Duilio Mambor repasa su historia ligada a la música y presenta a su hija cantante

Por Cecilia Corradetti / [email protected] / Especial para La Brújula24

Duilio Mambor todavía recuerda, como si fuera ayer, cuando robaba la llave del piano que estaba escondida en su casa y copiaba de oído las melodías que aprendía su hermana Norma en el conservatorio. Nada fue casual, era hijo y nieto de apasionados por la música y el tango.

Desde entonces corrió mucha agua debajo del puente, aunque, eso sí, su vida estuvo siempre atravesada por la música: grupos, giras, instrumentos. Da clases de teclado y, a la vez, también aprende. Y hoy, al hacer un balance de su trayectoria, asegura que la música lo salvó mientras presenta a Mili Mambor, su hija cantante.

Hijo de Orlando y Josefina Mussotto, una siciliana que llegó en la posguerra, Orlando Duilio Mambor (en honor a Duilio Marzio, un actor argentino de larga trayectoria del que su mamá era fan), se negó a estudiar en el conservatorio. Recuerda que lo aburría. Eso sí: a los 11 años ya había formado su primer grupo musical llamado “Cinta Aisladora”.

El nombre del grupo tenía una razón que hoy la relata mientras ríe: “Por entonces había otro grupo llamado ‘Cables Pelados’ y nosotros decíamos que íbamos a lograr taparlos”. Junto a su inseparable Dany Arrúa y otro amigo ya fallecido, comenzaron a tocar con un éxito rotundo.

“Nos hacían notas en varios medios, sobre todo porque éramos muy chicos”, evoca y relata que, más tarde, llegó Satwa, con temas propios y hasta un CD. Fue un antes y un después en su vida.

Poco después llegó la etapa del icónico Grupo Universitario, otra vez con Arrúa entre algunos de sus integrantes. Si bien Duilio se incorporó cuando el grupo ya estaba formado, vivió durante 23 años una repercusión increíble. De aquellos años recuerda miles de episodios que enriquecieron su carrera, entre ellos una inolvidable gira por Europa.

Sin embargo, cuando lo apremiaron sus compromisos laborales -siempre ligados a la venta de instrumentos en casas musicales- y una gran familia ensamblada, Duilio se alejó del grupo. “Los tiempos no daban y, además, es imposible vivir de la música”, sostiene.

Tras señalar que Satwa, por varios motivos, marcó su vida (en parte porque producían su propia música), enumeró otras bandas por las que pasó con gran entusiasmo, entre ellas “Toke” y “El Cine y su música”.

“Linda época en la que ensayábamos en el quincho de mi casa. Yo había superado un ACV y posterior cirugía cardíaca. Agradezco a mi esposa Marcela, la ‘Pocha’, por el aguante que nos hizo durante siete u ocho años para que siguiera en esto que era mi vida”, repasa.

“Como en la vida, en el camino recorrido hubo de todo, varias pérdidas y también muchas cosas buenas. Así, un día llegó ‘Vintage Groove’, una banda musical bahiense con gran repertorio y enormes colegas. De esa hermosa época guardo un recuerdo imborrable de un espectáculo en el Teatro Municipal repleto. Fue impresionante”, evoca, para luego hablar de su actualidad en dos grupos formados por excelentes músicos y personas: “Now” y “Eterno”.

“Las cosas de la vida, mi médico neurólogo, el doctor Gustavo Echevarría, quien me salvó la vida, también es músico y me convocó como invitado a participar de su banda”, se entusiasma, mientras cierra: “A los 64 años y tocando en público hace 53, hijo y nieto de músicos, me decidí nuevamente a estudiar música con mi amigo Dardo Scagnetti, concertista de piano bahiense, porque siempre se puede seguir creciendo, aprendiendo y disfrutando de lo que uno ama”.

La música, la familia, los amigos, Boca Juniors, Maradona y Messi, además de lo más trascendente, sus adoradas hijas Sofía, Julieta, Ailín, Daiana, Mili y Paz forman parte de lo más preciado de su vida.

“Mi inspiración”, confiesa Milagros

Además de heredar esa pasión, Mili Mambor, hija de Duilio y Marcela Santucci, cuarta generación de músicos por parte de su familia paterna, es el “calco” de su papá.

A sus 21 años, se lanzó como solista y cumplió así el sueño de toda su vida. “Creo que en parte se lo debo a mi papá, tecladista y percusionista. La música estuvo y está siempre en casa, en asados, en la familia”, cuenta Mili, que concurre al conservatorio y toca la guitarra.

En 2020 asistió a canto popular y le abrió un mundo nuevo de aprendizaje y grandes herramientas. “Me encontré con profesores excelentes. Luego de tres años de formación básica hoy curso primer año de educación musical y soy muy feliz”, señala.

“La música está presente en todos los ámbitos de mi vida. Entre otras cosas, también integro un grupo misionero de la iglesia y es mi manera de conectar con la fe y con Dios, algo que siempre me inculcó mi mamá”, aclara.

Para Mili, la música es encuentro. “Así como el mate, te invita a compartir y se genera algo mágico”, sostiene, para agregar que “siempre salen canciones cuando estamos en familia o con amigos”.

“La guitarra apareció en mi vida cuando cumplí 18 años y fue el puntapié. Toco el uquelele desde muy pequeña y me dio la oportunidad de percibir que amaba componer. Es mi gran compañero”, relata.

Sobre sus inicios como cantante, asegura que surgió de manera natural: “Siempre había soñado con ser cantante y un día fluyó tan hermosa y rápidamente una canción que fue el punto de partida. Luego llegó ‘Luminoso andar’, mi primer tema con el uquelele”.

Días atrás, Mili vivió otra gran experiencia invitada por dos psicólogas (una de ellas su hermana Ailín) que dictan un taller sobre educación emocional en la sede de Vicente López 2103.

Ailín Mambor y Carla Regolf le abrieron las puertas para que Mili se explayara sobre la incidencia de la música en las emociones, a través de charlas, juegos y expresión musical.

“Fue sorprendente cómo fluyó entre los niños y los adolescentes. La música y las emociones están íntimamente relacionadas y conté mi experiencia, compartimos canciones, leímos letras y pasamos un momento hermoso. Uno con la música se siente más liviano, sacamos lo que tenemos adentro, sanamos heridas…”, enumera.

–Mili, ¿Quién es Duilio Mambor?

–Mi papá y un músico que admiro profundamente. Es mi inspiración. Me acompaña a componer y a posicionarme en este mundo. Al igual que toda mi familia jamás me presiona, al contrario, me empuja y alienta. Hay un recuerdo que lo pinta de cuerpo entero: cuando yo era chica aprendió al pie de la letra el tema de “La Bella y la Bestia” solo para que pudiera interpretarlo.