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por carlos rossi

Los Tigres de Necochea

Un hecho cierto, un hallazgo paleontológico y una historia aún hoy contada con pasión por los lugareños sobre las desventuras y hazañas de un gaucho matrero, dieron el empuje para contarles sobre los Tigres de Necochea.

Por Carlos Rossi, conductor, locutor y periodista

Pasando unos días de vacaciones en mi querida Necochea, se me cruzó la idea de escribir estas líneas teniendo en cuenta dos cuestiones diferentes. Por un lado, una información concreta de hace pocos días y por otro, una historia gauchesca de fines del Siglo XIX. ¿Tienen algo que ver? ¿Algo en común? En realidad no. Sólo el nombre de un animal: Tigre.

En los primeros días de enero, Necochea fue noticia, no desde el punto de vista turístico, sino desde la paleontología, considerando que fueron hallados restos de un tigre.

La información me llamó la atención, porque según me acuerdo lo estudiado en mi juventud, los tigres son oriundos de Asia, principalmente de India, es decir, muy muy lejos de las tierras necochenses.

Leí detenidamente la nota y los restos encontrados eran de un “Tigre dientes de sable”.

El hallazgo fue hecho mientras hacían las excavaciones de los cimientos para construcción de una vivienda, en las afueras de la ciudad.

Los paleontólogos de Necochea conjuntamente con profesionales marplatenses que trabajaron en la investigación, dijeron que se trata de “una figurita difícil”, porque este tipo de restos no se encuentran fácilmente. 

El Tigre dientes de sable, fue el felino más grande que existió en la Tierra hace unos 10 mil años. El tigre de Bengala, es en la actualidad, el felino más grande del mundo.

Llamado científicamente smilodon, el Tigre dientes de sable, apareció en América del Norte a finales del Plioceno y se expandió a América del Sur. Se estima que los mayores machos de la especie Smilodon populator podrían haber pesado hasta 300 kilos.

El Smilodon se encuentra recreado en una estatua en la entrada del museo de Ciencias Naturales de la ciudad de La Plata.

El animal prehistórico también se ve reflejado en la película animación La Era de Hielo, en el personaje llamado Diego.

Necochea, la ciudad del sudeste bonaerense, con las playas más amplias de la costa atlántica, el parque Miguel Lillo, con más de 600 hectáreas de bosque de coníferas (en su mayoría) y el río Quequén dulce  entre otras atracciones turísticas, también tuvo “otro Tigre”.

Un tigre-humano. Parado en dos piernas y sin dientes de sable, pero sí armado con un facón. Por muchos llamado el Robin Hood argentino. 

Se llamaba Felipe Pascual Pacheco y vivió a fines del siglo XIX  en la zona de Lobería, Necochea, y Tres Arroyos. Su nombre o mejor dicho su seudónimo, figura en la lista de los tildados como “Bandidos Rurales”… El Tigre del Quequén.

Aquí la línea entre la realidad y la imaginación es muy fina, teniendo en cuenta que El Tigre del Quequén fue una obra que publicó en 1880 el escritor argentino Eduardo Gutiérrez, creador de Juan Moreira, Santos Vega, Hormiga Negra y tantos otros personajes de la literatura costumbrista y gauchesca.

Pacheco vivía en Lobería con su esposa y seis hijos, hasta que tras un pleito debió defenderse a punta de facón. Fue detenido y sentenciado, pero logró huir y se afincó en una importante hacienda de Necochea, escondido de la justicia.

La historia del “Tigre del Quequén” tiene puntos en común con otros gauchos de la época.

Su habilidad con el rebenque y el cuchillo más su bravura, concebían las hazañas más corajudas, de las que siempre salía airoso. 

Tildado de matrero, ladino y pendenciero, perseguido por la policía, se alejó de los lugares poblados y vivió en una cueva sobre la playa, adonde sólo se podía acceder con marea baja.

Hoy por hoy, esta “Cueva del Tigre” es un lugar turístico a unos 30 kilómetros al sudoeste de Necochea, un sitio con grandes extensiones de arena y explanadas de piedra, ideales para ir de pesca.

Cuenta la leyenda, que Pacheco vivía en esa cueva junto a sus perros y su caballo, y existen dos relatos disímiles sobre sus últimos días.

Una versión dice que el comisario Luis Aldaz –quién lo persiguió por años- pudo atraparlo en su refugio y fue puesto a disposición de la Justicia, muriendo en la cárcel años más tarde.

Otra, quizás la más “heroica”, y según dicen hoy los propios necochenses, cuenta que el comisario y sus hombres, al ingresar a la cueva, fueron recibidos a tiros por el Tigre, quién finalmente cayó ante el fuego de los policías, con sus armas atadas a sus muñecas.

Un hecho cierto y una historia aún hoy contada con pasión por los lugareños, dieron el empuje para entrelazar los  tigres de Necochea.

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