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"Nunca superé la muerte de Rodrigo", contó Miguel Ángel Pierri

El abogado recordó cómo era su relación con el cantante. La lucha por mejorar sus contratos "de explotación". Las giras eternas. Los detalles de su última noche.

Este viernes se cumplieron 22 años de la muerte del cantante cuartetero Rodrigo Bueno, conocido popularmente como "El Potro". Y en torno a su fallecimiento, desde un primer momento, se tejieron infinidad de versiones.

Esta mañana, el equipo del programa "Una buena razón", que se emite por La Brújula 24, conversó al respecto con el conocido abogado Miguel Ángel Pierri, que lo acompañó en varios momentos de su vida.

"Acá estoy, recordando a Rodrigo, como debe ser. Allá en los finales del siglo 20 irrumpe en mi vida. Lo conocí a través de su manager, por un tema cotidiano, contractual, el cual había que cumplir en el exterior. Ahí fue que trazamos una relación, conocí a un chico de 25 años que peleaba por mejorar sus contratos artísticos que siempre empiezan con unos porcentajes de explotación", relató el profesional al comienzo de la entrevista.

Y agregó, en esa misma línea, que "se firman porque se quiere llegar, se quiere triunfar. Son los peajes dramáticos, salvajes e inmorales que a veces pagan. Y ahí estaba Rodrigo, con un manager que se ocupaba de él. Yo me sumé a ese equipo maravilloso, que salía de noche y hacía 13/14 shows por noche. Había que estar, en lugares no querían pagar, en otros que no estaba la plata. Es un ambiente pesado, momentos en que eso nos hizo hermanarnos".

A modo de ejemplo, contó que una de esas obligaciones a las que el artista estaba atado derivaba en "300 mil discos, de los cuales le daban 2 mil y pagaban un dólar por disco".

"Cuando íbamos por aquellas liquidaciones nos hacía falta la presencia de Moreno, el secretario de Gobierno de Kirchner. Así y todo salíamos airosos. Él le decía a Gozalo -su representante- 'qué picante está todo esto'. Rodrigo no tenía dimensión de lo que facturaba. Le decían langosta, porque por donde pasaba no quedaba nada".

"Así transitó todos los días, él venía de una excelente carrera melódica. Era un tipo de una sencillez y una humildad tremenda. Rodrigo estaba con José Luis, conmigo, pero solo en una selva, en una ciudad que se come todo. Antes del trágico final del 24 ya le habían robado tres veces en su departamento. Los entregaban porque era gente buena", consideró.

"Ahí empezaron a aparecer los amigos del campeón, los viajes al exterior, la posibilidad de que Rodrigo sea un gran cantante de merengue para triunfar en el exterior, lo cual se truncó con su muerte. Era un proyecto muy serio, con empresarios internacionales que venían con todo. Comienzan los recitales que pusieron en riesgo su salud. Ahí es que un intendente de Lanús ofrece hacer un recital en un campo deportivo. Aquella noche nos encontramos en un restaurant de Buenos Aires con varias personalidades. La famosa mesa del fondo. Estaba Fernando Olmedo, comimos, venía el recital de esa noche y le digo a Rodrigo que tenía que terminar una pericia de un juicio muy importante, por eso no lo acompañé. Nunca pude volver a ese lugar, nunca superé su muerte".

"Entonces le ofrecieron ir a Fernando, que al principio dudó. Me despedí de todos y fui a trabajar. Estuvimos como hasta las 2 de la mañana y a las 3:33 suena el teléfono. Me dijo que era el jefe de la policía de la Provincia, pero yo pensé que era una broma de algún amigo. Me dijo que prendiera un televisor y puse Crónica. Cuando veo la Ford Explorer de Rodrigo no lo podía creer. Empecé a llamar a todo el mundo y nadie me atendía. Empezamos a tomar conocimiento de la pesadilla que estábamos viviendo y salí para el lugar. Cuando me dijeron que había muerto no lo podía creer", apuntó.

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