, no podía hacernos perder el rumbo. Uno puede estar en contra de alguna medida, pero nunca condenar y hacerle el juego a otros que vienen con intereses contrarios al país. Esa concepción de la política se consolidó cuando asumió Macri o ahora con Milei, siempre aclarando que no soy peronista, pero participando de Unión por la Patria, dentro de un espacio donde hay sectores que provienen de espacios diversos”, reflejó Fabaro.

Lejos de cualquier postura desafiante y con tono pausado, dijo: “no debo dar explicaciones a nadie, me siento cómodo con mi forma de pensar, pese a las experiencias como la del gobierno de Alberto Fernández donde no se cumplieron las expectativas. Igualmente, creo que hay que contextualizar esos cuatro años en los que hubo una pandemia, una guerra y la sequía, independientemente de que también hubo un problema de liderazgos, tanto por parte del presidente por un lado como de los que lo rodeaban por el otro”.

“En lo que a mí respecta, hoy integro el grupo llamado Progresistas, donde hay dirigentes locales como Raúl Ayude y desde allí hemos participado activamente en la campaña de Federico Susbielles y manteniendo reuniones con personas de su gabinete. A esta altura de mi vida creo que, en caso de que me ofrezcan un cargo, no lo aceptaría porque hay que dejarles lugar a otras personas. Vengo de una generación en la que no había Internet, en la que los medios de comunicación eran muy pocos y la sociedad ha evolucionado”, resumió.

Al epílogo, el ex funcionario de la comuna sentenció: “Independientemente de eso, hace poco he participado de encuentros vinculados a las unidades territoriales que se están generando y allí vi que el modelo de gestión del actual Intendente es abierto, de reflexión, estudio y con personas preparadas, a diferencia de lo que teníamos antes. Existe desde que él es jefe comunal un proyecto político de ciudad, con mucha gente valiosa que está dispuesta a trabajar. En mi caso me toca opinar, pero desde un lugar más apartado”.

La trayectoria de Carlos Fabaro es un nítido reflejo de una vida dedicada al servicio público, guiada por un compromiso inquebrantable con el bien común y la justicia social, pese a que a simple vista pudo haber caído en una contradicción desde lo partidario. Lo que resulta insoslayable es que, desde su prédica, comprendió que la política es una herramienta más que poderosa para el cambio positivo.

Lo más leído