Arbolito de Navidad: por qué se arma el 8 de diciembre

El 8 de diciembre, más que una fecha en el calendario, marca el inicio de la magia navideña en muchos hogares. Esta tradición nos invita a reunirnos en familia para armar el árbol de Navidad, un símbolo universal de esperanza y renovación. Pero ¿por qué justo este día? La respuesta está profundamente conectada con la celebración católica de la Inmaculada Concepción, proclamada como dogma en 1854 por el Papa Pío IX, un hito que agregó un toque espiritual a esta costumbre.

El árbol, con su esplendor de luces y decoraciones, encarna la pureza y la luz asociadas con la Virgen María. En este contexto, adornarlo no solo es un acto estético, sino un momento de reflexión espiritual que da inicio a la temporada de Adviento. Este periodo de espera y preparación nos guía hacia el nacimiento de Jesús.

Más allá de los hogares, las grandes ciudades se visten de gala con árboles navideños monumentales. Estas estructuras, verdaderas obras de arte, se convierten en puntos de encuentro para locales y turistas, quienes disfrutan de espectáculos de luces y decoraciones que parecen salir de un cuento de hadas. Cada adorno cuenta una historia, y cada chispa de luz invita a soñar.

Sin embargo, las raíces de esta tradición no son únicamente cristianas. Los antiguos celtas también rendían homenaje a los árboles durante el solsticio de invierno, viéndolos como símbolos de vida y conexión espiritual. Adornarlos con velas y ofrendas era su manera de honrar la naturaleza y resistir los embates del frío y la oscuridad.

Con el paso del tiempo, esta tradición ancestral se fusionó con las celebraciones cristianas, dando lugar al árbol navideño tal como lo conocemos hoy. Su simbolismo evolucionó para abarcar tanto elementos religiosos como culturales, convirtiéndose en un ícono universal de las fiestas.

Con información de Infobae