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Lara: "El acupuntor se aprovechó de la vulnerabilidad de la mujer"

La fiscal sumó datos de la investigación en el marco de la causa que terminó con la condena de dos años de cárcel a Juan Cruz Rajnoch. "La víctima tenía necesidad de afecto por su soledad", resaltó.

Marina Lara estuvo a cargo de la investigación en la causa que días atrás tuvo su cierre (al menos desde el punto de vista penal) por la denuncia en la que se da cuenta que Haydee Verettoni perdió su casa del Barrio Palihue a manos de Juan Cruz Rajnoch, un acupuntor condenado a dos años de cárcel.

Quedó acreditado para la Justicia que la obligó a firmar la donación de la vivienda de La Falda 321 para poder radicar su Fundación espiritual “Alquimia Criolla”.

"Fue un caso con muchas aristas y personajes que se extendió durante los muchos años que llevó la investigación. La denuncia fue en 2017 y la condena no la pudo escuchar porque la mujer falleció en el ínterin. La mujer tenía 92 años cuando conoció a Rajnoch, a través de una amiga en común que lo presentó como un acupunturista. Como ella tenía problemas de salud le venía bien que esta persona le hiciera sesiones en su casa. La mujer vivía solo con dos empleadas, solo una sobrina que vivía en La Plata", señaló Lara, en LA BRÚJULA 24.

En su charla con el periodista Germán Sasso, la representante del Ministerio Público aseveró que "la amiga en común sabía que Verettoni quería donar su casa a la UNS para que se hagan estudios sobre botánica. Ella era una bióloga y quería que los estudios puedan seguir en su domicilio. Quería testar para que sea aprovechada por una casa de altos estudios, pero cuando ella falleciera. Rajnoch le propuso crear una fundación para que donase en ese instante su domicilio lo que le daba a este sujeto la posibilidad de pedir un desalojo. Ella no se dio cuenta, no escuchaba y solo veía de un ojo".

"En el juicio se probó que la mujer le dijo a su empleada doméstica que no había escuchado nada de lo que el escribano leyó. Este hombre intentó llevarla a vivir en Sierra de la Ventana e hizo ciertas reformas que a ella no le gustaban, colocando chapas en lugar de tejas en el techo. Una empleada la avivó, le pidió a Haydee que le muestre la escritura. Se la leyó en voz tan alta que quedó afónica y ahí es que la víctima se dio cuenta de lo que había firmado", agregó, en otro segmento de la nota radial.

Luego, reflejó que "el escribano declaró en el juicio que tuvo que leerle, la imputación pasó por una cuestión de haberse aprovechado de su incapacidad de celebrar un acto jurídico. La señora tenía necesidad de afecto por su soledad, el cual Rajnoch le propinaba a partir de que desde la Fundación le ofrecían comprarle los medicamentos o cobrar la jubilación. A este sujeto le hice preguntas y me respondió que esa era la voluntad de ella, que quería que estuviera en la casa hasta el día de la muerte".

"En realidad, en los papeles él la estaba sacando de ese domicilio y argumentó que su promesa con ella era de palabra. Habían empezado a hacer algunas reuniones, al menos dos, de medicina tradicional china. Los testigos dijeron que era una casa de puertas abiertas, Verettoni era una persona que entraba en confianza enseguida por su soledad y el ACV que demostró que ya no era la misma de antes. Tenía creencias bastante particulares. La señora que le presentó a Rajnoch le hacía curaciones a través de los extraterrestres, lo que la convertía en sugestionable y vulnerable", infirió Lara.

La fiscal dejó en claro que "En el juicio no se evaluó la conducta de esta persona que los puso a ambos en contacto. Hay una cuestión paralela a lo penal, la Justicia civil está dilucidando a quién le corresponde la casa: a su sobrina, a Rajnoch o a otra persona la que le habría hecho la donación del inmueble. El primer testamento lo revocó porque tuvo un entredicho con la gente de la Universidad Nacional del Sur. La sobrina está reclamando la casa, es la única parienta que tiene".

"El sentido común indica que si uno está ante una persona de 92 años que tuvo un ACV, no escucha ni ve y a la que le hacía acupuntura, sabía a quién tenía delante porque no tenía parientes ni descendencia. Ahí estuvo el aprovechamiento. Cuando la empleada doméstica, sin ser abogada, le leyó la escritura le dijo que estaba afuera de la casa. Al ser una defraudación agravada, la pena en expectativa era de dos a seis años y se le imputó el delito de falsificación de documento público porque en la escritura se consignaba que la casa estaba libre de ocupantes, algo que a todas luces no era cierto. Se trata de un hombre sin antecedentes, por eso la jueza impuso dicha pena", cerró.

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