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DE AYER A HOY

Nadal: “Al atletismo lo llevo en el alma y entrenar a chicos es mi pasión”

Destacada deportista, explicó cómo se encendió la llama de la educación física. Su niñez en Salliqueló. El arribo a Bahía y sus años en España. “El país no tiene proyecto para competir de igual a igual”, dijo.

Por Leandro Grecco
Facebook: Leandro Carlos Grecco/Instagram: @leandro.grecco/Twitter: @leandrogrecco

La protagonista de esta sección vino a este mundo en un establecimiento rural del oeste de la provincia de Buenos Aires y desde muy pequeña mostró un espíritu inquieto y un notable talento atlético. Sus dotes para el deporte se manifestaron rápidamente tanto en la infancia como en la juventud, destacándose en diversas disciplinas. Este fervor por el atletismo y su determinación la llevaron a Bahía Blanca, donde se propuso perfeccionar su estilo y alcanzar nuevas metas.

Con un objetivo claro, comenzó a entrenar con más intensidad y a competir en eventos de mayor envergadura. Sus esfuerzos no tardaron en dar frutos, y pronto empezó a cosechar logros importantes en su carrera deportiva. Sin embargo, no solo encontró satisfacción en sus propias victorias, sino que también descubrió una pasión por la enseñanza. Transmitir sus conocimientos y experiencias se convirtió en el motor de su día a día, hallando en la educación física una vocación que la llenaba plenamente.

Su deseo de perfeccionarse la llevó a España, donde vivió más de una década. Allí, no solo mejoró sus habilidades atléticas, sino que también amplió sus conocimientos en la pedagogía del deporte. A pesar del éxito y las oportunidades que encontró en el extranjero, su corazón siempre estuvo ligado a su tierra natal. Decidió regresar a Argentina, impulsada por un amor y el deseo de contribuir al desarrollo del deporte en su comunidad. Hoy, es una figura destacada en el ámbito de la educación física, desempeñándose con dedicación en el Complejo Las Tres Villas. En La Brújula 24, ofrece su testimonio Patricia Nadal.

“Hace 57 años nací en Salliqueló. Mis abuelos tenían campo, razón por la cual mis padres se quedaron allí y yo con ellos hasta que cumplí los 17 años. Iba a estudiar a una escuela rural que estaba en Ingeniero Thompson, a cinco kilómetros de casa y ya en séptimo grado continué en mi pueblo”, explicó Nadal, mientras repasaba mentalmente una etapa lejana de aquel tiempo.

Y consideró: “A través de un profesor, conocí el atletismo, pero teníamos Educación Física solo una vez a la semana, los viernes que eran los días que las familias destinaban para hacer las compras generales para toda la semana y los chicos nos quedábamos haciendo ejercicio”.

“Fui una buena alumna, bastante aplicada y me gustaban mucho los deportes, con mis primos jugaba mucho al fútbol, algo que estaba muy mal visto para las chicas. Incluso, actualmente estoy practicando esa disciplina que me encanta. Era muy inquieta, no me quedaba dibujando o pintando, tenía predilección por andar a caballo, ir a buscar corriendo a los animales, saltar o trepar a los árboles”, manifestó, con una pícara sonrisa en su rostro. 

Consultada sobre cómo se gestó su vocación, mencionó que “el atletismo se arraigó en mí antes de llegar a esta ciudad y paradójicamente, fue gracias a un maestro de Historia que también enseñaba aspectos ligados con la educación física. No había profesores en ese entonces, de a poco fueron apareciendo”.

“Todo comenzó con la aparición de los Centros de Educación Física y el de mi pueblo de los primeros que se convirtió en una suerte de club, yendo a competir a Santa Rosa (La Pampa), porque nos quedaba más cerca. Luego, coincidiendo con el momento en el que cumplí los 15 años, nos obligaron a pasar a Mar del Plata porque éramos parte de la provincia de Buenos Aires”, detalló Nadal, siempre locuaz y desenvuelta.

Con el equipaje lleno de sueños, persiguió su sueño: “A Bahía Blanca llegué para estudiar Educación Física, soy casi la única de la rama del árbol genealógico que no se volcó por la agricultura o la ganadería, incluso mi hermano menor es veterinario. Me radiqué sola en esta ciudad, únicamente vinieron conmigo mis otros compañeros con los que habíamos terminado la secundaria en el pueblo e iban a estudiar una carrera”.

“Acá empecé a vincularme con otros profesores, se me abrió el espectro, tal es así que para rendir el examen de ingreso tuve que aprender a nadar en tiempo récord, pero como tenía bastante habilidad lo pude incorporar bien”,admitió Patricia, en un pequeño receso de una de las clases que dicta en el complejo ubicado en calle 14 de Julio.

Tuvo que asumir la difícil tarea de sobrevivir en un hábitat desconocido: “Llegué a un lugar donde ni siquiera tenía un familiar lejano, por lo que la situación podría haberse complicado, algo que por suerte no sucedió. Me recibí de profesora de Educación Física, en paralelo con una agitada carrera dentro del atletismo”.

“Corría el año 1982 y antes de la Guerra de las Malvinas, fuimos a un Torneo Provincial en Mar del Plata y me tocó ganar la competencia de lanzamiento de jabalina. Eso me abría grandes chances para disputar el certamen nacional en Comodoro Rivadavia, aunque por ese conflicto bélico todo se suspendió. Esa fue mi primera frustración”, se lamentó aún como si aquella herida estuviera abierta. 

Y lo argumentó:“Tenía una enorme esperanza y me había entrenado muchísimo. Me especialicé en la jabalina, incentivada por otros chicos más grandes que practicaban la misma disciplina. Otro momento inolvidable fue el paso por Campo de Mayo, donde se reunía una importante cantidad de atletas de todo el país y se hacían campeonatos con el mejor nivel que uno podía encontrar”. 

“Con apenas 19 años logré formar mi propia escuelita en Tiro Federal, institución a la que representaba y de ese entrañable espacio surgieron deportistas de la talla de Gustavo Aguirre que fue olímpico, con el cual nos une una gran amistad”, apuntó Nadal, una mujer muy querida dentro del ambiente..

Su alma aventurera pudo más y se animó a perseguir sus sueños: “En 1992 me fui a vivir a España, con la perspectiva de ir a ver los Juegos de Barcelona, apoyada por gente amiga que me estaba esperando allá. Terminé viendo el evento por televisión porque trabajaba en un bar (risas), pero allá me especialicé con la Licenciatura en Educación Física y prácticamente todo el Doctorado”.

“Fue un gran aprendizaje, que tuvo su pico máximo con mi participación en el Mundial de Atletismo desarrollado en Sevilla en 1999. En aquel país europeo hay una Liga, como acá existe la A y la B del fútbol, y representando al Bidezabal que significa ‘camino ancho’ en el idioma vásco me di el lujo de incursionar en salto con garrocha que empezaba a permitirse para la rama femenina y en salto en alto”, acotó promediando el ida y vuelta con el cronista de este diario digital. 

Su talento y el entrenamiento la posicionaron como una referente: “Mi potencia de piernas me permitía estar a la altura de las circunstancias y competir casi de igual a igual, sumado a la destreza innata y el fuerte entrenamiento, hizo que pueda tener cierto destaque. Esos rendimientos se prolongaron inclusive en mi etapa de atleta Master”.

“Volví a Argentina en 2005, luego de 14 años, por cosas del corazón, por un amor, pero fue un quiebre que tenía que darse inevitablemente. Antes de ese regreso hice el Camino a Santiago de Compostela en bicicleta que me marcó bastante y donde pude reflexionar profundamente”, evocó, sin dejar un espacio para el arrepentimiento

Patricia no la pasó nada bien: “Fue una etapa dura, una decisión bastante sacrificada, pero por suerte en Bahía pude retomar parte de lo que había dejado antes de emigrar, conseguí trabajo en las escuelas y en la Municipalidad con Cristian Bossia, quien me pidió que resucite al atletismo porque estaba muy caído. Por eso llevamos la actividad a las aulas y una tarea denodada en Las 3 Villas, que hasta el día de hoy es un éxito”.

“Todo ese compromiso no me impidió seguir compitiendo como atleta Master, aunque siempre repito que logré más cosas como profesora o entrenadora. La experiencia más linda que me tocó desde que volví a Argentina fue ir a Cachi, en Salta, con la Selección Argentina de fondo”, exclamó orgullosa. 

Asimismo, recordó cómo se gestó aquella posibilidad: “Aquel proyecto nació en 2018 con los Juegos Olímpicos de la Juventud y me tocó acompañar al atleta Juan Ignacio Rudolf. Me llevaron, además, porque había pocas entrenadoras para las mujeres, por lo que fueron 25 días de preparación intensa en la altura, una experiencia hermosa porque aprendí un montón, entendiendo que muchos chicos fueron quedando en el camino para aquella competición”.

“El atletismo es una pasión que llevo adentro, todo el mundo me dice que deje de pasar tanto tiempo en Las 3 Villas, un lugar en el que estoy mañana, tarde y noche. Lo que no entienden es que esto lo llevo en el alma, me gusta y lo hago por los chicos, sin importar que haya solo uno o 40, a todos los tenés que atender, dándole las herramientas para un entrenamiento de calidad”, aseguró, respecto de cómo encara cada jornada laboral.

No obstante, reconoció: “Uno los educa, los acompaña, sin importar si es sábado o domingo en los torneos, con la ilusión que representa para cada uno de ellos. Vienen para prepararse no solo para un campeonato provincial o nacional, también llegan motivados por buscar marcas para un Sudamericano, aunque en el trayecto puedan aparecer las frustraciones lógicas de cada carrera que obligan a trazar nuevos objetivos”.

“La pandemia nos ha jugado una mala pasada porque la juventud deja de entrenar cuando ingresa a la Universidad, algo así como el 85% de los que habían iniciado en sus infancias. Otros abandonan la práctica para salir a trabajar, por eso desde nuestro lugar tratamos de mostrarles que el sacrificio que hicieron durante casi diez años no se puede tirar por la borda”, sostuvo con algo de fastidio Nadal. 

Sin embargo, disparó una crítica al sistema: “Si no hay ayuda, becas u otra salida, los pocos que continúan emigran al exterior, por ejemplo a Estados Unidos, para buscar nuevos desafíos. Lo que me ocurrió en España fue estar más cerca de la élite del deporte porque estamos hablando de un país que lleva gente de distintas nacionalidades para elevar su nivel, tal como ocurrió con otras disciplinas como el fútbol, el básquet y el handball. Esa fue la receta que utilizaron para levantar el nivel”.

“En nuestro país faltan recursos económicos, hoy no hay nada de inversión, ni siquiera un proyecto. Brasil, en los Juegos que organizó tenía como presupuesto de atletismo el mismo que el de toda la delegación de Argentina, por eso no se puede competir de igual a igual”, finalizó la entrevistada.

La labor de Patricia Nadal no solo se enfoca en el entrenamiento físico, sino también en inculcar valores de constancia y tesón a sus alumnos. Gracias a su vasta experiencia y a los conocimientos adquiridos, se ha convertido en una referente para muchos, demostrando que la pasión y el esfuerzo pueden transformar vidas y comunidades.

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