WhatsApp de Publicidad
Seguinos

Por gabriela biondo

La casa de los Expósito

El miércoles 15 de febrero tuve la posibilidad, junto a mí esposo, José Valle, y Galo (nuestro hijo) de ser recibidos en el que fuera hogar de don Manuel Expósito, su esposa e hijos: Homero, Virgilio y Luis María (a quien el padre originalmente y siguiendo con la lista de inmortales de la literatura quería bautizar Dante).

Por Gabriela Biondo, cantante (@gaby2x4)

La dupla compositiva de los hermanos Expósito es sin duda una de las más admiradas e interpretadas del tango, con resonantes obras también pertenecientes a otros géneros.

El bolero “Vete de mí”, los tangos “Naranjo en flor”, “Chau, no va más”, “Maquillaje”, el vals “Absurdo” o el foxtrot “Eso” son algunos de los títulos que los han inmortalizado dentro del género popular y no pierden vigencia con el paso del tiempo.

El miércoles 15 de febrero tuve la posibilidad, junto a mí esposo, José Valle, y Galo (nuestro hijo) de ser recibidos en el que fuera hogar de don Manuel Expósito, su esposa e hijos: Homero, Virgilio y Luis María (a quien el padre originalmente y siguiendo con la lista de inmortales de la literatura quería bautizar Dante).

Actualmente, en San Martín 324 de la localidad de Zárate reside Mónica, hija de Virgilio, manteniendo el legado familiar y su propia casa casi como un museo, donde cada artista de la línea familiar tiene su espacio y pertenencias inalterables.

“La gente se sorprende y me dice, ¿cómo Homero puede haber escrito tal poesía a los 17, a los 20 años? En realidad, el verdadero artífice fue mí abuelo -relata la orgullosa nieta mientras nos acerca una delicada caja de lata con postales dedicadas a su amada Lita-. Todos los que vinimos después nos criamos bajo su mandato artístico… todos tocamos piano, guitarra, componemos”.

Manuel se crió en la Casa de los niños Expósitos de la Ciudad de Buenos Aires (de ahí su apellido) y de pequeño fue empleado por una familia para leer el diario. Era un jovencito inquieto, curioso y amante de la literatura. Tenía vocación por la confitería, así que averiguó dónde podía emplearse en algún local dedicado a tales delicias. Le dijeron que había un sitio ideal para él en la localidad de Zárate y hasta allí se fue, ¡caminando!.

En la casa donde escuchábamos está historia, se encuentra el horno confitero, los utensilios de este arte culinario, un cuarto superior que recibe el calor emanado del horno para la cocción y conservación ideal de los merengues, todo conservado cómo estaba a comienzos de siglo.

“Nos criamos en un ambiente de silencio porque papá siempre estaba componiendo en el piano, él se cantaba para sí las melodías y las volcaba al pentagrama. De todos modos yo siempre fui muy rebelde. El abuelo me decía: Mónica vení que vamos a leer Shakespeare, García Lorca, pero estas cosas no las tenés que contar en la escuela… claro, nadie me iba a creer que yo leía esa literatura con mi abuelo!”- comenta entre risas.

Los cuatro hermanitos Expósito, hijos de Virgilio (Homero no tuvo descendencia) llegaron a la adolescencia de la mano del arte, integraban un cuarteto vocal que el propio compositor arreglaba; sin embargo, cuando Mónica ya era una madura adolescente habló con sus hermanos sobre la profesión que cada uno deseaba para su futuro. En ninguna de las opciones estaba la música, aunque el toque artístico de los Expósito se percibe en cada una de sus vocaciones. Con mucho pesar le comunicaron a Virgilio que ya no cantarían. “¡Yo creí que a papá le iba a dar un soponcio!, pero finalmente tuvo que aceptarlo”, cuenta entusiasmada.

Mientras Mónica describe las increíbles y gratas sorpresas que el destino le deparó en su camino estudiantil hasta llegar a ser una exitosa decoradora, observo las paredes que dan marco a este momento mágico en que puedo disfrutar de primera mano parte de la historia del tango y me siento privilegiada. “Yo esperaba el colectivo en la misma parada que Borges tomaba la línea que lo llevaba hacia la Biblioteca Nacional todas las mañanas”, desliza entre los tantos nombres que fueron parte cotidiana de su vida; “mis tíos eran Francini y Stamponi, estaban en todos los cumpleaños, eran parte de la familia”.

Aprovecho la ocasión para refutar, una vez más (porque han sido muchas las voces que se levantaron en este sentido), la versión del origen del tango “Naranjo en flor” relatada por Costa. No voy a dedicarle más líneas al asunto pero basta con las palabras de la sobrina de Homero cuando se mencionó el asunto: “‘¡Mi tío ni lo conocía a Manzi cuando escribió la letra del tango!”.

Mónica es madrina de la Escuela Primaria Nº 33 de Zárate “Homero Expósito”, una institución humilde a la que concurre con frecuencia, y su interés por los chicos se percibe en sus palabras. “Siempre le digo a los chicos: mi abuelo no tenía padres ni hermanos, nadie que le dijera lo que tenía que hacer. Pudo haber elegido la delincuencia o la droga pero eligió la literatura y el trabajo”… “La oportunidad puede estar en cualquier lado, hay que estar dispuesto a verla”. ¡Qué ejemplo mejor para un momento como éste en que faltan ideales y sobran tentaciones!.

Gracias Mónica por una mañana inolvidable, por darle tanto espacio al adolescente que tenías en frente durante la charla y absorbió cada una de las historias, tanto que su paso por tu casa se convirtió en largas notas de voz de WhatsApp contándole a sus pares, la visita a “La casa de los Expósito”.

Lo más leído