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DE AYER A HOY

Maryta Berenguer, una bahiense que cautivó con la palabra a los más chicos

La versátil artista dio rienda suelta a su talento para evaluar el camino que la convirtió en referente de la literatura infanto-juvenil. “Es necesario que los niños tengan siempre un libro a su alcance”, señaló.

Por Leandro Grecco
[email protected] – Instagram: @leandro.grecco – Twitter: @leandrogrecco

Las edades tempranas resultan un universo en sí mismo por descubrir. La inocencia de un alma pura, incapaz de pensar la maldad como un método en la vida, oxigena el día a día de una sociedad atravesada por los conflictos que se plantean como un desafío a desentrañar a cada paso, manteniendo un eje de conducta.

Todas aquellas personas que entregan horas de su tiempo a estimular el desarrollo de las infancias, a partir de la cultura, merecen un reconocimiento por su aporte esencial hacia un futuro sustentado en generaciones que cuentan con las herramientas necesarias para afrontar las vicisitudes propias del crecimiento, donde las perspectivas presagian que esos chicos de hoy requerirán de aptitudes cada vez más individuales y sinérgicas para trascender.

Maryta Berenguer es una de las profesionales con mayor expertiz en la divulgación de la palabra dentro de un grupo etario que, pese a la estimulación que trae consigo el avance de la tecnología, mantiene viva la inigualable experiencia de dejar volar la imaginación. Profesora, escritora, narradora oral, son solo algunas de sus facetas. En La Brújula 24, exploraremos su mundo real, combinado con la fantasía de sus atragantes textos, reconocidos mundialmente especialmente por chicos y valorados por grandes.

“Soy oriunda de Bahía Blanca. Me criaron mis tías paternas, se ve que el destino quiso que mi vida comience como en un cuento (risas) y crecí cobijada de amor. Fue Isabel, a la que le decíamos Yaya, quien me llenó de afecto, luego fue la abuela de mis hijos y fundamentalmente tomó el rol de mi mamá biológica, la cual falleció cuando yo recién había nacido. No sentí su ausencia, porque uno no extraña lo que no conoce”, fueron sus primeros conceptos en la amena charla que recién iniciaba en la calidez de su vivienda del bario Universitario.

Los recuerdos comenzaron a aflorar a borbotones y surgieron a flor de piel: “Mi papá era ferroviario, se la pasaba viajando permanentemente por su trabajo como maquinista, un hombre al que le decían ‘el Alemán’, alto y pelirrojo de ojos azules. Soy hija única y pasé mi niñez en una casa de Avellaneda al 100, bajando el puente Colón y a pocos metros del club Velocidad y Resistencia”.

Tiempos de noviazgo con Osvaldo, su esposo en la actualidad.

“Fue una infancia feliz, en verano jugábamos a las escondidas, a la librada, las poses y la rayuela, además de saltar la soga. Era otra época y, como ocurría en todos los barrios, los vecinos aprovechaban el verano para sacar las sillas a la puerta de sus domicilios y nosotros jugábamos”, manifestó, con tono pausado, disfrutando cada imagen de la evocación y convirtiéndola en relato.

La formación fue indispensable, como en cualquier otro caso, pero en lo que respecta a nuestra entrevistada, aún más: “Hice el jardín de infantes y la primaria en la Escuela Nacional Nº 97, con el dato no menor para lo que luego sería mi etapa posterior que en los actos escolares solía ser protagonista. Era una alumna estudiosa, siempre y cuando el contenido fuera de mi interés, teniendo más facilidad con las materias humanísticas. Ya los estudios secundarios los cursé en el Ciclo Básico”.

Recibiendo el Premio Susini por el programa radial El Recreo (1988).

“Pasé por el Instituto Superior de María Auxiliadora donde me recibí de Profesora para la Enseñanza Primaria, apoyada en mi vocación de enseñar. En el Juan XXIII estudié Pedagogía, en la Universidad Nacional del Sur cursé Licenciatura en Letras. Esa etapa coincidió con el nacimiento de mi segundo hijo y, por tal motivo, me quedaron pendientes los idiomas griego y latín”, admitió Maryta.

Consultada respecto a sus restantes logros, detalló: “También me recibí de Instructora de Juego Dramático e hice el magisterio, ambos en la Escuela de Teatro, donde también con el tiempo me gradué como profesora. Siendo muy joven rendí examen por concurso en LU7 Radio General San Martín, donde me desempeñé como locutora”.

“Más allá de que me pueda definir como polifacética, todo tiene que ver con la palabra, que se convirtió en mi herramienta en sus múltiples formas, con la que pude transmitir. En el Juan XXIII fui profesora durante siete años de la carrera de Locutor Nacional del ISER. Ocurre que desde joven comencé a viajar como especialista en literatura infantil y juvenil, la rama en la que me especialicé”, sentenció Berenguer, mientras su mirada la transportaba a diferentes experiencias del pasado.

Luego, evaluó implicancias de la vida personal en la forma en la que es popularmente conocida: “Estoy casada con Osvaldo Berenguer, al cual ‘le usurpé’ profesionalmente el apellido, al punto de que se convirtió en una marca para mí, porque en realidad soy Álvarez. Y mi segundo nombre es Mary, el primero es Olga y en la radio para hacer ‘Maryta en el País de los Niños’ me bautizaron para siempre con el diminutivo”.

El momento de la entrega de otro premio por su labor radial.

“En Radio Nacional hice ‘Sueñitos de Colores’ por espacio de 14 años motivo por el cual puedo decir orgullosa que pude combinar mis pasiones: la docencia, la literatura y las múltiples formas de expresarse. Se me asocia mucho con las infancias por mi especialidad docente; considero que la niñez siempre ha sido igual, pese al paso del tiempo y algunas cosas que solían tener los chicos y ahora no tienen”, exclamó, sin vacilar y con la firmeza de quien sabe de lo que habla.

Claro, aquella enunciación anterior tiene un argumento: “Los niños se siguen sintiendo atraídos por los cuentos y los relatos como cuando me sorprendía en mis primeros años de vida y del mismo modo que me ocurría cuando empecé en esto. Recorro distintos lugares porque me toman como autora, me dedico a escribir para un público que va desde el nivel inicial hasta los 15 años, que es el registro que me interesa abarcar”.

Posando junto a Ernesto Rodríguez Abad, escritor y narrador tinerfeño.

“Al abrir un libro-álbum y empezar a contarlo, comunicando las historias es algo que nunca podrá ser reemplazado por nada y no por eso reniego de la tecnología porque soy una usuaria permanente, al chico se le llega de una forma tradicional por así decirlo, ya sea narrando a viva voz o yendo uno por uno mostrándole el libro. Que un niño juegue con el celular, no invalida que pueda disfrutar de la visita de una persona que le cuenta una historia o le muestra un libro”, sostuvo, mientras el ida y vuelta con este cronista se iba tornando cada vez más atrapante.

Y no sale de su asombro cuando, como autora, toma contacto con sus lectores: “Es de destacar cómo los niños se llenan de alegría cuando me toca conocerlos personalmente y me gritan ‘a mí Maryta’. Esto lo viví días atrás en Casbas y Las Grutas, recorriendo escuelas. Creo fervientemente en que los chicos deben tener posibilidades, que en sus casas tengan libros al alcance o visiten una biblioteca popular si no se pueden comprar los ejemplares”.

Berenguer y la escritora Elsa Isabel Bornemann.

“Hace 33 años fundé la denominada Pajarita de Papel, que nació en calle 11 de abril donde estaba la Asociación Cristiana de Jóvenes, en ese lugar comencé a dar talleres literarios para niños, sobre finales de la década del 70, en un espacio que estaba algo venido a menos y Alberto D´Alessandro daba guitarra”, expuso Berenguer, en relación a uno de los hitos de su derrotero.

En ese mismo sentido, rememoró que “ambos éramos los docentes a cargo en ese espacio, hasta que un buen día, ya con la especialización en literatura infantil y juvenil concluida, la cual hice epistolarmente en Madrid que me permitió conocer no solo España sino otros países del mundo, se me ocurrió hacer una Feria del Libro”.

Maryta junto a la gran titiritera Sarah Bianchi.

“Ese tipo de actividades no se hacían en la ciudad, por eso organicé con mis propios ejemplares, los cuales guardaba en mi casa, una exposición por un fin de semana y que luego se extendió por espacio de dos meses. Pasaron todas las escuelas de Bahía Blanca y muchas de la región y con los 1786 libros que traje de mi casa, nació la Biblioteca Popular Pajarita de Papel, donando esos ejemplares para que formen parte de la misma”, agregó, con la picardía de saber que aquella patriada fue un éxito.

Consultada respecto a cómo se despertó esa vocación por la palabra, Maryta dejó un párrafo aparte para su tío Manuel: “Fue uno de los grandes inspiradores de lo que luego fue mi derrotero profesional porque era la menor de todos mis primos y en la casa de ellos, sobre calle O’Higgins frente al Club Estudiantes, había una biblioteca chiquita que contenía los seis tomos del Tesoro de la Juventud que los leí todos. Y con él hablaba mucho, me hacía escuchar zarzuelas españolas y música clásica”.

Reconocimiento en la UNS por el Día de la Mujer, en 2015.

“A eso hay que sumarle la influencia de mis primeras maestras porque me incentivaban a actuar, además de ser una buena lectora en voz alta. Tal es así que en primero superior, la docente me llevaba de grado en grado para que recite las poesías con ademanes. Nadie me lo impuso, nací para esto”, explicó, llegando al epílogo de la nota.

En la actualidad, mantiene vivo el fuego de la pasión por lo que hace: “Hoy sigo con las mismas ganas de siempre, muchos se sorprenden porque me ven bien conservada y yo les contesto que la clave es el trabajo que hago, al que le pongo mucha alegría y placer. Los viajes me mantienen jovial, los hago como narradora oral de cuentos, lo que me permitió hace más de 25 años dar clases en Buenos Aires”.

Acompañada de sus hijos.

“Hace tres años me retiré de la presidencia de la Pajarita de Papel, dejándole el cargo al arquitecto Gustavo Lizarraga, marido de Renata Ceballos, para dedicarme a lo mío que es la editorial MB y recorrer distintos lugares a los que me convocan. Cuando a la Biblioteca Popular la desalojaron de la Asociación Cristiana de Jóvenes nos instalamos por un breve lapso en LU7 porque no teníamos dónde ir con los libros”, apuntó.

Aquella incertidumbre encontró respuesta en el ámbito público: “Ya en la intendencia de Jaime Linares, junto con Ricardo Margo como director de Cultura, nos cedió lo que era un quincho del ex Hotel de Inmigrantes, espacio que acondicionamos y en el cual aún sigue estando emplazada la biblioteca popular. Dejé la presidencia cuando estuve segura de que teníamos todo en regla y el comodato por parte del municipio, durante el primero de los mandatos de Héctor Gay”.

Maryta, Abril y Mora, abuela y nietas.

“Ese paso me permitió dedicarme de lleno a mi labor de editora que no la uso para publicar mis libros, siendo el más conocido de los míos la saga de El Viajero de los Tiempos, tengo policiales, siempre para el público infanto-juvenil. Y este año, junto a otra editorial amiga, logramos un stand propio en la Feria Internacional del Libro, donde siempre fui como narradora oral, escritora que firma ejemplares. Incluso ya estamos gestionando la presencia para la edición 2023”, indicó, con la misma ilusión del primer día.

Por último, se enorgulleció con el nivel de penetración de la creación más preciada, la que le da sentido a su vida laboralmente hablando: “MB fue la primera editorial especializada en literatura infantil y juvenil, independiente, pero a la vez profesional del sur de la provincia con presencia en este tan importante evento a nivel mundial”.

Como si fuera un libro, las últimas líneas de este artículo ya se escribieron. Sin embargo, la riqueza de su inquieta cotidianeidad obligaría a un segundo capítulo que, quizás, tampoco lograría abarcar el objetivo de la nota periodística. El final con ella siempre será abierto, en especial porque aún tiene muchos proyectos. Por tal motivo, no aplica enunciar el clásico “Colorín Colorado…”, porque el cuento no ha terminado.

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