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INFORME ESPECIAL

Sociedad Escolar Alemana: está de pie y tiene un compromiso con la historia

La institución se encamina a cumplir el 119º aniversario. Su historia y los momentos de mayor esplendor. Los años de más ostracismo. Y los proyectos para sentar bases con la mira puesta en el futuro.

Por Leandro Grecco
[email protected] – Instagram: @leandro.grecco – Twitter: @leandrogrecco

La colonia alemana contó con un exponencial crecimiento en cuanto a su presencia entre finales del Siglo XIX y la primera mitad del XX, cuando la ciudad, al igual que otros distritos del país, recibió el aporte de inmigrantes, especialmente tras la Segunda Guerra Mundial. Desde entonces comenzó un declive sostenido en relación a la presencia de aquel país extranjero en la región.

No obstante, perdura la pujante Sociedad Escolar Alemana, entidad que transita el camino hacia su 119º aniversario, con la premisa de recobrar fuerzas y visibilizar su existencia. Por tal motivo y luego de más de una década, el 3 de diciembre a las 20 volverá a sonar en el Teatro Municipal la Novena Sinfonía de Beethoven, con participación del Coro Polifónico Delfino Quirici de Río Cuarto, acompañando el trabajo de la Orquesta Sinfónica Provincial y el Coro Estable Bahía Blanca.

Ubicada en las amplias instalaciones de Moreno 540, preserva el espíritu por el cual fue ideada en sus comienzos: que hijos y descendientes de aquellos pioneros que pisaron el suelo argentino puedan fomentar la enseñanza del idioma y la preservación de la cultura a partir de las costumbres arraigadas con el paso de las generaciones. La Brújula 24 se interiorizó sobre el presente del organismo y sus proyectos en el corto y mediano plazo.

“Toda la vida escuché la sorpresa de la gente al enterarse de la existencia de una escuela alemana en la ciudad”, sostuvo al tomar la palabra Marta Cutini, quien se desempeñara como secretaria entre 1966 y 2017, al tiempo que recordó “en una oportunidad vino una escuela de cadetes alemanes al Puerto, la Escuela los homenajeó con una fiesta grande en el Club Argentino, fueron tantas las chicas entusiasmadas con los muchachos que no dudaron en hacerse socias. Pero a los dos meses se borraron”.

Juan Enrique Risacher es uno de los miembros más activos de la Comisión Directiva, la cual está compuesta por -en su mayoría- personas de edad avanzada y con su empuje, la premisa es darle otra impronta a la institución: “Nos planteamos dejar esa suerte de anonimato en el que estamos inmersos porque la pandemia nos golpeó muy fuerte. Ante cada negativa al momento de intentar visibilizarnos, el ADN alemán pudo más y nos dio fuerzas para seguir luchando”.

La Sociedad Escolar Alemana nació como un colegio ubicado en calle Corrientes 336, hasta que en tiempos de Juan Domingo Perón dicho edificio fue expropiado. Un largo peregrinar que finalizó en 1968 los llevó a instalarse definitivamente y gracias a una serie de donaciones para su compra en la actual locación ubicada a unas pocas cuadras del centro de la ciudad.

“Actualmente enseñamos el idioma alemán a quien quiera aprenderlo, tenga o no raíces del país”, afirmó Risacher. En paralelo, Cutini hizo la salvedad de que se convirtieron en un instituto, dejando atrás los orígenes de hace más de 100 años cuando existían como una escuela primaria bilingüe.

Luciana Olmedo Wehitt es descendiente de dicho país europeo desde su raíz materna y tiene a su cargo la difusión de los festejos por el aniversario. Tomó conocimiento de la existencia de este espacio hace apenas un mes y rápidamente prevaleció su sentido de pertenencia: “No estamos hablando de la Dante Alighieri, ni el Instituto Cervantes, acá entra en juego la identidad que mueve a una comunidad, luego de prácticamente 120 años, no se trata de un formato for export”.

“Nuestro fuerte, a partir de que fueron pasando los años luego de la Segunda Guerra Mundial fue albergar a alumnos de la Universidad Nacional del Sur, donde muchas carreras tienen como materia el idioma alemán en los respectivos niveles, a partir de un convenio con la casa de altos estudios que les permite a los estudiantes cursar las clases del idioma sin costo por dos años”, sostuvo Cutini, quien se sumó a la Sociedad Escolar Alemana cuando, según describió, funcionaba “en un departamento interno y precario de Caronti 33 donde mi lugar de trabajo como secretaria era una cocina”.

Risacher agregó que también se dictan clases para generaciones de niños y adolescentes, al tiempo que proyectó: “El año que viene tenemos muchas ganas de crear un Coro junto con el profesor Pedro Garabán, pero queremos ir de a poco, aparecer en escena porque venimos de una pandemia en la cual la escuela siguió funcionando. Nuestro grupo docente se siguió capacitando con cursos, más allá de que las clases eran virtuales”.

“La finalidad de la Escuela es difundir la lengua y la cultura, por eso no descartamos dictar talleres de jardinería y arte, siempre enfocados en las raíces de nuestros orígenes”, agregó.

Alexis Giglio inició sus cursos de idioma en 2003, como parte de una especie de beca en la biblioteca de la Sociedad Escolar: “Me gustan los idiomas, soy de Junín y allá no había posibilidad de aprender esta lengua. Cuando entré a la UNS, lo primero que detecté era una especie de afiche que ofrecía clases gratuitas de alemán. No lo dudé ni un instante y me anoté”.

“La biblioteca fue un bastión tiempo atrás para la gente muy mayor que retiraba novelas para leer en su casa”, postuló Cutini, quien definió el trabajo artesanal y a pulmón de todos los miembros de la institución como “una gran familia”.

Giglio recordó aquellos primeros meses en la Sociedad Escolar Alemana: “Me tocó en la transición que permitió informatizar el sistema. Unificamos el mismo programa de computación que funciona en la Universidad, denominado Catalyst. Hoy no existe quien gestione la biblioteca”.

“Desde la Comisión Directiva entendemos que este espacio donde tenemos bibliografía variada debe ser recuperado. Por eso lo estamos utilizando como un aula menor, hasta que se pueda reflotar la idea de la biblioteca como lo fue hasta no hace tanto tiempo”, se esperanzó Risacher, quien recalcó que “cada aula tiene un nombre, todas fueron puestas en valor durante los meses donde el Covid limitó la actividad, más allá de que aún faltan cosas por hacer, como es el caso del cableado”.

Actualmente, no cuentan con ningún tipo de subsidio (como sí lo hubo hace muchos años a través de la embajada) ni apoyo desde el ámbito privado. En promedio, entre los alumnos que concurren como consecuencia del acuerdo con la UNS y a partir de los que lo hacen de forma particular son 300 los que regularmente asisten a aprender el idioma.

Cutini recordó que en los momentos de esplendor existían diferentes actos culturales: “Se exhibían documentales y se exponían cuadros en la Biblioteca Rivadavia, hasta hemos ido a vender tortas alemanas en la Casa de la Cultura y a la entrada del Puerto, otras épocas que difícilmente se puedan recobrar”.

“Gracias a ese perfil tan familiar y los vínculos de quienes comparten sus raíces, este lugar pudo subsistir. Sin embargo, lo que se pretende es volver a tejer esas redes de contacto con la Embajada de Alemania, el Goethe Institute que tiene sede en distintos países y en Buenos Aires funciona en calle Corrientes al 300”, aseguró Olmedo Wehitt, con el anhelo compartido de instalar el lugar como un mojón cultural de la ciudad.

Ya en el cierre, Risacher se esperanzó en cristalizar, de cara al evento previsto para el sábado 3 de diciembre, una actividad que insufle alegría: “Junto con esa premisa, la intención es hacernos conocidos y que se acerque más gente para que el peso de la mochila que cargamos como Comisión Directiva se distribuya, porque somos pocos. Creo que la sinergia será positiva, con la incorporación inclusive de chicos jóvenes”.

“Al momento de buscar apoyo entre quienes cuentan con un poder adquisitivo acorde, sabíamos que no era sencillo y mucha gente que se había comprometido a colaborar, pero finalmente se terminó bajando. A veces sentimos que estamos solos, pero esta propuesta en el Teatro se transmitirá vía streaming, lo que permitirá tener una fuerte penetración a nivel mundial, no solo a Alemania”, destacó.

Para los 120 años que la Sociedad Escolar Alemana cumplirá en 2023, la vara quedó un tanto alta. Pero no temen a desafíos que puedan parecer faraónicos. Como la posibilidad de poner en escena La Novena Sinfonía de Bethoveen, que requiere de más de 90 voces en escena y se debió acudir a artistas foráneos para complementar a los locales, con una comunión que los mantiene ensayando a la distancia.

La cruzada está en marcha, la reconstrucción que puede resultar una utopía cuenta con una planificación con pasos firmes para recomponer la imagen de un emblema de la comunidad extranjera que preserva a partir de testimonios vivos los orígenes de un pueblo que se vio sacudido por la post-guerra. Y en Bahía Blanca, hay intenciones de no bajar los brazos, en honor a todos aquellos que hicieron posible una institución modelo.

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