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habló con la brújula 24

“Sigo teniendo la misma pesadilla”, contó un sobreviviente de Bahiense del Norte

Martín quedó con graves secuelas por lo ocurrido en el temporal de diciembre. Además, murió su suegra y otro familiar. “Es algo que no me voy a olvidar nunca”, contó.

El lugar donde se desató la tragedia. Foto de archivo

Martín Ramírez es un sobreviviente de la tragedia ocurrida el pasado 16 de diciembre, en el Club Bahiense del Norte, cuando un feroz temporal se llevó la vida de 13 personas. Aquella noche fatídica, una pared cayó sobre una de las tribunas del estadio, golpeando la mampostería sobre quienes estaban presenciando un espectáculo de patín artístico.

Hoy, aun intentando salir adelante, Martín habló con el programa “Bahía Hoy”, que se emite por La Brújula 24. El dolor por los familiares perdidos en ese momento, la lucha por dejar atrás lo ocurrido, cómo reconfigura su vida a pesar de las secuelas.

“Físicamente estoy recuperándome de una lesión muy grave, me amputaron la pierna izquierda y tuve algunos inconvenientes, como una infección”, relató. Y explicó que “la herida todavía no cerró, tengo muchos dolores del miembro fantasma, que hasta el día de hoy no puedo controlar. Tuve fractura de tibia y peroné de la pierna derecha, pero ya me recuperé de eso. Además, estoy con algunos dolores en la zona lumbar, hay días que me levanto y me mata el dolor y otros que no”.

Respecto del día de la tormenta, recordó que “fuimos con mi señora porque mi hija patina, también la prima de la nena, que es mi sobrinita. Fue mi suegra, mi hermana y mi cuñado. Y estábamos esperando a más familiares, que por suerte no llegaron a ir. Mi nena y la prima estaban en la parte delantera del club, con sus profesores, y mi señora estaba conmigo a mi derecha, con mi suegra también”.

En esa misma línea, contó que tanto la madre de su esposa como su cuñado murieron. “Mi señora y cuñada todavía se están recuperando. Mi mujer por suerte ya está bastante bien, tuvo una herida complicada en la tibia y el peroné. También estuvo muy grave mi sobrino, de 3 años, pero hoy está perfecto por suerte, como si no hubiese pasado nada”.

“Los papás siempre vamos una hora antes al club porque hay que llevar a las nenas para que se preparen. Me acuerdo de que estaba nublado, dejamos a las nenas con los profes y nos fuimos a sentar a los tablones. En cada show nos sentamos en el medio, sobre el tercer o cuarto escalón. Había bastante gente, pero no se llenó por suerte”, dijo.

Y añadió: “Yo le estaba mandando mensajes a una parte de mi familia, y de repente se escuchó como un estruendo en la pared de atrás. Miro y veo que el paredón se movía. En un momento se nos vino hacia nosotros, mi señora me grita que saltara o que corra. No me acuerdo bien, pero solo atiné a tirar el celular y saltar de cabeza hacia la cancha. Cuando caí, automáticamente atrás mío algo venía porque sentí dolor en todo el cuerpo, fueron dos segundos. Era polvo por todos lados, gritos, escombros”.

“Se apagaron todas las luces, yo caí de pecho al parquet y me di vuelta como pude para ver qué estaba pasando. Lamentablemente, tengo la mala suerte de acordarme de todo, es algo que me persigue hasta el día de hoy. La pared se seguía moviendo, pedazos que volaban como papelitos. El viento era muy intenso, entraba desde ese sector al club y golpeó de lleno. Me acuerdo de que esos pedazos de pared caían arriba de la gente, esa imagen no me la puedo borrar más de la mente”, apuntó.

Más frases del crudo relato de Martín Ramírez, en el aire de La Brújula 24:

“Saqué fuerzas de dónde no tenía para poder avanzar, llegué a la mitad de la cancha y lo primero que pensé fue en mi nena y en mi señora. Escuchaba gritos de gente pidiendo ayuda, pero no a mi señora. Hasta que en un momento la escuché llamando a su mamá, le grité que estaba en la mitad de la cancha y ella vino arrastrando también”.

“Le dije que teníamos que salir de ahí porque nos moríamos. Fuimos arrastrándonos como pudimos, llegamos hasta donde está la torre y ahí nos quedamos. Me hicieron un torniquete, un tío mío que es exbombero, porque estaba desangrándome”.

“Ahí empecé a mandar mensajes a mi familia para que no vinieran porque se había derrumbado. No sé cómo lo hice, pero lo hice. De hecho, todavía tengo los mensajes grabados en el celular, se escuchan los gritos, la desesperación”.

“Mi esposa físicamente está bien, ya casi recuperada. Tiene algunas complicaciones para caminar, hay días que se le hincha. Psicológicamente, todavía duele un montón, estamos haciendo el duelo de la madre y el cuñado. El otro día estábamos almorzando y al terminar tuve un bajón importante. Nosotros teníamos muchos almuerzos cerca y de repente vemos que un domingo ella no está. Si me duele a mí, hay que imaginarse a mi esposa. Lo estamos procesando todavía”.

“Yo lo describo, desde que empezó el ruido en el paredón, como una guerra. Cuando estaba saliendo arrastrándome por la cancha, había personas en la misma condición, una decía que le dolía todo, se tendió y no se movió más. Yo no sé qué le habrá pasado, no sé quién era. Le gritaba que siguiera porque se moría acá, pero se quedó acostado en el parqué de la pista”.

“Hoy sigo teniendo pesadillas, siempre lo mismo, veo el paredón que se me cae encima. Creo que esto va a perdurar por mucho tiempo, no va a ser fácil. Conozco a una chica que también perdió una pierna y murió su marido, estamos todos iguales. Es algo que no creo que podamos olvidar. Estar ahí adentro y tratar de salir fue como una guerra”.

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