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Por Raúl Woscoff

AMIA: veintisiete veces hemos repetido sus nombres

Por Raúl Woscoff, ex asesor ex UEIAMIA

Veintisiete años del atentado a la AMIA. Veintisiete veces hemos repetido sus nombres. Es como si los hubieran asesinado esas tantas veces y las ochenta y cinco víctimas del atentado a la AMIA se han convertido en dos mil doscientos noventa y cinco. En la injusta diversidad de sus muertes se fundieron credos, edades, y nacionalidades.

Seguiremos lanzando al aire sus nombres, alaridos fugaces en días de invierno que nos congelan el alma.

Es una imprecación anual de quienes no se rinden al olvido.

La causa AMIA es el “inventario del mal”. Todo lo que no debió hacerse se hizo. Hemos visto el peor rostro de la impunidad que es la indiferencia, en presidentes, ministros, jueces, fiscales, legisladores y  dirigentes.  Esa indiferencia, que como en una cruel y moderna mitología, es hija dilecta de la impunidad y el odio.

Faltan rostros. Los rostros de los victimarios, sus colaboradores, y los indiferentes.

Pero esta conjura del silencio tiene plazo. Se va a romper en mil pedazos. Desafiemos al silencio y la aceptación de un destino injusto.

En estos días Italia nos muestra que en la causa con más de treinta y ocho víctimas del “Plan Cóndor”, se han dictado ocho cadenas perpetuas en ausencia. Las condenas de segunda instancia de la Cámara de Apelaciones de Roma alcanzaron a siete militares chilenos, trece uruguayos, uno de Bolivia y tres de Perú. Recurramos al juicio en ausencia para destrabar la causa. No para cerrarla, sino para abrirla a la verdad. Puede ocurrir que los imputados no resulten condenados pero si lo será la impunidad.

Nuestra democracia, para mirarse sin sonrojarse en el espejo de la historia, debe también activar mecanismos internacionales no utilizados.

Hay tarea pendiente. La consigna del silencio tiene que quebrarse.

Venimos extendiendo el desaliento anual de nuestros reclamos de justicia. Pero la indiferencia también tiene que tener plazo de vencimiento, y debe rendirse ante una nueva obsesión de justicia.

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