Informes Especiales
Cowork: los espacios de trabajo compartido no cautivan a los bahienses
El paradigma de la oficina clásica entra en conflicto. Cómo se configura a partir de las ideas de la presencialidad y la post-pandemia. Por qué en la ciudad hubo intentos fallidos de crear estos lugares.

Por Leandro Grecco
Facebook: Leandro Carlos Grecco/Instagram: @leandro.grecco/Twitter: @leandrogrecco
En las grandes ciudades del país, el coworking experimentó un notable crecimiento en la demanda de alquiler temporal de espacios laborales, especialmente tras la pandemia. Las empresas buscan cada vez más plantas diseñadas para adaptarse a las nuevas dinámicas de trabajo que combinan la flexibilidad y la colaboración. Estos espacios no solo ofrecen estaciones de trabajo individuales, sino también áreas comunes para fomentar la interacción y la creatividad entre los empleados.
La variedad de compañías que optan por estos espacios es amplia, desde startups hasta grandes corporaciones. Buscan entornos que faciliten la adaptabilidad y la eficiencia operativa, cruciales en un mundo post-pandemia. Los inmuebles de coworking no solo proporcionan escritorios y oficinas, sino también servicios adicionales como salas de reuniones, eventos empresariales y espacios de esparcimiento, lo cual es valorado por los trabajadores modernos.
Las condiciones climáticas y las exigencias de infraestructura también han influido en la evolución del coworking. Las oficinas modernas deben ser bien ventiladas, con buena iluminación y adaptadas para el trabajo híbrido. En lugares como Bahía Blanca, se creía hace algunos meses que los espacios más demandados iban a ser aquellos que ofrecen estos beneficios, impulsando así la recuperación del mercado inmobiliario. Sin embargo, por alguna razón, esta modalidad no tuvo la expansión esperada.

El empresario tecnológico Leonardo Valente es uno de los que más conoce de este tema: "Bahía Blanca tiene un factor diferencial que no tiene Buenos Aires vinculado son los tiempos y las distancias. Acá vivimos cerca del lugar donde trabajamos, salvo algunos barrios más nuevos que están más lejos del sector céntrico”.
“El coworking tiene cosas a favor y otras que lo tiran para atrás. La pandemia volvió a configurar la presencialidad. La tecnología permite descentralizar el trabajo. Vienen a un espacio de trabajo compartido aquellos cuya casa es de pequeñas dimensiones o todo el grupo familiar ocupa dicha vivienda”, infirió quien, además, tiene a su cargo el área de Innovación del municipio, cargo que desempeña ad honorem.
En esa misma dirección, Valente reflejó que “hay casos de personas que tienen una oficina armada en su casa, respetando la división del lugar de trabajo y hasta la vestimenta, que durante el confinamiento fue un punto sustancial porque muchos pasábamos buena parte de la jornada en pijama”.
“Nuestro espacio que sub-alquilamos es de una empresa de Buenos Aires que contrata diez puestos, pero entran en juego distintos factores como, por ejemplo, un corte de luz que obliga a los interesados a venir a desarrollar su tarea acá. Lo propio ocurre cuando hay una reunión de equipo en la que participa un grupo de personas que puede llegar a venir desde Capital Federal”, explicó, durante la charla con este diario digital.
Y sumó: “Ellos tienen nómades digitales que cuando vienen a Bahía usan la oficina o hasta quienes viven lejos del centro pero su agenda implica dejar a los chicos en la escuela y nos eligen para ejercer la labor acá. A eso hay que sumarle que con el coworking no tenés que preocuparte por cierta disponibilidad de recursos, como por ejemplo la limpieza. Es un espacio de trabajo que no genera una carga adicional en tu casa”.
“Además, la conectividad es algo que en este tipo de lugares no se puede negociar, tiene que ser impecable porque sino las personas dejan de venir. El atractivo de este espacio es compartirlo con gente que hace cosas distintas a las que uno hace”, describió, apelando a la excelencia.

En paralelo, lo ejemplificó: “En Buenos Aires tenemos una oficina dentro de un banco muy conocido que tiene un piso para emprendimientos y empresas pequeñas y cuando vamos interactuamos con firmas que brindan servicios para farmacias o para entidades financieras”.
“Del contacto que se puede dar en momentos libres como la carga del agua para el mate o el almuerzo se pueden aprender cosas y se comentan recursos que desconocés. En la oficina de Bahía vienen programadores freelance como Manu Aristarán, lo que implica que en algún momento te vas a enriquecer de ese vínculo”, ponderó el joven emprendedor.
No obstante, lanzó: “En este punto quiero ser muy claro porque, según mi óptica, el coworking es parte de infraestructura tecnológica de la ciudad y si bien en Bahía varios intentos han fracasado, de cara a un futuro por la radicación de empresas, la disponibilidad de espacios de trabajo compartido son un activo”.
“Cuando lleguen inversiones, se apruebe o no la planta de GNL, habrá un desembarco que algunas empresas hasta entender a la ciudad no van a querer alquilar una oficina monolítica sin saber si tienen que estar lejos o no del área portuaria. Poner en marcha una oficina implica alquilar ese espacio y tener movilidad " explicitó Valente.
Pensando en el futuro, vaticinó que “hay espacios que inevitablemente se van a ir transformando, edificaciones que fueron pensadas para una sola organización van a ser espacios compartidos. Lo que me parece un error es copiar los modelos de otras ciudades con dinámicas diferentes a las de Bahía”.
“Querer trasplantar acá lo que viste que anda bien no es lo recomendable. Si las empresas de cowork no quisieron radicarse en Bahía Blanca es porque el tamaño y la idiosincrasia de la ciudad no dio. El desafío será crear modelos propios, que sean acordes a las necesidades locales", concluyó.

En un inmueble del macrocentro, Nicolás Mora administra una iniciativa de esta naturaleza: “Nuestro espacio se divide en dos plantas, en una de ellas hay dos mesas que se alquilan de forma individual y en la otra hay tres, en la que solo se comparten los espacios comunes. También se ofrecen oficinas privadas con paredes vidriadas y una sala de reuniones de más capacidad”.
“Por experiencia, resulta rentable ofrecer un alquiler por hora, aunque también se ofrece el arrendamiento por módulos de cuatro horas o desde la mañana hasta la noche, el cual se reserva mensualmente de forma fija, siendo invariable y no recuperable en caso de inasistencia o feriado. Termina siendo un sistema muy económico y beneficioso. Un aspecto que no debe dejarse librado al azar, además de la conectividad, es brindar una oficina equipada y un baño en buenas condiciones de higiene”, recalcó Mora.
Al cierre, comentó que “particularmente, la demanda de nuestro servicio está en crecimiento ya que permite a los usuarios evitar los costos asociados a la oficina física. Somos la opción para las empresas que tienen que realizar entrevistas a posibles futuros empleados, también para abogados, contadores, aseguradoras, nutricionistas, profesores de idiomas y hasta economistas”.
Según la última encuesta a nivel mundial, casi la mitad de los espacios de coworking luchan por obtener ganancias, y una cuarta parte de los espacios declaran pérdidas. Quizás sea por eso que esta clase de emprendimientos avance en Bahía Blanca con el freno de mano puesto.
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