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Cuando baja la espuma: qué pasa con el mercado de la cerveza artesanal en Bahía

Del furor de hace unos años, a la cautela. La historia de productores bahienses que, a pesar de ciertas complicaciones, siguen adelante con sus proyectos.

Por Juan Tucat, redacción de La Brújula 24 (@JuanTucat)

Cuando hablamos de cerveza artesanal pernsamos en una gran variedad de sabores, aromas, texturas y colores. Eso pasa porque el resultado de la elaboración depende, entre otros factores, del toque único que le da cada maestro cervecero.

Sobre cualquiera de esos puntos podríamos dedicar un capítulo extenso y didáctico. Aunque el motivo de esta nota pasa por otro lado.

En tiempos de dificultades económicas, sectores relacionados con entretenimiento y disfrute son los primeros en sentir el golpe. La gente opta por “achicarse” en algunos aspectos que, en otros momentos, ni siquiera lo pensaría.

Uno de los más afectados es la industria de la cerveza artesanal, que además enfrenta obstáculos para la importación de materia prima. En los últimos años, ese rubro pasó del furor absoluto al recaudo. Un presente complicado, especialmente para aquellos que se dedican a la elaboración.

(Una crónica del 2021 daba cuenta justamente de lo opuesto. “Cerveza artesanal: una moda que empieza a convertirse en clásico”, publicaba la redacción de La Brújula 24)

Al respecto, el equipo de redacción conversó con referentes de la ciudad, quienes con similitudes y diferencias, van afrontando la realidad que les toca. Como a todos.

“Yo comencé a hacer cerveza allá por el 2013, un poco antes el boom de la artesanal. En esa época iba bastante seguido a Mar del Plata, donde tuve mis primeros contactos con la cerveza artesanal, y en uno de esos viajes recuerdo haber ido a Antares y probar la famosa IPA. Era un sabor sumamente distinto, una cerveza muy novedosa para la época, mi mente automáticamente pensó, ‘yo esto lo quiero tener al alcance de la mano siempre’, y ahí volví con la idea de arrancar”, recordó Julián “Pochy” Acosta.

Y agregó: “En ese momento había información en foros y videos en YouTube de otros cerveceros caseros haciendo lo suyo de forma rudimentaria, con cosas al alcance de todos. También había un grupo de gente que ya hacía cerveza desde hacía un tiempo. Osvaldo Sabena de Cervecería Colonial y Pablo Polci, doctor en biología de la UNS, son dos grandes referentes del movimiento en Bahía Blanca y los precursores de toda esta movida”.

Además, comentó que “con otros tantos empezaron a trasmitir los conocimientos a las nuevas generaciones dentro de la que me encontraba. Seguí estudiando por mi cuenta, leyendo mucho y cocinando poco. Yo me dedicaba al biocombustible, otro rubro, y ahí conocí a un amigo que andaba en la misma que yo, arrancando a cocinar. Entre los dos armamos un bloque de cocción de 50 litros y en una habitación vacía de mi casa arrancamos a full como hombrewers (aquel que hace cerveza en casa)”

“Fueron dos años largos donde cocinábamos muchísimo, experimentamos mucho, creábamos recetas innovadoras y nos divertíamos mucho. La cerveza era solo para amigos, familiares y gustaba mucho, por suerte. Luego de este tiempo, ya en el 2017 decidí que quería dedicarme de lleno a la cerveza y se me presento la oportunidad de irme a trabajar a Meridiano Quinto, una de las fábricas de cerveza más emblemáticas de Argentina, ubicada en Jacinto Arauz, La Pampa”.

“En ese grupo de cerveceros que estaba Fernando Hernández y su compañera Pato, con los cuales había pegado buena onda. Fernando es mi gran mentor, ya que es un referente y a quien consulto desde mi época de ‘home’ hasta hoy en día. Él con su fábrica estaba en un proceso de expansión por lo cual necesitaba gente, así que tome la decisión de irme a vivir a Jacinto Arauz y dedicarme de lleno. Fueron dos años de mucho aprendizaje cervecero. La cosa cambia mucho de cuando haces cerveza en tu casa para tus amigos, a una fábrica donde haces un producto para vender”, remarcó.

“Ahí seguí formándome y me recibí de juez en cerveza avalado por la BJCP (Beer Judge Certification Program), un organismo internacional que se encarga de formar jueces para competencias”.

En este punto de su relato, “Pochy” contó que logró poner su propia cervecería, en la que incluso tocaban bandas y realizaban distintos tipos de eventos. Pero durante 2023, producto de la crisis económica, tuvo que “dar de baja” la iniciativa. “Estamos viviendo una crisis económica fuerte que atenta al bolsillo de las personas, y la cerveza artesanal al no ser un bien primario es lo que primero recorta”.

Los insumos son en dólares, lo cual significa que en octubre con la devaluación se fueron a un precio desorbitante, lo cual hizo que el precio final, se vea encarecido”.

Por otro lado, hoy por hoy la cerveza industrial está significativamente mas barata, con lo cual es difícil que la gente elija la artesanal. Y esto, sumado a que esta temporada de verano fue la peor en la historia, donde se vendió de un 35 a un 40% menos respecto al año pasado, hizo difícil sostenerse”, aseveró el emprendedor.

Marco Molinari, por su parte, contó que “yo soy de la fábrica de cerveza Tres Hileras. Arranqué a hacer cerveza de forma casera en el quincho de mis viejos, cuando recién me había recibido, y estuve unos tres o cuatro años haciendo a pequeña escala, 20, 50 litros. En 2017, con unos amigos, unos compañeros de la universidad, decidimos encarar el emprendimiento, para vender en bares”.

“En ese momento estaba toda la moda de la cerveza artesanal en Bahía Blanca. Si bien se consumía, en muchos lugares se traía de Buenos Aires, Tandil, Bariloche, o Mar del Plata, y era muy poco lo que se producía acá. Entonces, la idea nuestra fue empezar a producir para tener un producto local”, añadió.

“En el 2017 nosotros empezamos a ‘cranearlo’, a sacar algunas cuentas, alquilamos un local, empezamos a comprar los equipos y en 2018 a vender. Al principio le vendíamos cerveza a locales gastronómicos, bares, cervecerías básicamente, en barril de 50 litros. A fin del 2018 abrimos donde tenemos la fábrica, que es Florida 652, y pusimos ahí la venta al público de cerveza embotellada, en botellas de uno y dos litros. En el invierno de 2019 abrimos el local de venta al público de recarga de cerveza artesanal, en la calle Salta 44 que vendíamos las mismas botellas, pero además hacíamos la recarga, porque tiene una habilitación distinta”.

“A lo largo que fuimos abriendo estos locales, fuimos tratando de aumentar nuestro porcentaje de venta directa al público, e ir reduciendo el porcentaje de venta a otras cervecerías. La idea nuestra es una vez que logremos hacer andar este proyecto, que calculo que estaríamos abriendo por ahí para septiembre de este año, es que ahí podamos ubicar prácticamente el 100 por ciento de nuestras producciones”, añadió.

Consultado respecto de la evolución del mercado, Marco recordó que “yo creo que al principio hubo una moda, la gente conoció un producto que no estaba acostumbrado. Me incluyo, se dio un furor en ese sentido. Ahora lo que está pasando es que estamos llegando a un equilibrio en el cual no se consume tanta cerveza artesanal, pero tampoco volvimos a como estábamos antes”.

“A nosotros nos compran nuestros clientes, que les gusta la cerveza artesanal, les gustan las variedades, las distintas ediciones limitadas que hacemos”.

“Si bien bajó, como toda moda, por ahí hay gente que ha vuelto a la cerveza industrial o ha probado cervezas que no le gustaban y lamentablemente se resignó y volvió a la industria, pero yo sí creo que mucha gente se despertó en ese sentido. Como todo, como el helado, una vez que probas uno bueno, no querés ir a comprar el helado al supermercado, porque hay una diferencia importante en la calidad, en la frescura, y hasta si se quiere en el tipo de producción”, concluyó.

Con la economía en crisis, las cervecerías artesanales, como todos los rubros, la pelean día a día para seguir adelante. Pero, más allá de eso, sus productores y sus consumidores tienen en sus manos definir si fueron solo una moda pasajera, o si ya son parte integral del mercado gastronómico de la ciudad.

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