La bahiense que decidió darlo todo: adoptó a una nena de 10 años con discapacidad
María Lucila Saredi es psicopedagoga. En el Día Nacional de la Adopción, que se celebra todos los 15 de septiembre, relató el duro proceso hasta llegar a tener la guarda de Rosario, a quien conoció en un establecimiento educativo de Villa Nocito. De a poco, sus historias en TikTok se hacen virales.
Cecilia Corradetti / Especial para La Brújula / [email protected]
Maria Lucila Saredi, “Luchi”, de 38 años, bahiense, psicopedagoga y acompañante terapéutica, se topó el año pasado con el desafío más grande de su vida: decidió adoptar a una alumna con una discapacidad que la había conmovido en el preciso instante de conocerla en un establecimiento educativo de Villa Nocito.
Sin embargo, la grandeza de "Luchi" se puso de manifiesto cuando, al plantearle la idea a su novio, él le confesó que no estaba preparado: "Nos dimos un abrazo y nos deseamos lo mejor", relata. Y siguió adelante con su "chiquita" con quien conforma una familia monomarental que ya es conocida en TikTok.
Para Luchi fue una travesía inesperada que cambiaría por completo su visión del mundo, su corazón y sus objetivos. A través de su cuenta de Instagram y TikTok: @mamaluchiona, donde suele compartir “la parte linda” de su historia, logra inspirar a miles de personas a considerar la adopción de niños mayores, una tarea que aunque para muchos es un desafío, para ella es una oportunidad de amor.
No es casualidad que Rosario haya llegado a la vida de Luchi, mujer con gran vocación que complementa su profesión con un voluntariado en la Fundación Lazos, destinada a personas con discapacidad, y también en “Huellas”, una institución donde se practica equinoterapia.
“Si cierro los ojos, puedo recordar exactamente el momento en que la vi por primera vez. Ella caminaba por el pasillo del comedor, de la mano de la directora, cuando de repente me miró y me preguntó: '¿Vos sos mi seño?' Antes de que pudiera responder, me abrazó. Desde ese instante supe que quería cuidarla para siempre", reflexiona esta mamá orgullosa.
Y recuerda: “Nadie sabía qué tipo de discapacidad tenía ya que se había extraviado su documentación”. Pero eso no fue un obstáculo para que comenzara a interesarse más por ella y a involucrarse inmediatamente.
La conexión entre ambas fue instantánea. “Me pidió que la visitara en el hogar temporal donde vivía. Después de algunas reuniones y entrevistas con el personal de esa institución decidí convertirme en su referente afectivo”, evoca.
A partir de allí, organizaron salidas y paseos. Durante una de esas escapadas, la pequeña subió al auto y le soltó una frase que la dejó sin palabras: "Quiero que me adoptes".
“Quedé impactada y se me llenó la cabeza de preguntas”, señaló. Sin embargo, en ese mismo instante supo que no estaba frente a una situación temporal, sino ante un vínculo que la vida había puesto en su camino para siempre.
Lo que siguió, relata, fue un proceso largo y emocional. Luchi comenzó el proceso de vinculación llevándola a su casa los fines de semana, haciéndose cargo de las terapias que necesitaba la niña, y acompañándola en su proceso de sanación emocional.
Cuando finalmente llegó el día en que la pequeña se mudó con ella, ambas ya lo esperaban con ansias. "Ese día me pidió llamarme 'mamá', y acepté felizmente", recuerda con emoción.
Sin embargo, no todo fue fácil. Aunque el proceso judicial fue relativamente rápido (hoy tiene la guarda, algo previo a la adopción) la batalla contra la burocracia y el sistema de salud resultó ser otro desafío.
La niña tenía un Certificado Único de Discapacidad (CUD), pero la obra social IOMA no cubría ni cubre ninguna de las terapias que necesita, como equinoterapia, fonoaudiología, psicología, psicopedagogía, ortopedia dental y acompañamiento terapéutico. Además, tuvo que someterla a una intervención quirúrgica, lo que aumentó considerablemente los gastos médicos.
“Preocupada por encontrar una solución comencé a vender productos de cosmética para cubrir los gastos y pronto advertí que la gente no solo estaba interesada en los productos, sino en conocer más sobre mi historia como madre adoptiva”, cuenta.
En las redes
Fue entonces cuando Luchi comenzó a compartir su día a día en redes sociales. A través de su cuenta @mamaluchiona, Luchi narra las alegrías y dificultades de la maternidad, así como los desafíos de criar a una niña con necesidades especiales.
“Me encuentro con miles de mensajes que me llenan el corazón y muchísimas preguntas a las que intento responder como puedo. No tengo dominio de las redes, no soy influencer, incluso me enteré que con mil seguidores podía empezar a hacer vivos en TikTok y justo ayer hice el primero. Tengo que seguir organizándome en las redes”, sostiene.
La agrupación “Militamos adopción” subió a su Instagram uno de los posteos de Luchi y fue toda una sorpresa. Todo esto me llevó a hablar con las mamás que adoptaron mellizas con discapacidad. No es fácil. La realidad es que no debemos romantizar la adopción. Tiene miles de cosas hermosas, pero también implica una lucha enorme”, confiesa.
Lo cierto es que su frescura y honestidad capturan la atención de muchas personas, especialmente de quienes se plantean adoptar o criar hijos sin una pareja. “Muchas mujeres y hombres solos se me acercan para preguntarme sobre cómo es maternar en solitario, y por eso mi cuenta terminó convirtiéndose en una especie de blog personal”, relata.
Además de inspirar a través de sus redes, Luchi también busca concienciar sobre la adopción de niños mayores y la inclusión de personas con discapacidad.
"En Argentina, gracias a Dios, no hay bebés en condiciones de adoptabilidad, pero hay muchos niños más grandes esperando una familia. Es importante que se sepa que estos niños también merecen una oportunidad de ser amados", reflexiona.
A lo largo de este viaje, Luchi ha enfrentado dificultades, como la falta de recursos médicos adecuados y la pérdida de su trabajo durante el proceso de adopción. “Me tomé licencia cuando llegó mi hija a casa y ya no pude volver”, relata.
"Si me preguntan, hubiese preferido que ella no tuviera que pasar por todo lo que pasó para ser mi hija, pero la vida nos encontró, y voy a hacer todo lo posible por sanar lo que otros rompieron de la mejor manera que me salga", señala con firmeza.
Luchi no solo se convirtió en madre por primera vez, sino que también se ha transformado en una voz poderosa para la adopción y la lucha por los derechos de los niños y las personas con discapacidad.
“Hay quienes me dicen que me parezco a la 'Señorita Miel', y aunque no me veo así, creo que lo dicen porque trato de ser una fuente de amor y cuidado para mi hija, como lo fue ese personaje literario”, grafica
Hoy sigue esperando el juicio para la adopción plena, que se concretará en aproximadamente un año. Mientras tanto, sigue documentando su vida junto a su hija, motivando a otros a dar el paso hacia la adopción, especialmente de niños mayores.
"No fue un camino que busqué, pero ahora no me imagino mi vida de otra manera", concluye.
Una gran familia
María Lucila Saredi nació en Bahía Blanca el 7 de febrero de 1986. Es hija de Pía Berardi y Alejandro Saredi. “Tuve una infancia linda y tranquila y una adolescencia turbulenta. Mis padres se separaron y mi mamá se juntó con mi segundo papá, Alberto Torres. Ensamblamos familias, hoy puedo decir que tengo 10 hermanos, algunos de acá y otros de allá. No hay sangre, pero sí mucha trayectoria”, repasa.
“Tuvimos un restaurant conocido en la ciudad, Santino, donde trabajamos todos y aprendimos a ser familia. Luego de la pandemia, tuvimos que cerrarlo”, acota.
“Soy soltera, sin pareja. En el momento que conocí a mi hija estaba de novia y si bien él no quería tener hijos fue un gran motor para ayudarme a tomar la decisión. El día que ella se vino a vivir conmigo nos dimos un abrazo y nos deseamos lo mejor. Nunca la conoció personalmente”, recuerda.
“Cuando me llegaron los papeles de la guarda pude tomarme una licencia por adopción de seis meses. Pero en el transcurso de la licencia la titular de mi cargo volvió a su puesto. De modo que en octubre debería volver a concursar porque me quedé sin trabajo”, señala.
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