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grabois en la brújula 24

“Las organizaciones sociales somos la última barrera contra el narcotráfico”

El dirigente y militante popular analizó la realidad de Argentina. Sobre la corrupción y las causas armadas a las que se refirió Alberto Fernández, planteó que “hay un poco de cada cosa”, exigiendo una reforma judicial.

El dirigente social Juan Grabois pasó por los estudios de LA BRÚJULA 24, en el marco de una visita que lleva adelante en la ciudad y abordó diversos temas que hacen al aspecto coyuntural del país, desde una mirada particular, tomando cierta distancia de la política partidaria y exhibiendo los problemas que transcurre la cotidianeidad de la sociedad argentina.

“Organizaciones comunitarias e iglesias somos las últimas barreras contra el narcotráfico”, sostuvo Grabois, durante un tramo de la extensa entrevista con el periodista Germán Sasso, con relación a uno de los flagelos que requieren de una solución urgente.

Al inicio, se expresó con relación a cuestiones ligadas a infraestructura: “Hoy en Bahía llueve y las calles están anegadas porque no hay planificación, las grandes obras de ingeniería se hicieron hace mucho tiempo y solo se colocan parches. Eso ocurre en todo el país, perdimos la capacidad de una planificación estratégica de algo tan sencillo que tiene que ver con dónde se va a alojar la población en crecimiento del país”.

“Hoy tenemos un 93% viviendo en ciudades, la familia rural se va destruyendo y no se proyecta un patrón de desarrollos con pueblos intermedios, un transporte intermodal que piense más en el humano que en los productos. Se necesita crear trabajo, una vieja consigna del peronismo y poblar la Patria que era el pensamiento de los constitucionalistas como Alberdi. Uno puede estar o no de acuerdo, pero tiene una perspectiva de desarrollo”, destacó el militante y abogado.

Y reveló una necesidad imperiosa: “Hay que detener la sangría, que implica terminar con los factores de expulsión y minimizar los de atracción de las ciudades. Cuando no tenés cultura, conectividad o entretenimiento en los pueblos, los jóvenes se terminan yendo del pueblo, pese a que quisieran quedarse. Los cultivos y las extracciones son muy rentables desde el punto de vista comercial, pero generan muy pocas fuentes de trabajo”.

“Lo de la soja y los planes sociales son una trampa y parte del mismo modelo. Permite una recaudación para el Estado, pero son parte de un círculo vicioso”

“Se debe buscar diversificar las actividades que realizamos, no solo desde el punto de vista agrario. El modelo es malo porque comer es muy caro en Argentina. Tenemos tierra fértil, ganado, pero la gente no puede comer pan, carne ni puede tomar leche, además de tener los campos despoblados”, enfatizó a modo de crítica a los distintos gobiernos de las últimas décadas.

Yendo aún más allá, se detuvo en un concepto demonizado a su criterio: “La palabra expropiación asusta, hay formas creativas de ejecutar distintas acciones, por ejemplo en las banquinas, regularizar contratos de locación para que exista una presión inmobiliaria. La expropiación está prevista en la Constitución porque el Estado paga por esa tierra, diferente es la confiscación. Nunca impulsé una toma de tierras, más allá de la polémica con el caso Etchevere, donde acatamos la decisión de la Justicia”.

“Con la pandemia, hicimos una encuesta en los barrios y se aceleró un proceso que indica que la gente, con tal de tener un lote, está dispuesta a irse lejos de donde vive. Una familia que no puede acceder a un terreno y ocupa un lugar es algo que va a pasar y no importa si estoy o no de acuerdo. Cuando el espacio no alcanza, la gente a algún lugar debe ir”, sumó, añadiendo que “la innecesaria pelea entre el derecho a la vivienda y el derecho a la propiedad debe apuntar al sentido común. Si eso implica que el Estado compre terrenos, planificando estrategias a futuro y apuntando hacia una expropiación, no hay que tener miedo porque se va a pagar por esos lotes.

Mafias y narcotráfico

Grabois también se detuvo para analizar la cuestión vinculada con el avance del narcotráfico: “Si hay cartoneros o vendedores ambulantes no es porque detrás hay una super mafia, sino porque la gente no tiene laburo. Sobre esa base ingresan las mafias porque no está el Estado. Las organizaciones comunitarias y las iglesias somos las últimas barreras contra el narcotráfico”.

“Soy un militante de los movimientos sociales, un humanista cristiano. Entendí que en la política no siempre es lo que uno quiere y debe elegir entre las opciones existentes. Primero optamos trabajar por fuera de los partidos políticos para buscar soluciones alternativas”, reflexionó el dirigente que se encuentra en la ciudad llevando adelante una apretada agenda.

“Verbitsky es un traficante de información”

También destinó unos minutos a la gestión de Alberto Fernández: “Hay días que estoy contento con el gobierno y otros que estoy muy enojado. El episodio de las vacunas se inició con Verbitsky, un traficante de información que construye poder con cosas muy feas. Los grandes polos políticos tienen contradicciones, gente valiosa y despreciable desde el punto de vista ético. Personas que son humanamente buenas pero profesionalmente inútiles”.

“Creo que hay una cuestión de narcisismo y soberbia de Verbitsky que pensaba ‘yo merezco la vacuna’. También es capaz de mandar al frente al otro para salvar su pellejo, a sabiendas de que la cosa se había filtrado y se quería anticipar. Lo ocurrido refleja una cultura de privilegio en Argentina. En la política es doblemente grave y atraviesa a todos los partidos. Y también a los empresarios”, agregó Grabois.

Incluso, evaluó el riesgo que implica la generalización: “El gran peligro de atribuir todos los males de Argentina a la política es la antipolítica. Allí aparecen personalidades como Donald Trump o Patricia Bullrich quienes tocan fibras sensibles y hacen política barata, diciendo que a los delincuentes, narcotraficantes o asesinos hay que meterlos presos, es marketing puro. No me gusta ni el garantismo ni  el amor a Rambo porque no resuelven el problema de fondo ni de las víctimas ni de los pibes que no tienen otras condiciones de vida para salir de eso”.

“Hay que saber ponerse en los zapatos del otro, porque todos los ciudadanos pueden tener empatía con el sufrimiento ajeno y eso hace una sociedad mejor siempre”, cerró en ese sentido.

Su relación con el Papa

“La parte farandulesca del vínculo con el Papa Francisco no me interesa. Soy miembro de una suerte de ministerio de desarrollo humano integral que preside un cardenal africano, a quien conozco antes de que Bergoglio haya sido nombrado Papa. Y viajo dos o tres veces por año por ese trabajo ad honorem”.

“Lo conocí cuando era obispo de Buenos Aires, muy demonizado por el gobierno kirchnerista, con Verbitsky como ideólogo que hizo operaciones muy feas contra familiares míos que no tienen nada que ver con la política, golpeándome por debajo del cinturón. Me peleé con Cristina hasta que se dieron cuenta del error”.

“La corrupción es triplemente grave en gobiernos populares”

“Con relación al discurso del lunes del Presidente donde abordó el tema de la Justicia, considero que hay causas armadas, pero también corruptos, que existen y hacen daño. En la política es doblemente grave porque le hacen creer a la gente que trabajan para ellos y en gobiernos que dicen que trabajan para el pueblo es triplemente grave. Yo tengo que ser consecuente con eso, más allá de las difamaciones que no me dan excusas para hacer lo que quiera”.

“La simplicidad de vida debe ser una obligación, demostrando con el ejemplo. No me gusta que nuestros gobernantes vivan en Puerto Madero o que Alberto Fernández viaje en el avión de Messi. Hay progres y derechosos que tienen mucha plata y se la ganaron bien”.

“La juventud deben tomar un estilo de vida desde la simplicidad para evitar la antipolítica. Si a nosotros en nuestro grupo nos gusta esto, algún sacrificio tenemos que hacer. Si queremos vivir como alguien de clase alta, dedícate a otra cosa porque lo más probable es que hagas daño al existir una tentación de corrupción muy grande”.

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