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INFORME ESPECIAL

El maravilloso mundo de las estatuas vivientes y una actividad que crece en Bahía

Artistas de la ciudad detectaron un espacio para mostrar su talento. El exponencial incremento de sus apariciones en los eventos públicos y privados. Y el magnetismo que causa en quienes transitan la niñez.

Por Leandro Grecco
Facebook: Leandro Carlos Grecco/Instagram: @leandro.grecco/Twitter: @leandrogrecco

En el bullicioso escenario de la vida cotidiana, a menudo pasamos por alto maravillas que pueden encontrarse en las esquinas de nuestras calles y plazas. En un rincón aparentemente común, a menudo se erigen estatuas humanas que, de manera mágica, cobran vida y nos transportan a un mundo de asombro.

Las estatuas vivientes son obras teatrales que oscilan entre la quietud y el movimiento, es en esta interacción junto con el público donde es posible apreciar la aparente inmovilidad y la magia de lo vital en el movimiento.

Generalmente se presentan en los espacios públicos, más también las podrás ver en diferentes eventos en los cuales son contratadas. El grupo viene desarrollando su arte en la región, en el país y en el exterior. (Brasil, Paraguay, Bolivia, Perú, Uruguay, Colombia, Ecuador, República Dominicana, España, Portugal, Hungría, Alemania).

El proyecto de un Paseo para esta disciplina nació en el marco de gestión de los Encuentros de Estatuas Vivientes, que tienen lugar ininterrumpidamente en nuestra ciudad desde hace nueve años, a partir del seminario “La Teatralidad del Silencio”, espacio pedagógico promovido por el Instituto Cultural como parte de los talleres del teatro Municipal, coordinado por la profesora Mariela Olivera.

En 2013 se conformó el primer equipo de organización para gestionar los encuentros, a partir de una convocatoria abierta a todos los interesados en el arte en general y en este hecho teatral en particular, el cual se repite anualmente en función de sostener, renovar y ampliar la participación para la coordinación de este evento.

Micaela Forestier Schenkel es actriz que suele desempeñarse como estatua viviente. En su charla con este medio, comentó respecto de las particularidades que una persona debe tener para incursionar en esta actividad: “Cada cual debe tener su propia respuesta. Cada persona tendrá su motivación. En mi caso lo que me despertó la idea de serlo fue que es un género teatral que te permite viajar por todo el mundo, en cualquier espacio público me puedo ubicar y hacer mi función, te entienden en cualquier territorio ya que se está en silencio”.

“No se molesta a nadie porque estás en un metro cuadrado. Tampoco requiere de cumplir un horario en particular de trabajo, ni hacer difusión para que la gente vaya, sino que las personas transeúntes caminan, se detienen por deseo de espectar, pagan simbólicamente la entrada (en la alcancía, objeto recaudador) y siguen. Es la quietud la que atrae entre tanto movimiento, ruido”, afirmó Forestier Schenkel.

No obstante, consideró que “lo que creo que hay que tener es paciencia y poder estar abierta a los cambios climáticos. Con esto me refiero que en un momento puede que haya mucha gente espectando y el tiempo pase rápido o no pase nadie y el tiempo se hace más denso, o de repente llueve y ese día que necesitabas trabajar no puedas hacerlo”.

“No es necesario tener ninguna formación en particular, pero claro está que, si alguien estudió teatro, danza, practica yoga, entrena, medita o tocar algún instrumento, entre otras cualidades, tu producción será mucho más rica, más interesante, más contundente”, entendió la actriz bahiense, en otro segmento de la conversación vía Whatsapp.

Paralelamente, planteó un aspecto esencial: “Sobre todas las cosas hay que tener ganas de jugar a ser estatua viviente, adentrarse en la aventura, ponerle actitud. Se va aprendiendo en la práctica en el encuentro con el público. Se desarrolla mucho la percepción visual, auditiva, se amplían los sentidos”.

“Trabajar en la vía pública es algo hermoso, lo romantizo porque amo mi trabajo. Me gusta mucho la idea de que está al alcance de todas las clases sociales y cada cuál valorará el trabajo según su economía, pero se sabe que es por intercambio. Disfruto mucho que sea sorpresa de la gente, disfruto el que se tomen un tiempo para dejarse llevar por el otro mundo que propone la estatua viviente”, resaltó, promediando su testimonio.

La comunión que se genera con el público es indescriptible, pero trató de ponerla en palabras: “Es un goce el mirarnos a los ojos, que sea el pedacito de función enfocada hacia una persona en particular; al público le gusta sentirse especiales. Me gusta que se desarrolla la empatía que es fundamental para nuestro crecimiento como sociedad. Quizás ese momento que presenciaron les despertó realizar algún cambio en su vida (me han llegado varias respuestas) de que gracias a tu función me di cuenta que quería viajar o que tengo que estar más atenta a las necesidades de mi abuela, o simplemente el gracias por hacerme reír, hacia mucho que no lo hacía”.

“Pero claro, no todo es color de rosa. A veces hay a gente que le molesta y te dice el típico ‘andá a laburar’, a lo que yo pienso justamente soy yo la que estoy laburando y no él, no entiendo (risas), pero es algo que acepto como las diversidades en general, son parte del convivir”, agregó Forestier Schenkel.

No todas las presentaciones son iguales: “Los eventos privados sólo son para un determinado grupo de personas, generalmente son adentro de un espacio físico, en general en este tipo de presentaciones no se utiliza la alcancía, hay una seguridad económica de antemano. Allí, nos permitimos hacer otras cosas como bajarse del pedestal e improvisar otras acciones porque todo el espacio está cuidado o al revés, digamos que hay que hacer lo que la persona contratante te pide”.

“Se gana dinero. Por la crisis económica que estamos viviendo lo que se recauda es más bajo que otros años, pero lo bueno es que la gente ya entendió que con el ruido de las monedas no se despierta la Estatua Viviente, no necesita ese ruido porque ella ve y claro hoy en día con monedas no hacemos nada”, recalcó, con cierta picardía.

Y apuntó: “Cuando más se recauda son los días viernes y sábados que viene gente de otras ciudades y pueblos vecinos, vienen a hacer sus compras y están de paseo disfrutando, se dan más tiempo para todo. Sucede lo mismo en vacaciones. Durante la semana la gente está corriendo a sus trabajos y tiene menos tiempo”.

“Gracias a los Encuentros de Estatuas Vivientes que se realizan desde hace once años, los seminarios y la Ordenanza Municipal ha hecho que se legitime más la tarea. Todos los sábados pueden encontrarse con una Estatua Viviente diferente en la Plaza Payró del Teatro Municipal. Hay más respeto, más valor desde diferentes perspectivas. Trabajamos no solo en el espacio público, sino que también nos contratan en cumpleaños, escuelas, casamientos y boliches”, explicitó sobre el epílogo de sus dichos.

Por último, se esperanzó al manifestar que “hay cada vez más niños y niñas interesados y eso quedó demostrado en el último Encuentro realizado en agosto en el Teatro Municipal y en el Puerto de Ingeniero White. Realizamos un ‘Conversatorio: Las miradas espectadoras de las niñeces’ y fueron muchas las infancias que se acercaron, hasta realizaron su propio paseo de Estatuas Vivientes con mucho compromiso como ejercicio. Les resulta mágico y divertido”.

“El miércoles pasado comenzó un seminario para quien quiera realizar su Estatua Viviente, los miércoles de 17:30 a 20 en La Cocina (Fitz Roy 40). Finaliza el 15 de noviembre y es una hermosa oportunidad. Y el año que viene Mariela Olivera Almada y Sol Di Lernia, dos referentes de la ciudad, dictarán un taller para niños”, concluyó Forestier Schenkel.

Las estatuas vivientes son artistas callejeros que se sumergen en el asombroso arte de quedarse inmóviles como esculturas que respiran el mismo aire del público, nos ofrecen una experiencia única y fascinante que despierta nuestra imaginación y nos invitan a contemplar la línea difusa entre la realidad y la ilusión.

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