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Clarín reveló detalles del peritrucho y resaltó la investigación de La Brújula 24

El adiestrador canino fue condenado en Mendoza e irá a juicio próximamente en Bahía Blanca. También enfrenta procesos penales en Santiago del Estero y Santa Cruz.

Marcos Herrero fue condenado en Mendoza y está procesado en Bahía Blanca, Santiago del Estero y Santa Cruz. Clarín publicó un pormenorizado informe de las causas que el peritrucho intentó desviar la investigación. Foto de archivo

Clarín publicó esta mañana las andanzas del peritrucho Marcos Herrero, un oscuro personaje que viene siendo descripto y denunciado por LA BRÚJULA 24 desde hace años por su participación en la causa Facundo Astudillo Castro y otros casos resonantes.

En el informe que escribió Josefina López Mac Kenzie, cronista de TN y Canal 13, se resalta la labor de los periodistas de LB24 que fueron cuestionados por haber revelado detalles del verdadero sentido de la intervención del peritrucho en la desaparición de Astudillo Castro y en otras búsquedas en diferentes provincias de la Argentina.

En el caso específico de Facundo, la gran mayoría de los medios, incluyendo corresponsales de periódicos porteños, levantaban las banderas de la desaparición forzada y le daban credibilidad al embustero de Herrero. El tiempo fue poniendo las cosas en su lugar y, lo que en su momento en soledad publicaba este medio, ahora está más extendido.

A continuación se transcriben algunos párrafos del extenso informe de la periodista de Clarín.

“Master trainer canino, especialista en rastro criminal y búsqueda de personas, restos humanos y animales. Técnica propia que permite resultados positivos, sin límites temporales desde la desaparición”. Así se presentaba Marcos Darío Herrero Müller, el adiestrador de perros que en los últimos 15 años fue contratado por muchas familias que sufrieron la desaparición de parientes o muertes irresueltas.

Rionegrino y ex policía, Herrero tiene tatuadas las imágenes de un perro en cada brazo y a un Señor San la Muerte en la espalda. Su audacia lo llevó a complicar, con graves consecuencias, investigaciones policiales en las que se autoproclamaba más eficaz que el Estado. Su grotesco prontuario suma un capítulo bonaerense: irá a juicio por sus promocionadas pericias en la búsqueda de Facundo Astudillo, entre 2020 y 2021.

Pero Herrero no fue denunciado por la familia Astudillo, ni por las organizaciones de Derechos Humanos que apoyaron en sus pericias caninas su teoría sobre la desaparición de Astudillo. Lo denunció Sebastián Martínez, el abogado que defendió a cuatro policías señalados como autores, encubridores o partícipes de la desaparición y muerte del joven. “Fue una operación armada, una mentira y una actividad ilegal”, dice hoy Martínez

El fiscal federal de Bahía Blanca, Santiago Ulpiano Martínez, le dio la razón. Procesó al adiestrador por siete de sus intervenciones y pidió enjuiciarlo por falso testimonio agravado, un delito aplicable a peritos que afirman falsedades. Lo acusa de plantar pruebas, “torcer sistemáticamente la investigación y vulnerar gravemente el sistema judicial”.

Desaparición en la cuarentena de coronavirus

Facundo, de 22 años, desapareció en la ruta nacional 3 durante la cuarentena dura. Pretendía viajar a dedo desde su pueblo, Pedro Luro, hasta Bahía Blanca, a unos 120 kilómetros. Había estado muy deprimido desde el verano y, aunque su ex novia no estaba de acuerdo, quería reencontrarse con ella. Para eso salió de Luro el 30 de abril de 2020 y ese mismo día perdió contacto con su familia. La denuncia se hizo 37 días después; y recién entonces empezó la búsqueda.

El adiestrador llegó al caso por la intermediación de Leandro Aparicio, abogado de la mamá de Facundo, rionegrino como él y socio en casos previos. Herrero venía de hacer un verdadero desastre en la investigación de un crimen en Santiago del Estero, pero no se sabía mucho de ese caso en la pampa húmeda. Entró como perito de parte y empezó a actuar con sus perros, su pastor alemán Yatel y su bloodhound Duke.

Facundo había desaparecido en una ruta desolada, en pleno régimen de excepción por el Covid 19, cuando los abusos de autoridad estaban a la orden del día. La querella familiar de Aparicio y otra de la Comisión Provincial por la Memoria apuntaban a la Policía Bonaerense, que lo había frenado, fotografiado y denunciado por violar el aislamiento.

Los perros de Herrero marcaban la agenda de la búsqueda. Mientras los canes de la policía no olían nada, ellos jadeaban por esencias que siempre conducían a patrulleros y a comisarías. Al mismo tiempo, Aparicio hacía anuncios públicos que empujaban al gobernador Axel Kicillof y a su ministro Sergio Berni en las tinieblas de un crimen a manos de su policía.

El sábado 15 de agosto se hallaron los restos esqueletizados de Facundo Astudillo en un cangrejal del estuario de Bahía Blanca. La autopsia, hecha en una sede del Equipo Argentino de Antropología Forense, reveló que había muerto ahogado y que su cuerpo siempre había estado en el mismo lugar. No pudo determinar si fue suicidio, accidente u homicidio.

La jueza federal de la causa, Gabriela Marrón, advirtió que los objetos aportados por Herrero eran lo único que conectaba a Facundo con las sedes policiales.

Plantador serial de pruebas falsas

En la causa judicial contra Herrero, cuatro expertos en levantamiento de rastros con perros y en odorología forense (la especialidad criminalística que se apoya en la extracción e investigación de los olores) invalidaron todas sus prácticas; fueron lapidarios en sus declaraciones. El fiscal Martínez concluyó que el adiestrador había actuado al margen de la ciencia, había inducido a sus perros a ciertas conductas para después interpretar que detectaban el olor de Facundo, y que además había plantado la sandía-vaquita y las piedras.

El periodista Germán Sasso había alertado temprano sobre el abismo entre los comunicados de las querellas y lo que, en rigor, tenía la causa. Más adelante, en su libro Operación Facundo, desenmascaró al “peritrucho”. “Él prometía efectividad del cien por cien: lo que no encontraban el Estado ni la ciencia, él lo encontraba. Decía ‘¡acá hay sangre!’, y todo el mundo iba. ¿Cómo va a aparecer sangre en 10 autos diferentes? Ni siquiera mantenía una teoría, pero era palabra santa, si osabas cuestionarlo, te atacaban a coro –recuerda Sasso–. Es un trucho peligroso, desembarca como superhéroe esclarecedor pero ensucia los casos, aleja la verdad de los hechos, y gozó de impunidad”.

Herrero está condenado en Mendoza, procesado en Bahía y denunciado en Santiago y Santa Cruz. Quedó expuesto en videos, escuchas y pruebas de ADN. Pero conserva la confianza de las familias vulnerables a las que engañó. Salvo María Elena Delgado, que denunció sus maniobras en la búsqueda de su hija Sofía Herrera, casi todos hablan de la persecución a un justiciero.

Con el mismo argumento lo sostienen profesionales. Trevotich, Aparicio y Margarita Jarque, abogados de querellas donde actuó, dijeron en distintos medios que cuestionarlo es cuestionar a las familias y por ende, al que busca la verdad.

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