WhatsApp de Publicidad
Seguinos

Por Pablo Daguerre

Alfonsín, padre de la democracia

Hoy nos debemos el compromiso que tuvo Alfonsín con el pueblo argentino y resulta necesario recordar que es preferible errar por exceso democrático y no por manipulación ideológica. La democracia es aspiración de libertad y voluntad de futuro. Sigamos en esa senda que en aquel agosto de 1988 nos dejara tan bien marcada Raúl.

Por Pablo Daguerre, presidente de la UCR Bahía Blanca.

Hay momentos, hechos o fechas en la historia que nos permiten reflexionar, que por su dimensión simbólica nos interpelan y que a su vez nos marcan un enorme desafío hacia el futuro.

El 12 de marzo de cada año se celebra un nuevo aniversario del natalicio del ex presidente Raúl Alfonsín. Abogado, político, estadista, defensor de los derechos humanos y la libertad, fue y será un icono de la democracia argentina.

En una época en que los partidos aún eran el canal natural de participación cívica y una instancia de debate y formación política, Alfonsín hizo carrera a la vieja usanza, a partir de un compromiso militante.

Cuando hace 96 años nacía en Chascomús Raúl Alfonsín, pocos hubieran imaginado que ese hombre de pueblo, de modales sencillos y temperamental; iba a cambiar para siempre la historia de nuestro país.

Raúl Alfonsín asumió la Presidencia de la República el 10 de diciembre de 1983 y con ello abrió las puertas a la vida democrática en nuestro país. Fue el líder fundador de la democracia moderna, iniciando la etapa más perdurable de la historia argentina en democracia. Siempre decía: “mientras haya una sola posibilidad no violenta para recuperar a la democracia, ése debe ser el camino”. Y ese fue el camino que transitó toda su vida.

Don Raúl Alfonsín demostró que se puede ser político y honesto a la vez, que la austeridad enriquece más que el oro. Nunca nadie hizo más en defensa por los derechos humanos que él.

Hoy, cuando debemos tomar acciones sólidas para derribar la corrupción y la mentira, su recuerdo tiene la coherencia de siempre: más libertad, más democracia, más justicia social. El Padre de la Democracia fue un hombre de una bondad infinita. Un hombre que refundó la esperanza. Un guerrero ético que dio todo por un país feliz.

Su mayor logro fue construir un Estado de Derecho, es decir, consolidar un sistema político que resolviera los conflictos de una manera pacífica, ordenada, transparente y equitativa al margen de los poderes corporativos.

El Dr. Raúl Alfonsín no sólo es un símbolo de la recuperación de las instituciones, sino que también nos enseñó la importancia de los principios y los valores, de los consensos, a no temerle a los desafíos y que la política es la herramienta de transformación social.

Con la firme creencia de que los grandes hombres y mujeres representan más que un partido, ya que con el tiempo pasan a ser del pueblo entero, afirmamos que Raúl Alfonsín sintetiza en su historia de luchas, persecuciones, triunfos y éxitos; los rasgos distintivos de los militantes de un partido nacido al calor de las luchas por la dignidad del pueblo: Valentía, honestidad, sensibilidad y perseverancia.

A 40 años de la celebración de la DEMOCRACIA, es importante poner en valor un hecho histórico muy conocido, pero no por ello de menor trascendencia, nos marca ese espíritu republicano que internalizó a Raúl Alfonsín, a lo largo de su vida política.

Un texto que pertenece a María José Sanz, y que comparto plenamente.

Corría el 13 de agosto de 1988, y en ocasión de la inauguración anual de la Sociedad Rural Argentina, luego de que hablara su presidente, Guillermo Alchouron y el secretario de Agricultura, Guillermo Figueras, tomó la palabra el presidente Raúl Alfonsín enfrentando a una tribuna que lo abucheaba y que no paraba de silbarlo. Si bien un poco extenso, vale la pena recordar un pasaje de ese discurso improvisado, pero lleno de emoción democrática y espíritu republicano:

Le agradezco al señor presidente de la Sociedad Rural Argentina sus palabras, sus críticas, su vehemencia. Así es la democracia, continuamos en el diálogo de siempre, y lo hacemos en esta discusión que es la que NO quieren escuchar los fanáticos en el país, la que NO quieren escuchar los que se creen dueños de la verdad, la que NO quieren escuchar quienes atentan en definitiva contra la convivencia de los argentinos.

La intervención de Alchouron había sido crítica de la política económica del gobierno de Alfonsín. Sin embargo, el ex presidente radical, lejos de enojarse, insultarlo, desmerecerlo o echarle la culpa, reivindica el valor que tiene para la democracia la capacidad de discutir en público, lo importante del diálogo como práctica continua donde tracciona el sentido republicano de la esfera pública.

Para Alfonsín, la diferencia no era un defecto ni un déficit democrático, sino que constituía la naturaleza misma de la democracia. No hay nada más ajeno al espíritu democrático que la voluntad de homogeneización en el ejercicio del poder. El pluralismo como base de la cultura política de un país es lo que nos indica el grado de convencimiento democrático real de una nación y de su clase dirigente.

En ese mismo discurso, Raúl Alfonsin expresaba por aquel entonces…”Sigamos el diálogo, sigamos encontrándonos, yo los invito para seguir discutiendo. No vamos a cambiar nuestras posiciones, pero estoy seguro que pueden ser perfeccionadas, que pueden ser enriquecidas, pongámonos a discutir entre todos la manera en que podemos construir mejor la Argentina… Sumemos racionalidad a nuestra acción”

Bañado en los silbidos y en los abucheos de la tribuna coqueta de la Rural, Alfonsín muestra su íntima fibra democrática, pone sobre la mesa lo más profundo de su pulsión republicana: el diálogo, siempre el diálogo, nuevamente el diálogo. Recibe insultos y desplantes y contesta con una convocatoria “para seguir discutiendo”.

Pero además, no realiza una convocatoria ingenua para sí ni de subestimación para sus interlocutores: es consciente de que las convicciones no se negocian, por eso aclara que aunque no cambiemos de posición política, sí podemos enriquecer nuestros puntos de vista.

En definitiva, Alfonsín apuesta por una forma del diálogo político que está íntimamente asociada a la comprensión y al ejercicio del juicio, al ejercicio del discernimiento. ¿Sobre qué? Sobre aquello que nos trasciende a todos: nuestra común condición de argentinos. Es por las necesidades del país, por los senderos de los problemas que tenemos como comunidad nacional que podemos lograr una posición que no implique traicionar lo que pensamos, pero que nos permita a su vez superar la inacción y el retraso.

En aquello común que nos trasciende y que nos define como argentinas y argentinos, es donde finalmente encontraremos esa suma de racionalidad que nos permitirá por fin ver la salida. La inteligencia colectiva inspirada en la solidaridad de nuestro destino común es la mejor herramienta de conocimiento social que poseen las sociedades contemporáneas: ahí está toda la extensión de la apuesta alfonsinista y de su forma de comprender la democracia como un asunto cotidiano de la vida de todas las argentinas y argentinos.

¿Este episodio es sólo parte de una efeméride? Por supuesto que no: es un vector que nos indica direcciones en nuestro presente y que posee resonancias de nuestro futuro. La fecha nos llama a recuperar para la dirigencia argentina el sentido cabal de lo que significan las prácticas democráticas y las formas de vida democráticas.

Hoy nos debemos el compromiso que tuvo Alfonsín con el pueblo argentino y resulta necesario recordar que es preferible errar por exceso democrático y no por manipulación ideológica. La democracia es aspiración de libertad y voluntad de futuro. Sigamos en esa senda que en aquel agosto de 1988 nos dejara tan bien marcada Raúl.

Conmemorar su natalicio es homenajear a uno de los líderes más importantes en la recuperación de la democracia en América Latina, que abrió un nuevo ciclo de libertad por su fuerte compromiso con los derechos humanos.

Cada 12 de Marzo, los argentinos y las argentinas debemos rendirle homenaje no sólo a un ex presidente radical, sino a un demócrata que dedicó sus años a militar por la vida y por la paz.

Raúl Alfonsín dejó de ser un hombre del radicalismo, para inmortalizarse en el PADRE DE LA DEMOCRACIA.

Lo más leído