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Por Pablo Acrogliano

¿Qué modelo de salud queremos?

La estrategia a trabajar es la de Atención Primaria de la Salud (APS) que consiste en la asistencia sanitaria esencial, basada en métodos y tecnologías prácticos, científicamente fundados y socialmente aceptables, puesta al alcance de todos los individuos y familias de la comunidad mediante su plena participación

Por Pablo Acrogliano, médico, secretario de Salud del Municipio de Bahía Blanca

El sistema de salud argentino presenta características distintivas y valiosas, en tanto implica que todo aquel que transite en suelo nacional cuenta con la oportunidad y el derecho de ser asistido en forma gratuita en los servicios del subsector público de atención. Se trata de un sistema que prioriza el acceso universal y la cobertura. Sin embargo, la existencia de subsectores de salud (privado, seguridad social y público) en el marco de niveles administrativos con responsabilidades diversas, y no siempre bien definidas  entre jurisdicciones, (Nación, Provincia, Municipio), produce un alto nivel de fragmentación de sus servicios. Esto genera barreras de acceso e inequidades, prestación de baja calidad técnica, uso irracional e ineficiente de los recursos disponibles, incremento innecesario de los costos y una baja satisfacción de los ciudadanos con los servicios que recibe: largas listas de espera, derivaciones tardías o la entrega de servicios con enfoque programático reducido, debiendo visitar múltiples sitios asistenciales y diversos prestadores para solucionar un único episodio de enfermedad.

Es tal la fragmentación que hasta el sistema de salud municipal la padece: está conformado por una Secretaria de Salud que solo administra el primer nivel de atención, sin injerencia sobre el Hospital Municipal ni el servicio de emergencias, ya que  están descentralizados por ordenanza.

El predominio del modelo de atención centrado en la enfermedad, el cuidado agudo y el manejo intra-hospitalario, es otro causal importante de la fragmentación de los servicios de salud, ya que la atención centrada en la enfermedad desconoce la importancia de la promoción de la salud y la prevención de la enfermedad. Al igual que desconoce las necesidades más amplias de la “persona como un todo”, por ejemplo la necesidad de apoyo social, mental y/o emocional en el manejo de enfermedades crónicas y/o pacientes terminales.

Hoy la ciudad  cuenta con ocho hospitales construidos durante el siglo pasado, de los cuales dos son públicos,  otros dos pertenecen a comunidades, tres son gremiales, y uno pertence a las Fuerzas Armadas. Excepto el Hospital Italiano, el resto cuenta con la misma infraestructura desde ese entonces. A febrero de 2022 se han informado 893 camas para el total de la población. Dispone de un primer nivel de atención municipal constituido por 10 centros de atención primaria de la salud, y por 42 centros de promoción (Unidades Sanitarias), cuatro vacunatorios, un consultorio deportológico y otro de ecografías. El servicio de emergencias SiEmPre tiene cinco bases y ocho móviles de alta complejidad.

En los últimos años ha aumentado la expectativa de vida que sumado al crecimiento poblacional resulta en un incremento de  pacientes, ocupando lugares dentro de los hospitales de los que en un buen porcentaje son  adultos mayores que necesitan estadías prolongadas. Con esta perspectiva no es raro que se desborde el sistema, y en ocasiones colapse  la atención médica. En otro orden, no sólo es un problema la falta de camas, sino también la cantidad de quirófanos, unidades de terapia intensiva, y otros servicios de apoyo que también poseen la misma disponibilidad que hace aproximadamente 30 años. Si agregamos la falta de personal y las condiciones de trabajo, el problema resulta muy complejo.

Revertir esta dinámica hospitalocéntrica requiere de decisión política del más alto nivel para que la salud sea política de Estado, y se establezcan políticas públicas acompañadas de acciones conjuntas inter e intrasectoriales, de tal manera de constituir una red de atención de asistencia integral que brinde universalidad, disponibilidad, equidad, acceso, aceptabilidad, calidad y participación ciudadana para poder sostenerla en el tiempo.

Organizar y desarrollar políticas públicas para mejorar la salud de la población exige no solo articular los distintos niveles de complejidad de asistencia médica, sino fundamentalmente construir estrategias de abordaje que posibiliten trabajar sobre los determinantes sociales de la salud, partícipes necesarios en el proceso salud – enfermedad – atención – cuidado.

Para alcanzar estos presupuestos es necesario readecuar aspectos legales y reorganizar recursos físicos, humanos o materiales, de tal forma que funcionen por niveles ascendentes de complejidad, desde el primero que son los centros de salud, hasta los más altos, los hospitales especializados.

La estrategia a trabajar es la de Atención Primaria de la Salud (APS) que consiste en la asistencia sanitaria esencial, basada en métodos y tecnologías prácticos, científicamente fundados y socialmente aceptables, puesta al alcance de todos los individuos y familias de la comunidad mediante su plena participación, y a un costo que la comunidad y el país  puedan soportar durante todas y cada una de las etapas de su desarrollo, con espíritu de autoresponsabilidad y autodeterminación.

Las acciones para alcanzar las metas de APS  son integrales, es decir afectan no solo lo curativo, sino fundamentalmente a lo preventivo. Por esto se acostumbra denominarles prevención primaria (promoción y protección de la salud), prevención secundaria  (curación), y prevención terciaria (rehabilitación), aplicando el concepto integrador de historia natural de la enfermedad.

El continuo asistencial abarca atención primaria, atención especializada (hospitalaria), atención de pacientes crónicos, y rehabilitación. Es necesario avanzar en la prevención y promoción. De esta forma se pueden principalmente mejorar los estilos de vida y disminuir la prevalencia de enfermedades crónicas, y en consecuencia, disminuir los recursos asistenciales necesarios, ya que la población mantiene la salud. Con esta estrategia tan solo el 20% de la consulta debería llegar al hospital. 

La salud es una inversión, ya que sin ella se resiente la calidad de vida, la igualdad de oportunidades, e incluso la capacidad de la fuerza laboral. Necesita acompañarse de equipos de salud preparados, que trabajen en entornos adecuados, que cuenten con los insumos necesarios y, fundamentalmente, de acompañado decisiones políticas adecuadas. El sector salud es mano de obra dependiente, aun cuando la tecnología médica empresarial y la industria farmacéutica intenten demostrar lo contrario, Hay que cuidar a los que cuidan.

La pandemia interpela el modelo de salud hospitalocéntrico, que aún persiste porque deja claro que no se trata simplemente de curar a un enfermo internado en un hospital, sino que es necesario un nuevo modelo que considere el proceso salud – enfermedad – atención – cuidado, como un continuo de atención integral, no solo sobre la enfermedad de una persona, sino sobre lo que genera en la esfera de su familia, y por ende,  también en la comunidad.

“Los sistemas de salud predominantes en todo el mundo están fallando, pues no están consiguiendo acompañar la tendencia en disminución de los problemas agudos frente al ascenso de las condiciones crónicas. Cuando los problemas de salud son crónicos, el modelo de tratamiento agudo no funciona… el paradigma de tratamiento agudo es dominante y aun preponderante para los tomadores de decisión, trabajadores de la salud, administradores y pacientes. Para lidiar con el ascenso de las condiciones crónicas, es imprescindible que los sistemas de salud se sobrepongan a este modelo dominante. Una de las formas de superar el modelo de gestión y atención vigente, y de adaptarlo a las necesidades actuales, es orientarlo al trabajo en redes.” (OMS 2003)

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