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DE AYER A HOY

Ángel Cappa, exclusivo desde Madrid: “El fútbol me salvó la vida dos veces”

El DT bahiense destacó a Menotti. Habló de corrupción, al recordar el Vélez-Huracán de la polémica. Y ratificó su apoyo a la Izquierda: “El gobierno está defraudando, pero el macrismo fue lo peor después de la dictadura”.

Por Leandro Grecco / [email protected]
Instagram: @leandro.grecco – Twitter: @leandrogrecco

Si se encomendara el trabajo de confeccionar el azaroso listado de 50 personalidades de la ciudad con mayor notoriedad de la historia, más allá de sus méritos y tomando solo en cuenta su relevancia en la opinión pública, el entrevistado de hoy casi de manera unánime aparecería en esa nómina, compuesta por figuras de distintas disciplinas que se transformaron en verdaderos embajadores bahienses en el mundo.

El deporte ha aportado grandes valores en tal sentido, muchos han trascendido a partir de su desempeño dentro de un campo de juego, mientras que otros también tuvieron su participación como atletas, descollaron de los límites de la cancha hacia afuera, como formadores de talentos o responsable de planteles que están en el inconsciente colectivo de los fanáticos. Si a eso se le suman sus convicciones por una ideología política y el compromiso por los derechos humanos, el tamiz descarta a otros notorios valores.

En ese rubro, el nombre que sobresale es el de Ángel Cappa, un DT que repite haber nacido en la ciudad de Villa Mitre y se formó en España, luego de exiliarse durante la última dictadura militar y encontrar en el fútbol una vía de escape que lo acercó a César Luis Menotti. Aquello le permitió sentar las bases para, luego, ser el orientador táctico del Huracán que en 2009 acarició el título, un equipo que desarrollaba un juego vistoso y perdió aquella final con Vélez, con un mal arbitraje del cual se ocupará más adelante.

Luego de alegrarse porque en Madrid “está comenzando el otoño, la estación más linda por estas latitudes” y de explicar que vive “a unos diez minutos caminando del estadio Santiago Bernabeu”, se ensimismó en los recuerdos de su primera infancia, del otro lado del continente: “Nací en la ciudad de Villa Mitre, más precisamente en calle Castelar, en lo que era la casa de mis abuelos, a una cuadra de la plaza, a pocos metros de la Escuela Nº 12 y de la Iglesia San José, donde tomé la primera comunión y estudié catecismo, algo que era obligatorio por aquel entonces”.

“Mi papá tenía siete hermanos y era hijo de sicilianos, mi abuelo se llamaba Ángelo y mi abuela María Scabuzzo. Mi mamá, hija de un italiano, Luis Polchi, y una española, María Iturri Arizcuren, de origen vasco-navarro. Eran ocho hermanos, de los cuales uno de ellos, Luis, jugaba de número 5 en Villa Mitre. Tengo un hermano fallecido (Jorge) y jugó al básquet. Hice la primaria en la Escuela Nº 16 Joaquín V. González de calle Maipú, a una cuadra de donde residía mi abuela materna, sobre calle Parera, no muy lejos de donde estaba la primera cancha del club”, rememoró el reconocido director técnico, con sus raíces bien presentes en la memoria.

Inmediatamente después, añoró los primeros tiempos con la pelota: “Empecé jugando en los baby, cuando nos mudamos a calle Rivadavia y 14 de Julio, siempre dentro del mismo radio barrial. En Villa Mitre comencé con edad de sexta división, con el Chín Bermejo de entrenador y como era el más chico de todo el plantel, me puso de lateral izquierdo. Salimos campeones y me acuerdo de todo el equipo: Lamonega; Álvarez y yo; Alcain, Strillo y Ferrara; De Laurentis, Mazzarello, Loverde, Ogliori y Avellaneda. En ese equipo también alternaba Cano. El primer partido en cancha de Rosario, estaba engripado y no le dije nada a mi mamá porque no me quería perder el debut. Ganamos 2 a 0 con dos goles de Mazzarello”.

“Todo mis estudios secundarios los cursé en la Escuela de Comercio. Mi papá pensaba que había que ser Contador Público Nacional, algo que mi hermano cumplió, pero que en mi caso no se concretó porque no me gustaba en absoluto esa disciplina. Pero en aquel entonces se produce también mi debut en Primera División en el club de mis amores. Un partido contra Liniers en el que hice un gol, pese a que me pusieron de cuatro, con 17/18 años. La jugada fue un rebote de un tiro de esquina y el viento tuvo mucho que ver para que la pelota termine adentro del arco después de mi zapatazo al estilo “Pepino” Borello, evocó, entre risas y nostalgia, con la escenografía de fondo de una fresca tarde madrileña.

Sobre su proyecto como futbolista fue muy claro: “No tenía ningún objetivo respecto a mi carrera. Yo solamente quería jugar el domingo y eso me daba una enorme felicidad. No obstante, luego quedé libre y me compró Olimpo. Venía de no cobrar un solo peso en Villa Mitre y una vez me regalaron un par de botines cuando jugaba en la Selección bahiense con la condición de que lo mantenga en secreto. Solo por firmar con mi nuevo club me regalaron un departamento enfrente al correo, más precisamente en Moreno 45, lo cual marcaba un contraste enorme. Allí era semi-profesional porque cobraba un sueldo, premios, quizás no era una abultada suma de dinero pero que me permitía con 23 años irme a vivir solo, lo cual era un avance muy grande”.

“En Olimpo tuve la mala fortuna de lesionarme los ligamentos de la rodilla izquierda y en un Torneo Nacional, luego de salir campeones a fines de la década del 60, sufrí en Tucumán la misma lesión, pero en la pierna derecha. Estuve más de un año tratando de recuperarme, pero decidí dejar el fútbol con 27/28 años. En ese entonces no se me cruzaba por la cabeza convertirme en entrenador. Estando lesionado comencé a estudiar Filosofía y Psicopedagogía en una universidad privada, porque quería entender la realidad. Estamos hablando de una época donde uno se ilusionaba con transformar a la sociedad, dotándola de una mirada más equitativa”, explicó, sobre uno de los procesos más movilizantes de su vida.

Y es allí donde robustece sus firmes convicciones: “Militaba en el peronismo de base, la Izquierda de ese espacio político. Cuando vino el Golpe Militar, algunos compañeros míos fueron asesinados, otros torturados o encarcelados. En mi caso tuve la suerte de exiliarme del país y aterrizar en Madrid. Recuerdo un episodio puntual, un día terminaba de hacer panfletos y cuando los trasladaba en el auto, me pararon y, como me reconocieron por el fútbol me dejaron pasar sin revisar lo que llevaba. Pensé que otra oportunidad no iba a tener, entonces decidí venir para acá. Para aquel entonces estaba separado de la mamá de mi hijo Bernardo, que actualmente vive en Buenos Aires y es director de teatro”.

“Los primeros tiempos en España fueron duros porque hacía lo que podía para poder subsistir. Si bien es cierto que había jugado en Olimpo, llegué a Europa con 200 dólares en el bolsillo. Hacía changas, lo que fuera para sobrevivir. Hasta que conocí a mi actual pareja, me casé y resolví hacer el curso de entrenador de fútbol acá que demandó tres años. Luego trabajé con divisiones inferiores de la Federación Castellana, para aceptar el llamado de Banfield, que llegó por recomendación de César Luis Menotti, lo que me abrió las puertas para regresar, comenzando mi carrera un par de años después del regreso de la democracia a Argentina”, puntualizó, en una etapa floreciente de su recorrido profesional.

Con todo este derrotero, llegó a una tajante conclusión: “El fútbol me salvó dos veces la vida. La primera en Bahía, con aquella situación que relataba en pleno proceso del gobierno militar y la segunda cuando me permitió como director técnico dedicarme a mi pasión y recuperarme económicamente. Yo quería trabajar, no me importaba volver al país, muy por el contrario, significaba una alegría enorme. A Menotti lo conocí a través de Cayetano Rodríguez, otro bahiense ligado al fútbol. En 1981, César necesitaba a alguien que le viera equipos europeos, pasarle información de jugadores argentinos que estaban acá, en la previa del Mundial. Recuerdo que un día jugaba Argentina en Londres, viajé a conocerlo y me informó cuál iba a ser mi función”.

“Con Menotti estoy en contacto muy seguido, incluso hablé con él ayer. Ahora que los dos conocemos el Whatsapp nos creemos que somos expertos en tecnología. Creo que fue la figura más importante del fútbol argentino y lo sigue siendo. Rescató la identidad que se había perdido luego de que en el Mundial de Suecia de 1958, a Argentina le fuera muy mal. El plan era que la forma de jugar se asemeje a Europa. Y ‘el Flaco’, ya de jugador, pero más aún como entrenador, salvó nuestra idiosincrasia, poniéndola en los primeros planos. Con los conceptos, fue maestro de generaciones enteras, recuperando la herencia”, ponderó Cappa, sobre el DT del primer título en un Mundial para el país.

La vida quiso que esté al frente de jugadores con una proyección superlativa, en clubes de la elite a nivel mundial: “Cuando dirigí a Huracán tenía más de 60 años y estaba a punto de dejar la actividad. Entiendo que hay que cumplir etapas en la vida. Como terminó la de jugador, también ocurrió lo mismo con la de entrenador. Porque luego vino River, después Gimnasia de La Plata y la Universidad de San Martín, de la primera divisón de Perú, donde nos fue muy bien. Ahí trabajé no solo con ‘Cacho’ Rodríguez, sino también con Ángel Félix, ex Liniers y Comercial y con el profe Signorini. En ese momento dije ‘se terminó, a partir de este momento se abre otro capítulo’”.

“Hace poquito hablé con Eduardo Domínguez, Leandro Díaz y Paolo Goltz que están en Colón, a través de una comunicación telefónica de un programa de radio, antes de la final que terminaron ganando. Gracias a Dios mantengo vínculo con muchos, como es el caso de Marcelo Benítez y ‘Pico’ Hernández a quienes entrené en Banfield, el ‘Mago’ Capria, a quien dirigí en Racing, Claudio Úbeda, ‘Chiche’ Arano, Gastón Esmerado, ‘Pipi’ Araujo y Javier Pastore, que hace poquito llegó a España para jugar en el Elche y mantuvimos una conversación vía celular”, resaltó, orgulloso de lo bueno que le dejó su paso por el fútbol.

Quizás la imagen que más grabada quedó de estos últimos 15 años sea aquella en la que Cappa se sintió deliberadamente perjudicado por Gabriel Brazenas, el día que Huracán acarició el título, un equipo vistoso y que encarnó cabalmente su idea de juego: “A esta altura ya no tengo nada que decir del árbitro. Lo que sí espero es que algún día haya una investigación, una espera que parece en vano porque en el fútbol argentino nunca hubo algo por el estilo, pese a la infinidad de sospechas que existen desde 1934, cuando el segundo presidente de la AFA tuvo como lema: ‘voy a terminar con los sobornos’. Por eso, podemos decir que es un deporte que desde su origen profesional fue un corrupto y nunca se indagó sobre nada”.

“Brazenas no dirigió nunca más. Pero tampoco debió haber sido designado para aquel partido entre Huracán y Vélez porque no había aprobado el examen físico que les toman a los árbitros. Ya era fraudulento el hecho de que estuviera dentro del campo de juego, entonces la primera pregunta es por qué le dieron ese encuentro si no estaba habilitado. Son inquietudes que quedarán para siempre en la sospecha”, elevó su voz, indignado, aunque mostró cierto arrepentimiento sobre su conducta: “Cuando me veo puteando en un video me da vergüenza y trato de no ver esas imágenes”.

Cappa tiene muchas ganas de volver de visita a Argentina, pero más aún a Villa Mitre, su ciudad: “Estuve hace un par de años, en la previa a que se decretara la pandemia. Estoy esperando que pase un tiempo más para ir y pasear por el barrio, ver a mis amigos, a los cuales extraño mucho, entre los que siempre destaco a ‘Titi’ Santanafessa con quien conservo una amistad desde pibe cuando coincidimos en el mismo equipo de las inferiores, donde él era arquero. Un fenómeno, un tipo extraordinario”.

“A Argentina la veo con muchas dificultades, con un gobierno que había generado esperanzas y está defraudando. Después del macrismo que fue tremendo porque se trató de una descomunal agresión a las clases populares y que fue lo peor que le pasó al país después de la dictadura. La gente tenía muchas expectativas en quienes tomaron el mando luego y se está desilusionando día a día. La clase trabajadora está empobrecida y ve cómo se disuelve la fe que se había generado hace un par de años. Eso es lo peor y lo más triste, pero es una sociedad que resurge, renueva la lucha y seguramente renacerá”, analizó, descarnadamente, con relación a la situación socio-política.

Consultado respecto a si alguna vez había pensado en incursionar en la función pública, lo descartó de plano: “Hago política en el día a día, a partir del concepto de educación, sanidad, servicios públicos, el Estado, las empresas privadas y el capitalismo. En la medida que entendamos eso, somos seres involucrados. En las últimas PASO apoyé a la Izquierda, sin ser trotskista, pero me parece que es una ideología muy necesaria. Soy un admirador de Myriam Bregman y todos quienes componen ese espacio, personas de bien que trabajan junto con el pueblo para tratar de crear una conciencia distinta a la que nos inculcan los medios de comunicación”.

“España tiene más de 300 empresas en Argentina y mientras nadie las toque, algo que en la práctica no ocurre al punto de permitirle cualquier desbarajuste típico de las multinacionales, está todo bien porque a ellos solo les interesa eso”

En los últimos minutos de la videollamada, Ángel relató un día típico de su rutina cotidiana: “Me levanto y, luego de desayunar, vengo a la computadora para leer los diarios, sobre todo aquellos alternativos. Me informo de lo que ocurre en Bahía Blanca y todo eso me dispara esas ganas de escribir que me surgen a diario. Me compré una cinta para correr y una colchoneta que están en una habitación en la cual hago ejercicios físicos por espacio de una hora”.

“Paso mucho tiempo del día leyendo. Acabo de terminar un libro con un sociólogo chileno, Marcos Roitman, que se instaló en Madrid luego de la dictadura de Pinochet, en el cual dialogo sobre fútbol y política. Será publicado antes de fin de año. Previo a la pandemia iba al teatro, al cine, conferencias y actos y quisiera reintegrarme a esas actividades con mi mujer, con la cual compartimos la pasión por el cine. Claro está que sigo viendo mucho fútbol”, mencionó Cappa.

“Me cuidé mucho del Covid, era lo único que teníamos que hacer. Tengo las dos dosis aplicadas, al igual que mi mujer y mis hijos. En España el 75% ya completó el esquema de inmunización, lo que por fortuna disminuyó el nivel de contagios”

Al epílogo, volvió a hablar del deporte que lo apasiona: “Sigo siendo un buen alumno, no me veo como un maestro que dejó un legado, pero evidentemente por lo que dicen algunos jugadores, hay conceptos míos en la forma de trabajar de Eduardo Domínguez, Esmerado, Araujo, Arano, entre otros, a los cuales seguramente algo les ha quedado. No dan el fútbol argentino aquí en España. Ví la Copa América y observo Eliminatorias e incluso encuentro partidos de Bahía Blanca en Youtube, que no son actuales pero que me gusta mirar. De nivel internacional y sacando a los super conocidos, me gusta mucho De Bruyne del Manchester City, sigo disfrutando de Pastore que tiene la picardía bien nuestra, pero tampoco quiero dejar de mencionar a Salah y Mané, del Liverpool.

Tras una intensa media hora, Cappa agradeció la deferencia y aclaró que pronto subirá a un avión que lo conduzca a Argentina, para reencontrarse con sus raíces y su génesis.

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