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De Ayer a Hoy

Diseñó el Paseo y resalta que "el paisajismo no es solo plantar árboles"

Horacio Miglierina descolló como arquitecto. Cómo se gestó su arribo a Bahía. Una hepatitis le indicó el rumbo. Y una sentencia: “Linares fue el intendente que mayor movida hizo con el espacio público”.

Por Leandro Grecco
Facebook: Leandro Carlos Grecco/Instagram: @leandro.grecco/X: @leandrogrecco

Nacido y criado en una pujante localidad del noroeste de la provincia de Buenos Aires, halló desde joven una profunda conexión con el entorno que lo rodeaba. La arquitectura se presentó como una pasión temprana, una forma de interpretar y transformar su realidad. Con determinación, emprendió sus estudios universitarios y, tras obtener su título, dio sus primeros pasos profesionales en el ámbito de Vialidad, donde adquirió una valiosa experiencia técnica y una comprensión integral del espacio público.

Sin embargo, su verdadera vocación lo llevó más allá de las estructuras convencionales: el paisajismo capturó por completo su interés. Fue entonces cuando comenzó a dejar su huella en la ciudad de Bahía Blanca, embelleciendo plazas a pedido del municipio. En cada uno de esos espacios, plasmó no solo diseño y funcionalidad, sino también sensibilidad por la identidad local, conjugando naturaleza y urbanismo de manera armónica.

Su consagración llegó con el diseño del Paseo de las Esculturas, un ambicioso proyecto que fusiona arte, vegetación y circulación urbana. A partir de ello, su talento fue requerido para dar forma a diversos monumentos emblemáticos. En cada obra, supo priorizar la estética sin perder de vista la raigambre del lugar, entendiendo que el paisaje no solo decora, sino que también cuenta historias y fortalece el vínculo entre la gente y su entorno. Hoy, se confiesa en “De Ayer A Hoy”, Horacio Miglierina.

“Soy de 9 de Julio, localidad ubicada en el noroeste de la provincia de Buenos Aires y viví ahí hasta que finalicé la secundaria. Me crié con mis padres y mi hermano menor, hice jardín de infantes, primaria y en paralelo practicaba tenis e iba a un taller de artes plásticas. La secundaria fue una etapa en la que la pasé genial, hice la orientación físico-matemática que me preparó de gran manera para iniciar el paso siguiente que se dio en la Universidad de La Plata, donde completé la carrera de Arquitectura”, destacó Miglierina.

Y añadió que “en la etapa de la adolescencia, mi papá tenía un taller de herrería en el que yo diseñaba escenografías para pequeñas obras de teatro, señales que daban cuenta de mi gusto por lo estético. Era como el artista de la casa".

“Cuando arribé a la ciudad de las diagonales para concretar la carrera universitaria junto a un grupo de muchachos de 9 de Julio. Corría el año 1976, un contexto difícil para el país, en enero tenía todo listo para radicarme lejos de casa y me había preparado con un retiro con un cura tercermundista en un pueblo de acá cerca que me voló la cabeza. El 24 de marzo fue el Golpe de Estado, por lo que el primer año de la carrera lo tuve que hacer de forma muy comprimida en el último tramo de ese año”, argumentó con sólida claridad conceptual.

No obstante, sintetizó que “me tocó una época de facto que no dejó una gran enseñanza porque coincidió con que muchos profesores se iban del país. Me recibí y me casé con una chica de Bahía Blanca (Analía Ocampos), ciudad de la que no tenía casi ninguna referencia. Ella se recibió un tiempo después que yo de arquitecta y, una vez que se graduó, nos instalamos acá, donde nacieron mis primeras dos hijas porque tengo otro hijo de mi segundo matrimonio”.

“Para ese momento yo trabajaba para Vialidad de la Provincia y conseguí que me trasladen. Luego, conocí a quien fue mi padrino en paisaje, Ricardo De Bary Tornquist, un hombre que vivía en Buenos Aires, tenía un campo en esta región y me marcó el rumbo. En La Plata había hecho un curso de jardinería con unos ecólogos que tienen un enfoque diferente al agrónomo y me gustó mucho. Me encargaron un trabajo en el que mi tarea era la parte de diseño y la de ellos era abocarse a la botánica”.

“El problema es que en ese interín contraje una hepatitis muy fuerte que me tuvo 70 días en cama. Perdí el curso, pero junto a dos ingenieros, uno forestal y el otro agrónomo, lo dictamos varias veces en la Biblioteca Rivadavia de Bahía Blanca. Con De Bary Tornquist comencé a trabajar en paisaje y mi primera labor fue en Parque Norte, que hasta ese entonces era llamado balneario, contratado por la Municipalidad de ese distrito”, afirmó, con firmeza.

Sin embargo, describió que “coincidió con la hiperinflación, lo que complicó la situación, pero se abrió una puerta para desempeñar tareas en la comuna bahiense. Tenía el apoyo del intendente Jaime Linares, con el cual habíamos recorrido sectores rurales de la zona de influencia. Lo primero que me encomendó fue poner en valor las plazas hasta que salió lo del Paseo de las Esculturas, un espacio que estaba ocioso desde 1970 y corría 1992 y había todavía muchísimo por hacer”. 

“Justo terminaba el Simposio de Esculturas Monumentales en el Museo bahiense y pedí una figura, recordando una que estaba en la Plaza Italia de La Plata. Había 10 en total que llevaban tres meses arrumbadas, sin destino. El arquitecto (Andrés) Duprat me las ofreció todas. Hice un bollo al proyecto que tenía en mente y me encargué de diseñar uno nuevo, varios se han querido apropiar de aquel trabajo de diseño, pero fue tal cual como lo relato”, reflejó Miglierina. 

Asimismo, enunció: “Quiero dejar en claro que las esculturas no son mías y que el piso se lo encargué a Cecilia Miconi, una conocida artista plástica de la ciudad. El Paseo de las Esculturas no tiene una fecha formal de inauguración, si bien las figuras se colocaron casi en simultáneo, tal es así que hasta los árboles de las ciudades hermanas se ubicaron en un rincón porque no se sabía dónde podía ponerse”. 

“En 1996, había dejado un círculo para hacer juegos multifuncionales, pero el Intendente había pasado por Jacksonville (Estados Unidos) y propuso en ese espacio hacer una fuente con chorros de agua. Yo había hecho una similar en el Paseo de la Mujer, pero le tenía miedo al viento, sin embargo me animé a dar ese paso y con ese atractivo siento que resurgió el Paseo de las Esculturas”, aseguró el profesional.

Posteriormente advirtió que “faltaba una cierta motivación en ese lugar que se lo habían apropiado los adolescentes que se reunían a escuchar cumbia villera a todo volumen. La fuente brindó una experiencia muy bella porque la gente caminaba por allí para refrescarse. El análisis de la Doctora en Geografía, Patricia Ercolani, ubicaba al Paseo de las Esculturas entre los tres espacios públicos más reconocidos de Bahía, junto al Parque de Mayo y la Plaza Rivadavia”.

“Como empleado de la Municipalidad hice muchos trabajos y durante diferentes períodos, priorizando mi perfil técnico, sin banderías políticas: el monumento a Malvinas en la intendencia de Lopes, el de Milstein durante la gestión de Breitenstein y también fui contratado por una colega como Constanza Rivas Godio para poner a punto el Paseo de las Esculturas nuevamente en la gestión de Gay”, infirió el protagonista de esta sección.

Consultado respecto a la transmisión de conocimientos, resumió que “la docencia ocupó y sigue ocupando una parte importante en mi vida, a partir de que llegó la carrera de Arquitectura a la ciudad. Recuerdo que me presenté a un concurso y resulté elegido para ser profesor de una materia de segundo año. Además estoy dictando otra en quinto de Ingeniería y actualmente formo parte de manera activa la tecnicatura de Parques y Jardines”.

“Un paisaje que a mi me atrae es el valle, que es donde está el campus universitario,que es un bajo donde se podría hacer un lago sin ningún esfuerzo utilizando el cauce del Arroyo Napostá que hasta puede ser un aliviador. El otro es la ría, el famoso cangrejal que es visto de forma despectiva y es un humedal, algo que es defendido en todo el mundo y nosotros no dimensionamos”, afirmó en La Brújula 24.

Ingresando al segmento final, Miglierina acotó que “la vista al estuario es maravillosa y es muy pobre desde el diseño y equipamiento que le brinda la comuna. El Paseo Portuario está reducido a un espacio menor, donde las panorámicas están obstruidas por las propias industrias, pero al costado del balneario se podrían potenciar los atardeceres fantásticos”.

“De Bary Tornquist fue el que puso en agenda el tema del paisaje, movilizando con fuerza el pensamiento estático que había hasta el momento porque a los paisajistas se nos asocia simplemente con el arbolado. Nosotros no solo colocamos plantas, esa es una idea que circula de manera errónea en el imaginario colectivo de las personas”, exclamó a viva voz.

Al epílogo, expuso que “Linares hizo la mayor movida en el espacio público con los parques lineales, aprovechando que algunas empresas hidráulicas y de ferrocarril pasaron a manos privadas y eso hizo que haya dinero para invertir. A veces siento que me miran como bicho raro, a esta altura ya no quedan arquitectos paisajistas, hay colegas que han hecho los mismos postgrados que yo pero se dedican a la arquitectura que desde el punto de vista económico es más redituable”. 

Escucharlo es un verdadero placer. Transmite sus pensamientos con toda la cadencia de aquel que ama lo que hace. En cada palabra que pronuncia hay un significado que resulta difícil describir en un texto. Voz autorizada, demuestra que los grandes problemas requieren de soluciones gigantes y que desde lo más pequeño se puede construir a partir de la belleza y la estética. Desde el paisajismo, su aporte ha sido (y aún es) invalorable.

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