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INFORME ESPECIAL

Estrellas amarillas: una ONG que acompaña en el dolor y genera conciencia

Más de 10 años incentivando la educación vial y fomentando la asistencia a familiares de víctimas. Su origen. Los desafíos en pandemia. La planificación junto al Municipio. Y un testimonio desgarrador.

Leandro Grecco / [email protected]
Instagram: @leandro.grecco – Twitter: @leandrogrecco

Los incidentes de tránsito escalaron exponencialmente si se toman como referencia las estadísticas comparativas de un tiempo a esta parte. Explicaciones abundan, desde el crecimiento acelerado del parque automotor, pasando por el estado de las calles, hasta llegar a un aspecto más controversial: las infracciones de tránsito cometidas por los conductores que beben alcohol antes de sentarse frente al volante.

Se habla de incidentes por la sencilla razón de que son causales, a diferencia de los accidentes que a todas luces son casuales. Un juego de palabras, una letra que cambia el significado del hecho. Aquello que se puede evitar y donde el azar o la suerte quedan en un plano mínimo, no es un accidente.

Para evitar que se propaguen se requiere de educación, que empieza en casa, desde los ejemplos que los adultos legan a sus hijos. También tienen parte de responsabilidad las autoridades, con políticas claras y tendientes a cuidar tanto al peatón como al conductor. Y por último la actitud personal, la de cualquiera que sale a la calle, sabiendo que debe respetar las reglas establecidas para preservar su vida y, en especial, la del otro.

Estrellas Amarillas se transformó hace más de una década en un órgano visibilizador de las secuelas que dejan las pérdidas irreparables por siniestros trágicos y que podrían no haber acontecido si no existía falla humana. Si bien intervienen con el caso consumado, la huella que dejan en el asfalto o las charlas que ofrecen con los más jóvenes apuntan a bajar los índices que tanto dolor causan en la sociedad.

La Brújula 24 hurgó sobre la actualidad de un grupo de personas altruistas que le quitan tiempo a su vida, para ofrecérselo a los demás. Porque cuando en la calzada se aprecia una insignia pintada de color amarillo, un alma quedó inmortalizada y decenas de afectos la lloran.

“Los hechos de tránsito son una pandemia permanente”

Marcos Navarrete es el referente más visible de la ONG que será centro de nuestro artículo y conversó con la redacción de este diario digital: “Estrellas Amarillas es una campaña de concientización vial nacida en 2008 en Córdoba, dependiente de la fundación Laura Cristina Ambrosio Batittel. En Bahía se lanzó el 31 de julio del 2010 y venimos trabajando sin interrupciones hasta la fecha”.

“Tomamos conocimiento de la campaña por la mamá de Nestor Suenjo, un joven víctima del tránsito que perdió la vida un 22 de abril en la intersección de las calles Cramer y Bouchard, en pleno barrio Don Bosco. Luego, su madre nos alcanzó una revista que hablaba de la Fundación y el trabajo que desarrollaban. Se podría decir que ese fue el inicio formal”, enfatizó, durante otro tramo de la charla.

Respecto de las medidas concretas, destacó que “estamos convencidos de que nuestra tarea genera conciencia, sobre todo el trabajo que desarrollamos con los más pequeños (alumnos de jardines de infantes y niveles primarios). También fue interesante cuando tuvimos la posibilidad de concurrir a la salida de los boliches para hablar con los jóvenes, pidiendo no conducir cuando notábamos la presencia de alcohol en algunos de ellos”.

“Lamentablemente, los hechos de tránsito son una pandemia permanente y el Covid nos impidió continuar con algunas tareas, entre ellas rendir homenaje a muchas víctimas y repintar estrellas en otros tantos casos. O volver a trabajar con los jóvenes y llegar con nuestro proyecto Tercer Tiempo Responsable en todos los deportes, así como seguir participando de la Mesa de Seguridad Vial Municipal”, mencionó Navarrete, planteando las necesidades en el corto plazo.

Sobre aquellas semanas de mayor confinamiento, aclaró que fueron un respiro en lo que respecta a hechos de tránsito: “Obviamente que el encierro obligado ayudó mucho a bajar las estadísticas en siniestros viales durante los primeros meses de aislamiento y era de esperar que volvieran a incrementarse apenas se liberaran las actividades porque los bahienses somos transgresores e hijos del rigor”.

“Estrellas Amarillas en Bahía está compuesto por ocho personas, nos mantenemos en permanente actividad, aunque sea de manera virtual, pero a la hora de volver a las reuniones presenciales llegamos a más de 20 participantes”.

“Los familiares de víctimas son los que se contactan vía telefónica o a través de las redes sociales para solicitar el homenaje, siempre y cuando sean familiares directos. Organizamos una reunión y definimos una fecha para pintar la estrella”, sostuvo quien encabezara la lista de concejales del vecinalismo Unidos por Bahía, en 2013.

Y recalcó: “No recibimos ningún tipo de ayuda monetaria porque no se necesita dinero para rendir un homenaje. Los gastos de pintura y personal tanto de ingeniería de tránsito como los inspectores que nos acompañan en los actos corren por cuenta del estado municipal (un aspecto que está estipulado por decreto y ordenanza) y funcionamos así desde el mismo inicio de la campaña en la ciudad”.

“A quienes no miden las consecuencias de manejar bajo los efectos del alcohol no les daría un consejo, sí les cuento que en mi experiencia de compartir las mochilas de los que perdieron a un ser querido, pude entender eso del daño colateral. Nadie puede comprar un certificado que diga esto a mi no me va a pasar”, manifestó, sobre el final de su testimonio.

Por último, Navarrete fue aún más allá: “Que sepan que somos parte del tránsito desde que salimos a la vereda y que aunque nadie sale a “manejar” con la idea de lastimar a alguien, suele pasar cuando a la salida le sumamos alcohol. Por eso nuestro lema es: Si vas a beber, no manejes y si conducís no tomes alcohol, siempre hay alguien que te espera en casa.

La coordinación con Tránsito municipal

Mauro Dómini es Jefe Operativo de Tránsito del municipio y aportó su conocimiento en el tema, a partir de su labor durante años como inspector, ponderando en La Brújula 24 la incesante labor de la ONG que, pese a su perfil bajo, se ganó el respeto y el aplauso de los bahienses.

El trabajo que realizan es totalmente loable, lo hacen sin fines de lucro, poniendo el corazón por delante de cualquier rédito particular. Son personas que se reunieron desde el dolor por la pérdida de un ser querido y que entendieron que se trataba de vidas totalmente salvables porque era suficiente con que en el siniestro se respetaran las normas de tránsito. Además, quienes integran Estrellas Amarillas tienen sus trabajos particulares y contribuyen para que otras personas puedan hacer el duelo, además de la tarea de concientización que su labor implica dentro de la sociedad”, resumió Dómini.

En modo descriptivo, trazó un paralelo: “Desde el momento en que alguien está en la calle al mando de un vehículo y no respeta las normas, se convierte en lo mismo que un sujeto que está manipulando un arma y los familiares de las víctimas lo expresan a través de sus vivencias y el dolor de la pérdida irreparable, porque se trata de una persona que podría tranquilamente estar al lado de cada uno de ellos festejando, por ejemplo, las Fiestas”.

“Por eso es clave que desde la organización se baje un mensaje en el que se pregone el cuidado propio y de los terceros, a tal punto que por eso se incorporan al trabajo de los inspectores en cada operativo, desde la educación a partir de las charlas que se generan en distintos establecimientos”, destacó, consultado sobre la forma en la que interactúan.

Pero es un trabajo diario, de machacar continuamente: “En nuestro caso, los tenemos muy en cuenta para la implementación de campañas de seguridad vial. Es un grupo muy activo y dinámico que no se detiene, por eso merecen un reconocimiento. Una estrella pintada en el asfalto genera conciencia. Creo que toda campaña que se lleva adelante contribuye porque con el simple hecho de que solo uno de cada diez bahienses que transite por el lugar tome referencia de que allí murió alguien por no haberse respetado una norma de tránsito, se logró el cometido”.

“Es necesario que no se naturalice un fallecimiento evitable, a partir de una imprudencia y para eso es primordial la comunicación. Entender que si alguien tiene en mente beber alcohol no debe sentarse frente al volante, tampoco sobrecargar de ocupantes un vehículo, cuestiones que hacen a la seguridad vial. Apuntamos a que todos puedan regresar a sus domicilios vivos y sanos, disfrutando de la vida sin infringir la Ley Nacional de Tránsito”, cerró Dómini.

Una familia destruida y llena de dolor

Un atardecer de invierno, en 2019, Juan José Lucero se movilizaba a bordo de una moto Yamaha cuando protagonizó un incidente de tránsito en el cual también participó una Jeep Renegade. El hecho tuvo lugar en Paunero al 800 y Lucero falleció luego de tres meses de internación, mientras que la conductora de la camioneta fue a juicio oral, siendo declarada absuelta por el Juzgado en lo Correccional Nº 4.

Estefanía es hija del hombre fallecido y días atrás presenció el emotivo acto de pintado de la estrella amarilla en memoria de su papá: “Es un símbolo que sirve para recordar y concientizar, pero no hay nada que sane el dolor de su pérdida. Después del accidente nunca quise acercarme a ese lugar; cuando observé las imágenes en las noticias de mi papá tirado en el asfalto, solo y boca abajo fue terrible”.

“No podía sacarme esa imagen de mi mente y me costó muchísimo ir el día en que pintamos la estrella, pero necesitaba hacerlo. Recuerdo que llegamos al lugar e inmediatamente se me cruzaron por mi cabeza millones de imágenes. De solo pensar que si esta señora hubiese manejado despacio y tranquila como siempre lo hacia, hoy él estaría acá con nosotros”, se lamentó, con la voz entrecortada por la emoción.

Con relación al cambio rotundo que experimentó su vida, aseveró: “Las familias quedan destruidas, dejan lleno de dolor a los corazones de los que quedamos, jamás vuelven a reconstruirse y lo único que puede sanar un poco es lograr que haya justicia. En el caso de mi padre aún estamos esperando. El día del juicio fue otro golpe tremendo, saber que ella salió como si nada después de todo lo que él sufrió tras tantos meses internado. Llegué a casa y no paraba de llorar. Es como que nunca más vas a poder ir tranquila a visitarlo al cementerio porque no hubo justicia por su caso”.

“Mi hija nació el 1º de julio y el accidente fue el 13 de ese mes. Cuando conoció a mi bebè estaba enloquecido porque mi papá era pelirrojo y la nena tenía ese mismo rasgo desde nacimiento. Fue increíble, porque no pude disfrutar de mi hija en sus primeros meses y, a la vez, tampoco podía ir a verlo al hospital porque ella tenía apenas unos días de vida y en los hospitales hay muchos virus. Esa situación me llevó a caer en una depresión tremenda, por un lado, la felicidad por la llegada de mi hija y por el otro la tristeza e incertidumbre del cuadro de mi papá”, relató angustiada.

Por último, afirmó: “Lo que vivimos las familias después de un accidente de tránsito trágico es como una pesadilla, muy dolorosa y triste. Cada vez que miro a mi bebé, me aparece el reflejo de mi papá. Quiero agradecer el tremendo trabajo que hace la gente de Estrellas Amarillas, ayudando al otro en un momento de tanto dolor”.

Pasaron las Fiestas y llegan las vacaciones de verano, tiempos donde se incrementa la siniestrabilidad en las calles, donde la imprudencia se traduce no solo en el alcohol al volante, sino también en los conductores irresponsables hacen uso de sus teléfonos celulares mientras manejan. La reflexión comienza por la autocrítica, por el simple hecho de saber que si cada uno modifica sus hábitos nocivos, los peligros descienden.

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