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informe especial

Generación de cristal: un nuevo paradigma

Mitos y verdades. El origen de un fenómeno que es cada vez más evidente. El rol de los padres. La palabra de un reconocido profesional.

Por Juan Tucat, redacción La Brújula 24
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Existen ciertos conceptos que se han arraigado en el imaginario colectivo sin que nadie sepa realmente cómo surgieron, pero están presentes y son innegables. Hoy vamos a dedicar unas líneas a la denominada “Generación de Cristal”, también conocida como “Generación Z”.

¿De qué se trata?

El término se utiliza para referirse a los jóvenes de la actualidad, quienes se caracterizan por tener una sensibilidad emocional más marcada y menor tolerancia a la adversidad, en comparación con las generaciones anteriores. Han crecido en un contexto de avances tecnológicos y cambios sociales rápidos, lo cual ha influido en su forma de enfrentar los desafíos y dificultades de la vida.

Se les ha dado este nombre debido a la idea de que son “frágiles como el cristal” y se ofenden fácilmente ante críticas o situaciones difíciles. Se les acusa de tener una baja capacidad de resiliencia y buscar constantemente validación y reconocimiento externo.

Sin embargo, es importante tener en cuenta que estos estereotipos no se aplican a todos los individuos de esta generación, ya que cada persona es única y tiene su propia forma de enfrentar los desafíos.

Algunas características podrían ser las siguientes:

  • Desde que nacieron, la tecnología y las redes sociales forman parte de estilo de vida, a diferencia de sus padres, para quienes la tecnología es una herramienta de trabajo.
  • Como la tecnología forma parte de su día a día, generar amistades y romances vía redes sociales se convierte en una realidad y no una simple ilusión. 
  • Muestran interés disminuido por la lectura o los eventos culturales. Hoy en día es poco común ver a un joven con estos intereses. 
  • Sus habilidades están mayormente enfocadas hacia lo audiovisual.
  • Son sensibles a la problemática social, protestan ante realidades que la generación de sus padres llegó a normalizar. 
  • Son defensores de aquello que consideran injusto.
  • Sensibles emocionalmente y  menos tolerantes a la frustración.
  • Sensible al rechazo y a la crítica.
  • Son altamente demandantes. 
  • Expresan abiertamente sus emociones y pensamientos. 
  • Tienen un baja tolerancia a la frustración.  
  • Sus pequeños esfuerzos les parecen hazañas.
  • Tienden a deprimirse puesto que se cuestionan. Las cosas no suelen ser como lo esperan.
  • Están condicionados a premios, recompensas y negociaciones 
  • Son altamente creativos y evaden el sufrimiento.

Al respecto, La Brújula 24 dialogó con el psicólogo Antonio Porcelli Piusi, quien describió: “Se habla de una generación de niños y jóvenes que no tienen suficiente capacidad para esforzarse por sus objetivos, que los caracteriza la baja tolerancia a la frustración. Este conjunto de características terminan generando chicos que no son adaptativos, porque tienen dificultades para adaptarse a su entorno y alcanzar las metas que se proponen”.

“Yo pienso que es un continuo, no es algo delimitado formalmente por la edad. Es una cuestión artificial y simbólica. Creo que padres y madres tenemos que entender que algo está pasando en la generación de los jóvenes. Por ejemplo, ahora empezamos a ver algo muy llamativo, significativo y alarmante, porque estamos frente a la primera generación que tiene un coeficiente intelectual menor al de sus padres. Eso no había pasado nunca desde que se mide ese coeficiente particular. Desde siempre, los hijos tienden a ir siendo más inteligentes y ahora eso se está invirtiendo”, analizó el profesional. 

En esa misma línea, dijo que “la vida siempre ha sido muy difícil y sin lugar a dudas seguirá siéndolo. Los obstáculos que se tenían que enfrentar nuestros abuelos eran mucho mayores a los de ahora. Y si vamos más para atrás, a cientos o miles de años, el mundo era sin lugar a dudas mucho más adverso, los derechos eran escasos para la población, la gente se moría de hambre, los crímenes por violencia eran mucho más que ahora”.

Entonces, aseveró Porcelli Piusi, “quienes traen hijos al mundo nunca trajeron hijos al mundo que ofreciera una mejor oportunidad. Esa es mi visión optimista, pensando en la historia, no es que creo que el mundo sea sencillo y por eso es preocupante lo que está pasando con esta generación, porque no está a la altura de lo que tarde o temprano le termina ocurriendo, cuando en definitiva tiene que esforzarse y mucho, por ejemplo para mantener una familia”. 

Respecto de una posible evolución de dichas características, señaló que “esta generación de cristal, si algo le falta, es capacidad de esforzarse. A mi entender, y entiendo que es polémico, como padres y madres tenemos mucho que ver con esto. Hemos desarrollado una serie de ideas sobre la educación de los chicos y sobre lo que es ser buen padre o madre, que son equivocadas”. 

“Considero, como lo hace un gran número de expertos, que hemos confundido el lugar que la frustración debe tener en la vida de nuestros hijos. Hicimos algo así como lo que se llama ‘padres quitanieves’, que son aquellos que en vez de ayudar a sus hijos para que desarrollen herramientas y recursos para reponerse a los obstáculos, se los van quitando directamente. Somos una generación, en líneas generales, que ha sobreprotegido a sus hijos”, apuntó. Y dijo que esa cuestión en particular “quita oportunidades de desarrollar autonomía porque ellos mismos se ocupan de hacer cosas que los chicos podrían hacer”. 

De igual modo, el especialista explicó que “hoy los padres estamos compensando ciertos déficit que recibimos en materia de empatía y comprensión de parte de nuestros propios padres. Y esto tiene un comportamiento pendular. Así como la educación hace muchos años estaba marcada por una clara desconsideración hacia los niños, marcada por una falta de entendimiento de lo que ellos necesitan, hoy nos hemos pasado para el otro lado y les hemos quitado toda experiencia de frustración”.

“De pronto, es una mala palabra que al chico se le ponga una mala nota por temor a que se lo estigmatice, no se puede tener ningún tipo de medida disciplinaria en una escuela y los docentes no tienen la capacidad que tenían antes para hacerlo. Por ejemplo, ponerles una amonestación o sacarlo del aula, está mal. Son muchos cambios que ocurrieron en la sociedad y el sistema pedagógico, que en vez de protegerlos los ha desprotegido. Porque tarde o temprano la vida se pone compleja y difícil”, argumentó. 

Por otra parte, consultado respecto de cómo se puede ayudar a estos chicos y chicas, que sufren problemas en lo cotidiano, indicó que “el ser humano tiene una capacidad de cambiar que es sorprendente, yo lo veo día a día en el consultorio. Las personas tienen cambios que son maravillosos. Sin embargo, el porcentaje de jóvenes que llega a una consulta es y seguirá siendo escaso. Se encuentran, en su mayoría, sin la capacidad emocional para lidiar con la adversidad. Me parece que es necesario hacer una reflexión profunda para quienes llevamos adelante, con el corazón y nuestro esfuerzo, la noble tarea de ser padres, sobre cómo lo estamos haciendo”.

“Estos padres o madres guardaespaldas están hiper presentes y eso les quita a los chicos la posibilidad de desarrollar su autonomía y los va debilitando para su vida”, aseguró.

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Con información de Universidad Privada del Norte y redacción de La Brújula 24

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