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tiene 23 años

Clara Videla Díaz, la bailarina bahiense que la “rompe” en los escenarios de Turquía

En 2020 integró el elenco de Flavio Mendoza en “Circo del Anima”. Hoy descolla en la compañía Seans Organization, en Antalya.

Cecilia Corradetti – Para La Brújula 24[email protected]

Clara Videla Díaz era gurrumina cuando se la pasaba bailando en puntas de pie por cada rincón de su casa. Movía el cuerpo con una destreza increíble y una sonrisa pegada a la cara. Bailaba y sus rulos bailaban al compás.

Hija de Orlando Videla y Lilian Díaz, llegó al mundo en Bahía Blanca el 22 de abril de 1999 y es la cuarta de cinco hermanos: Agustina, Francisco y Octavio y Nazarena, la menor. Cumplió la primaria y la secundaria en el Colegio Don Bosco y siempre supo que su destino era bailar.

Claro que, de allí a imaginarse en grandes compañías del mundo…

“Tanto amaba bailar que mi mamá me llevó a la Escuela Municipal de Danza Clásica, algo que al principio me lo tomé como un juego. Iba a hacer lo que me gustaba, bailaba y disfrutaba. Poco a poco el trabajo técnico y profesional se fue intensificando y tuve la suerte de dar con una maestra que me alentó a seguir con clases particulares. Me habló de mis condiciones”, repasa, vía Whatsapp, en diálogo con La Brújula, nada menos que desde Antalya, Turquía, donde integra la compañía Seans Organization.

Fue reclutada tras un llamado de talentos en el staff de bailarines y acróbatas de esa firma y el contrato se extenderá hasta octubre. Si bien la danza la llevó a varios países del mundo, para ella esta oportunidad es sencillamente increíble.

Y no es para menos: además de codearse con los más renombrados coreógrafos y bailarines del mundo, quedó con la boca abierta cuando pisó este balneario con un puerto antiguo lleno de yates y playas bordeadas de grandes hoteles. Es que Antalya es una vía de acceso a la región mediterránea del sur de Turquía, conocida como la Costa Turquesa por el color de sus aguas. En la ciudad, aún quedan restos de la época en que la ciudad fue un importante puerto romano. Un sueño.

Ríe y sigue rememorando el pasado que la llevó a este presente. Y evoca que de niña tomó clases con Jorgelina Duca y Liliana Martínez. Luego siguió con seminarios en la Fundación de Julio Boca, concursos internacionales y becas en Estados Unidos, España, México e Italia.

— ¿Cómo nació tu vocación?

–Mi vocación nació conmigo y se intensificó en el mismo momento en que pisé un escenario. Las luces, la música fuerte, todo se ve increíble desde allí arriba. Es mi cable a tierra, me transporto a otro mundo donde puedo conectar con algo inexplicable. Tuve la suerte de tener una familia que me apoyó desde el primer momento y me motivó para seguir eligiendo lo que amo.

–¿El objetivo siempre fue claro?

–Mi mamá me cuenta que bailaba todo el día y al ir creciendo fui descubriendo otras disciplinas que incorporé para sumar a mi carrera, como acrobacia de piso, aérea y contorsiones. Pero siempre me gustó viajar, a los 17 me radiqué en Barcelona por una beca de un año y ahí podría decir que le tomé el gustito. Disfruto mucho conocer gente de otros países que me potencien a seguir creciendo personal y artísticamente, descubrir otras culturas, religiones, disciplinas.

–¿Cuál fue tu primer logro verdaderamente significativo?

–Sin dudas, ingresar al Circo Del Anima, de Flavio Mendoza. Fue mi primer contrato laboral, recién me había mudado a la Capital Federal y había iniciado un taller importante cuando me enteré de una audición abierta. Me “mandé”, fue mi primera audición y quedé seleccionada, algo poco habitual porque en general hay que tener contactos. Fue un cambio bastante radical en mi vida porque venía del mundo del clásico, que es bastante particular, y encontrarme con artistas de todas partes y de distintas ramas fue impresionante, de un gran aprendizaje.

–¿Cómo se dio esta posibilidad de bailar en Seans Organization?

–Tras la pandemia, que la transité en mi hogar bahiense, volví a Buenos Aires para hacer el curso de ingreso a la licenciatura en Artes Escénicas con orientación a Circo. En eso estaba cuando una amiga me envió una publicación que circulaba en Instagram sobre una audición para Turquía. Está lleno de audiciones en el exterior, pero es muy difícil porque generalmente piden hacerlas de manera personal. Sin embargo, en esta ocasión era en Capital. Fue todo muy loco y creo que definitivamente tenía que darse: ese día no podía faltar a clase y se me superponía con la audición. La universidad está en San Martín y la prueba era en Boedo, en la otra punta. Corrí como loca y llegué justo para acreditarme en el último grupo. Hubo selecciones en varios puntos del país y en Brasil. Fueron descartando gente y de pronto ¡quedé!

–¿Cumpliste tu sueño?

–Cumplí un sueño muy grande, hacer lo que amo de la mano de gente talentosa, y lo estoy disfrutando a pleno. Pero voy por mucho más.

Bahía Blanca y un nido de artistas poco reconocidos

“Amo mi ciudad, allí está mi hogar, mis recuerdos, mis memorias que atesoro en el corazón y una parte enorme de mi existencia”, reflexiona Clara.

“Pase lo que pase –agrega—sé que siempre podré regresar si lo deseo”.

“He conocido a muchos bahienses en varios países del mundo y me encanta el vínculo familiar que generamos”, sintetiza y concluye: “Somos de afuera, pero sentimos que somos una gran familia”.

Respecto del mundo artístico aseguró que “Bahía tiene un nido de artistas increíble y talentoso, pero creo que no están reconocidos como merecen”.

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