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INFORME ESPECIAL

El personal de seguridad cambia el paradigma para erradicar al “patovica”

Cuál es la actualidad de los trabajadores del rubro estigmatizado por buena parte de la sociedad. Cómo es la noche y los jóvenes en Bahía. Cuáles son los ejes de la formación. Opinan los que saben.

Por Leandro Grecco
[email protected] – Instagram: @leandro.grecco – Twitter: @leandrogrecco

El personal de control de admisión y permanencia de público en eventos y espectáculos musicales, artísticos y de entretenimiento vive vientos de cambio, incluso desde antes de la pandemia, no solo desde el punto de vista de su labor, sino también en lo que respecta a las condiciones en las que desempeñan una tarea mirada de reojo por un sector de la sociedad.

Su misión es el cuidado de las personas en las múltiples convocatorias masivas, en el marco de un contexto de violencia que escala con el transcurrir de los años, en especial dentro de la franja de los jóvenes. A esta contingencia no escapa Bahía Blanca, donde la crispación ascendente ocasiona incidentes en los que los trabajadores del rubro deben interceder, inicialmente, en lo que respecta a la prevención.

La Brújula 24 ahondó en los pormenores de una actividad en la que muchas veces se posan los ojos, blanco de críticas, sin conocer a ciencia cierta la organización interna de un grupo de profesionales que se capacitan de manera constante. Qué piensan los que durante mucho tiempo fueron considerados “patovicas” y hoy buscan predicar con el ejemplo para modificar ese concepto.

Bahía, a la vanguardia de trabajadores registrados

Lisandro Etchepare es el Delegado General del Sindicato Único de Trabajadores de Control de Admisión y Permanencia en Bahía Blanca. Desde su rol, explicó de qué manera vienen trabajando para dotar de mayores herramientas a quienes tienen la delicada tarea de brindar seguridad en eventos masivos, además de las gestiones que se realizan para dignificar su vida, como la de cualquier otro trabajador registrado.

“Nos hicimos cargo de la delegación local del gremio en abril de 2018. En ese momento había un 90% de los trabajadores en negro y los pocos que estaban en blanco no habían sido bien encuadrados. Trabajamos en regularizarlos y llegamos a marzo del 2020 justo cuando comenzó la pandemia con casi el 100% de la actividad normalizada”, consideró Etchepare, al ponderar los logros obtenidos hasta ahora.

Y lo bajó a la tierra con conceptos puntuales: “Hoy, los compañeros tienen acceso a un recibo de sueldo, cobran su aguinaldo, gozan de vacaciones y feriados no laborales. Y por añadidura, en los momentos en los que la actividad estuvo paralizada por el Covid, los trabajadores cobraron el ATP”.

“Fuimos otorgándoles beneficios en farmacia y descuentos en supermercados, óptica, locales de ropa y calzado, unos 40 beneficios a través de acuerdos firmados. Inclusive, cuentan con un quincho familiar para disfrutarlo en familia. En Bahía Blanca el número de afiliados asciende a 150, pero además contamos con una bolsa de trabajadores de 100 compañeros”, especificó el referente gremial en el rubro dentro de la ciudad.

Consultado respecto de cómo se encuentra catalogada Bahía Blanca, celebró orgulloso: “Somos la ciudad con más trabajadores registrados y habilitados de la provincia desde 2014. Además, se dicta un curso de capacitación a través de nuestro Centro de Formación Profesional Nº 420, la cual es la única institución habilitada por el Ministerio de Educación y consiste en 160 horas reloj”.

“Se enseñan las siguientes materias: Primeros Auxilios, Laboral e Institucional, Seguridad e Higiene, Técnicas Profesionales, Comunicación y Neutralización de Agresiones Físicas. Actualmente son más de 50 los que están realizando el curso, requisito excluyente para la habilitación, el cual desde hace ocho años se dicta de manera cuatrimestral”, aseguró Etchepare.

Los objetivos son muy claros: “La idea del gremio es profesionalizar la actividad y brindar las herramientas necesarias para que el controlador realice la actividad de la mejor manera posible, incluso para que la sociedad los empiece a ver con otra mirada, dejar de ser patovicas para el imaginario de la gente y convertirnos en controladores preparados para realizar esta profesión tan noble como cuidar personas”.

“La aplicación de las leyes provincial y nacional de control de admisión y permanencia es clave para mejorar tanto nuestra función como la de los empleadores. A su vez, Bahía Blanca cuenta con una ordenanza de nocturnidad que data de 2003. No obstante por existir leyes posteriores y de mayor jerarquía quedó obsoleta”, agregó, sobre el final de su testimonio a este diario digital.

Sin embargo, consideró que hay cuestiones que se merecerían actualizarse: “A mi criterio se debería trabajar en una normativa local que adhiera a esta ley madre y sumarle algunos puntos más para hacer una noche más segura, ya sea en el marco de un local bailable o un espectáculo”.

“Un dato no menor indica que, desde que iniciamos nuestra gestión en el gremio, hemos logrado que se incremente notablemente la participación de las controladoras de admisión y permanencia para estar a la altura de los tiempos que corren, siempre atendiendo las legislaciones vigentes de género”, argumentó, sobre una de las demandas que los tiempos que corren requieren.

Sobre la mirada de la sociedad hacia la actividad, Etchepare confesó: “Creo que la gente hoy nos está mirando desde otro lugar. Hace mucho que en Bahía Blanca y la región no somos protagonistas de las malas noticias por hechos ocurridos en la noche, tal como ocurría tiempo atrás. Todo esto a base de capacitación y participación del gremio para poder erradicar a los violentos de la actividad”.

“Somos autocríticos y estamos siempre dispuestos a hacer un mea culpa por todas las cosas que han ocurrido en el pasado, a sabiendas de que queda mucho para hacer para seguir mejorando. La nuestra es una actividad muy noble y cuyo único objetivo es cuidar personas”, cerró.

“La pandemia afectó a los chicos, los tornó más violentos”

Patricio Murphy es uno de los más representativos obreros de esta profesión. Docente y un referente para los que recién comienzan, aportó su experiencia en la temática, un oficio que abraza hace décadas y se convirtió en un medio de vida, con una conducta intachable, lejos de cualquier vicio y desliz.

“Me vinculé con esta actividad en Mar del Plata, yendo a hacer temporada, en una plaza muy fuerte donde se trabajaba todos los días. Significó una salida laboral que me permitía sostenerme económicamente. Luego de ese primer verano, volví a Bahía Blanca para continuar ligado a este rubro, pero solo los sábados por la noche”, dijo, al remontarse a sus inicios.

Sobre las diferencias que detecta con el transcurrir del tiempo, admitió que “a los jóvenes de hoy respecto a generaciones anteriores los separa un abismo en todo sentido, empezando la música que se escucha en boliches y cervecerías. Si bien la gente en general sale para beber y divertirse, los códigos e incentivos de la actualidad difieren sustancialmente de mi primera etapa en esta actividad”.

“Antes no existían las previas, uno entraba al local bailable en los primeros minutos de la madrugada y se iba al amanecer. Hoy, el boliche tiene como mucho tres horas de masividad de gente. A eso hay que sumarle lo que implicó la pandemia en los chicos, quienes se vieron muy afectados”, agregó, con la certeza de quien sabe de lo que está hablando.

Y lo ejemplificó: “Muchos, ante el menor roce o discusión, se ponen muy violentos, se mueven en grupos, lo que complica muchísimo nuestra labor. Por eso, nuestro desafío apunta a cómo prevenir todas esas situaciones. Comparado con lo que ocurría hace 40 años percibo diferencias nítidas con lo que es la noche de estos tiempos”.

“La música genera hasta idealismos y formas de vida y se diferencia mucho con las canciones que escuchábamos los que vivimos la década del 80 o 90, temas que no eran tan dañinos como los que suenan ahora y afectan la cabeza de los más chicos”, lanzó a modo de crítica, como uno de los aspectos que atenta contra la diversión sana y pacífica.

Inmediatamente después, llegó el momento de repasar anécdotas en las que estuvo en riesgo su integridad física: “Todo episodio que ocurre en la noche tiene su complejidad. Me ha tocado estar en muchos distintos boliches, cada cual con su perfil ya sea etario, de género musical o hasta diferentes estratos sociales y cada cual tiene su particularidad a la hora de trabajar en esto. En cada espacio hay que saber moverse”.

“En mi caso particular, me ha tocado intervenir en peleas de barras de fútbol que uno termina naturalizando. Si tengo que puntualizar un hecho, recuerdo un alter en el que había mesas de pool y en una pelea de dos grupitos, se arrojaron las bolas y una me rozó la oreja”, describió Murphy.

Luego, comentó otro momento de suma tensión en el cual pudo salir indemne: “En ese mismo lugar, una persona muy violenta a la que estábamos sacando, logró zafarse y nos lanzó una bandeja de mozo como si fuera un boomerang que pasó muy cerquita de mi cabeza. Son episodios muy puntuales que pudieron tener consecuencias más graves si se consumaba la agresión”.

“El curso para controladores de admisión y permanencia está abocado a que la persona salga como un buen profesional, que tenga nociones mínimas de rescate, evacuación, RCP y asistencia de chicos o chicas con ataques de pánico. En mi caso estoy a cargo de dar las técnicas profesionalizantes que está abocada a la parte interna del trabajo, sea en la puerta de un boliche, la conformación de los equipos y donde se pone el foco en no ser violentos”, explicó, sobre los contenidos que se enseñan.

La ciudad tiene sus particularidades si de nocturnidad hablamos, y él las conoce: “Cada local bailable es diferente, en algunos se requiere de más o menos cantidad de personal de seguridad. También se enseña defensa personal, técnicas para llevar adelante alguna situación que se pueda tornar complicada. Ya no apunta más a formar patovicas como en otros tiempos, sino que apuntar a lo que llamamos controlador”.

“Estamos para prevenir, a diferencia de lo que acontecía años atrás, porque ahora estos cursos te brindan conocimientos para aplicar en la vida misma. También apunta a dar las herramientas sobre cómo actuar frente a una pelea, sin que eso implique generar más disturbios, aplacando a los violentos, en su gran mayoría gente que está bajo los efectos del alcohol. El curso es intensivo y exigente, dura cuatro meses y es necesario estudiar mucho para aprobar, además de rendir los exámenes”, finalizó.

Visitante ilustre

En abril de este año, en el marco de un evento que se organizó para agasajar a los más de 150 afiliados, recibieron la visita del Secretario General del gremio y nada menos que del ministro de Seguridad bonaerense, Sergio Berni.

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