WhatsApp de Publicidad
Seguinos

informe especial

El deseo de Paola: su hija es diabética y arma un grupo para ayudar a otros

En abril pasado, tras una consulta en la guardia, Paola Waiman recibió el diagnóstico de Alma, su hija de 8 años: diabetes tipo 1. Su páncreas dejó de producir insulina, algo que no se recupera. La vida familiar se vio modificada. Así, pensó en otros padres y niños.

Alma tiene 8 años y es insulinodependiente

Cecilia Corradetti / [email protected] / La Brújula24

De buenas a primeras, el 1 de abril pasado, Paola Waiman, que tiene 37 años y es acompañante terapéutica, se “desayunó”, luego de unas horas en la guardia médica, que su hijita Alma, de 8 años era diabética tipo 1. Fue un “balde de agua fría”.

Significa que el páncreas no produce insulina o produce muy poca. La insulina es una hormona que ayuda a que el azúcar en la sangre entre a las células del cuerpo, donde se puede usar como fuente de energía.

“Fue algo muy raro para nosotros, porque Almita venía de unos días muy caída, pero sin ningún síntoma visible de alguna enfermedad, que es lo más normal en una nena de su edad. Fue un viernes cuando la maestra me alertó que le llamaba la atención las muchas veces que fue al baño porque se hacía pis. Le respondí que en casa la veía que tomar muchísima agua, lo asocié con que aún hacía calor y estábamos volviendo a la rutina, escuela, patín, inglés”, evoca Paola en diálogo con La Brújula 24.

Al día siguiente, cuando llegó de trabajar, decidió acudir a la guardia de la Clínica de Empleados de Comercio. Le comentó los síntomas a la doctora, le hicieron exámenes de orina, descartaron infección urinaria… y vuelta a casa. Paola y Alma regresaron poco después a pedido de los mismos profesionales, que siguieron indagando con otros síntomas hasta dar con la sospecha de diabetes.

Alma sigue su tratamiento y se encuentra perfecta de salud. Los síntomas llevaron a la sospecha confirmada: diabetes tipo 1

“Le pincharon el dedito y cuando vimos 484 en el glucómetro todo se volvió caos. El médico me dijo que tenía que estar tranquila; que me hija era diabética y que había que estabilizarla”, recordó la mujer, también mamá de Luca y Theo.

“En ese momento estábamos las dos solas en la clínica, yo la abrazaba y lloraba sin saber nada de diabetes y ella me preguntaba qué estaba pasando que le ponían tantas cosas en el cuerpo”, recordó.

“Estuvimos cinco días en el hospital y fuimos atendidos y contenidos de una manera increíble”, resumió.

Dos días después, Paola se comunicó con una mamá de una niña en la misma situación, le pasó el contacto de un endocrinólogo y de a poco todo se fue aclarando.

“Entendí que esa condición la iba a acompañar toda la vida, que los hábitos y las comidas iban a modificarse. En fin, era un empezar de nuevo. Convivir con diabetes tipo 1 no es imposible, después de unos meses puedo decir que las rutinas son más organizadas, la alimentación familiar se modificó, comemos más sano y con variedad. Alma y sus hermanos solo comen caramelos cuando hay una hipoglucemia”, relató.

En familia, junto a sus padres, Hernán y Paola y sus hermanos. Los hábitos se modificaron

Después del diagnóstico, dijo, todo se vuelve “primera vez” aunque sea algo que se hizo mil veces antes.

“Todo cuenta, primer paseo en la escuela, primer show de patín, porque eso juega en su glucosa: el estrés del momento, la actividad física que está realizando y lo que comió antes. Primer día de playa, primera vez de mini vacaciones familiares durmiendo fuera de casa… todo era nuevo para nosotros”, repasó.

En un principio Alma se inyectaba insulina cinco veces al día y desde hace dos meses tiene una bomba de insulina conectada a su cuerpo que le manda la cantidad que necesita.

Los argumentos para formar un grupo

La necesidad de formar un grupo, dijo, surgió una mañana mientras Paola conversaba con una profesora, Paula Dupré. “Ella me dijo que hace varios años funcionaba en Bahía una asociación de la que ella formaba parte y me contactó con dos mamás que pertenecían a ese grupo”, relató.

La iniciativa, dijo, tiene varios fundamentos: “Por un lado, para que nuestros chicos conozcan personas con su misma condición y no se sientan solos en esta parte del camino”.

En noviembre, indicó, mes de la concienciación de la diabetes, se realizó una reunión a cargo de Medtronic, la marca de la bomba de insulina que usa Alma y fue la primera vez que conoció chicos de su edad y personas adultas con diabetes tipo 1.

“Quedó maravillada con las cosas que surgían en la reunión, por ejemplo el sonido de la alarma que determina que la glucemia está baja”, dijo.

Alma y sus hermanos Theo y Luca, de vacaciones

La comunidad en general debería conocer detalles de esta enfermedad. “Si nosotros hubiésemos sabido al menos algo, el golpe tal vez no hubiese sido tan duro”, expresó.

Finalmente, argumentó que las instituciones también deberían tener un mínimo conocimiento de la condición de tantos pacientes para que, en el momento de recibirlos, estén preparados.

“Siento que nosotros fuimos muy afortunados desde el primer momento del diagnóstico, tuvimos un acompañamiento familiar enorme de parte de abuelos, tíos, primos. Incluso la escuela, siempre abierta al diálogo. También los especialistas, la psicóloga. Luego llegó la bomba de insulina y en este punto quiero destacar el apoyo de nuestra obra social, Unión Tranviarios Automotor (UTA), que nunca se negó a autorizar nada”, relató.

“En nuestro caso estamos rodeados de gente maravillosa y siempre bien dispuesta, pero hay que seguir trabajando en esto”, sumó al reflexionar que no todas las personas con diabetes tienen la suerte de sentirse acompañados.

“Es sumamente importante la contención y la información que uno, como cuidador, necesita saber para ayudar a nuestros seres queridos con diabetes tipo 1”, finalizó, para agregar que se necesitan padres con ganas de transmitir todo esto al resto de la comunidad.

En febrero, Alma y Paola concurrirán a un campamento que se realizará en Córdoba sobre educación terapéutica en diabetes tipo 1, destinado a niños y familias. Paola espera que sea un disparador para poder hacer algo parecido en Bahía Blanca.

Contacto: Paola Wainam, tel. 2914 35-6792

Lo más leído