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Cuando la boca calla y el cuerpo delata

La bahiense Gladys Linares se refirió a las causas que llevan cada vez a más gente al masajista, el estrés, por ejemplo. Sus manos mágicas y la importancia de “frenar” y dedicar un momento a la relajación.

Gladys Linares, las "manos mágicas" de la calle Zelarrayán

Por Cecilia Corradetti / [email protected] / Especial para La Brújula24

Años atrás, quienes consultaban por sesiones de masaje descontracturante-holístico (cuerpo y mente) solían hacerlo debido a contracturas ocasionadas por malas posturas o malos esfuerzos. Hoy, de acuerdo con la masajista bahiense Gladys Linares (Mat. 10-1570) se agrega el estrés que, a su criterio, se agudizó en tiempos de la post-pandemia.

Angustias, pérdidas, tiempo de encierro, modificaron en gran parte los hábitos. A esto debe sumarse el cada vez mayor uso de la tecnología que tiene sus efectos adversos: las horas frente a la computadora, teléfonos celulares o tabletas y la falta de relación cara a cara.

“El uso del celular nos quita tiempo y valiosos momentos de compartir un diálogo. Por sobre todo, nos quita la posibilidad de encontrarnos con uno mismo y así llega el estrés, el agotamiento, el agobio”, señala la profesional, en diálogo con La Brújula 24, y revela que escucha ” a muchísima gente manifestando su deseo de querer disfrutar de la vida sin poder hacerlo”.

Para esta experta en masajes, cada uno sabe cuándo es el momento de acudir a un profesional. Detrás, la imagen de su madre, que siempre la impulsó a seguir sus sueños

–¿Qué hacer frente a este flagelo?

–Hay muchas terapias complementarias, entre ellas el masaje. Primero, siempre está la palabra del médico, y si todos los chequeos resultan normales y los dolores continúan, el masaje descontracturante realizado con aceite para deslizar manos y esencias aromáticas, según lo que el cuerpo determine, puede ser un gran alivio. Durante este masaje es cuando conectamos con nuestro cuerpo y ahí la mente se traslada internamente a soltar miedos, angustias y dolores. A su vez, es fundamental una adecuada respiración (la que tanto se usó en tiempos de Covid-19) para dar amplitud al tórax y así la columna se libera al igual que los órganos.

–¿Cómo se puede explicar la función de los órganos?

–Se sabe que el intestino es el segundo cerebro; el hígado absorbe la ira, la pelvis sostiene la seguridad y estabilidad. Se trabaja el cuerpo de pies a cabeza, incluido el cuero cabelludo. Siempre digo que donde la boca calla, el cuerpo delata.

–¿Cuáles son las consultas más frecuentes?

–Las consultas más frecuentes tienen origen en los dolores suboccipitales, trapecios, cuello y brazos. Cuando se comienza a trabajar se van descubriendo otras zonas doloridas o tensionadas, aunque el paciente suele acercarse por aquel dolor que invalida sus movimientos. Al llegar, observo mucho sus gestos, su postura y a partir de allí formulo algunas preguntas de rutina, como medicamentos que ingiere, presión, etc. Siempre aclaro que algunas patologías son para kinesiólogos y otras para masajistas.

–¿Qué otros aspectos deben tenerse en cuenta a la hora de que una persona se relaje?

–Intento buscar el bienestar en el gabinete brindando temperatura agradable, iluminación tenue, música suave, y una camilla de madera diseñada especialmente en largo y ancho para la comodidad del paciente. Respeto mucho la puntualidad a fin de otorgar todo el tiempo necesario para el tratamiento.

–¿Cómo es el método?

–Mi método de masaje no está focalizado en una región determinada del cuerpo, trato al individuo en su totalidad debido a que un nervio tiene lugar de comienzo y fin. En este masaje se incorpora la reflexología, por eso se comienza en los pies; digitopuntura (tocando puntos determinados), aromaterapia (uso de aceites esenciales). Al comenzar con los pies se logra detectar algunas patologías, y sabemos que encontramos allí (al igual que con las manos) terminales nerviosas.

–¿Cómo se desarrolla el masaje?

–El masaje no es estático, se acompaña con movimientos suaves y profundos y se va percibiendo cómo el cuerpo se va soltando. Todo empieza a fluir, así como un buceo por dentro, la persona navegando entrega sus emociones, pesares, angustias. Con cada respiración y cada estiramiento crece su poder interior. Es ahí el momento donde se reconoce ese tiempo exclusivo para el individuo. Al comienzo el paciente se encuentra boca abajo, luego boca arriba, y ahí ya se observa cómo el rostro se va distendiendo, soltando el exceso emocional acumulado en la consciencia y en la inconsciencia.

–¿Qué producen las cargas emocionales?

–Las cargas emocionales alteran las posturas corporales, van a lugares específicos y se forman las contracturas o los llamados nudos, cosas que nos tienen atados en mente y cuerpo, al no saber o no poder expresarlas. El único instrumento que utilizo son las manos, y con la respiración ayudo a desbloquear esa carga emocional.

Frenar y destinar un momento a nosotros mismos. Una de las consignas para sentirnos mejor

–¿Se trabaja en el rostro?

–Sí, es el último punto de trabajo y asombra ver la expresión de satisfacción gracias a los cambios surgidos. Muchas veces, al finalizar la sesión manifiestan que desearían quedarse y me emocionan con sus palabras y abrazos. Suelo sugerir que al día siguiente me comenten cómo están. Los mensajes que recibo resultan maravillosos, los mismos pacientes me impulsan a seguir capacitándome.

–¿Hay edad o género para recibir masajes?

–No. Y en el caso particular de los bebés el shantala es muy beneficioso. Con los adolescentes se crea muy buena química, dialogan, preguntan y se interesan. En el caso de pacientes que son de la zona, una vez terminada la sesión se programa la próxima de acuerdo con su frecuencia de visita a la ciudad.

–¿Cuándo es necesario acudir a un masajista?

–Cada uno lo sabe. El cuerpo es muy sabio y nos avisa cuándo necesita masajes. En lo personal siempre estaré agradecida a mi mamá, quien me apoyó en el estudio y me inculcó la disciplina del trabajo. Hoy tengo en la pared los certificados que ella, con tanto amor, llevaba a enmarcar. Su dicho era: “Llegar es fácil, lo difícil es mantenerse”. Y hoy estaría feliz viendo que sigo en este mundo maravilloso y con resultados inexplicables. La gente me lo hace saber y es un halago recibir los mensajes que aparecen en mi teléfono. Pero ojo, esto requiere estar en eje siempre, por eso vuelco todo mi esfuerzo de lunes a viernes y los fines de semana trato de recargar pilas junto a mi hija.

–¿Anécdotas después de más de 30 años en el mundo del masaje?

–¡Muchísimas! Casi nadie sabe mi apellido. Soy la masajista de la calle Zelarrayán o en muchos casos “Manos mágicas”. A veces me tomo un taxi para volver a casa y el chofer me pregunta si voy a la masajista. Valoro a los médicos que me mandan pacientes: tengo personas oncológicas y con esclerosis múltiple; adultos mayores y hasta kinesiólogos. Estoy orgullosa de lo logrado y siempre con el deseo de seguir aprendiendo.

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