La abogada Paula Verónica Balanovsky se dedicaba a engañar a clientes desesperados. Les prometía una solución rápida a su conflicto penal: coimear a los jueces. “Vos dame 50 mil pesos y yo coimeo al juez y tu marido sale de la cárcel”, le aseguró la profesional a Daniela, la pareja de un hombre acusado de violación.
Como Daniela no tenía dinero en efectivo, le entregó su auto Renault Sandero. “Está bien. Con esto me arreglo y se lo transfiero al Juez Mercuri. Después tu marido sale en libertad”, le manifestó la penalista.
El concubino de Daniela se llama Osvaldo Ruiz y está condenado por violación. Como la pareja notaba que el arreglo no se cumplía, la mujer decidió ir a reclamarle directamente al juez de Garantías Mercuri. Apenas escuchó la historia, el magistrado llamó a su secretaria Claudia Lamoth y dejaron constancia de esos dichos. Luego se realizó la denuncia.
Daniela se dio cuenta de tres cosas inmediatamente: de que el juez no era corrupto, de que la abogada la había estafado y de que su marido no saldría de la cárcel.
La estafa fue tan burda que Balanovsky cometió errores groseros. Hablaba de coimear a un juez que ni siquiera tenía intervención en la causa. Mercuri ya había elevado la causa juicio y el detenido estaba a disposición de un tribunal, que lo terminó condenado al por entonces imputado. “Lo que pasa es que la chanta ésta ni siquiera pasaba por tribunales. Además de estafadora es una burra”, describió un alto funcionario judicial.
En tanto, un juez con varios años en el fuero señaló que “por el desprestigio que se ha ganado la Justicia, en especial en Comodoro Py, la gente puede llegar a desconfiar y estos abogados caranchos se aprovechan de esas situaciones. Aquí en Bahía tenemos jueces honestos, por lo menos hasta que se demuestre lo contrario, y los cuatro jueces de Garantías son probos e íntegros. Sus fallos pueden ser polémicos o no nos pueden gustar, como en caso de Calcinelli, pero nadie puede dudar de su honestidad, al igual que la de Guillermo (Mercuri) y las otras dos chicas (Stemphelet y Promé)”.
La estafadora, de 46 años y ojos celestes artificiales, fue citada a declarar en indagatoria el martes pasado ante el fiscal Marcelo Romero Jardín. Llegó acompañada por su abogado defensor Dámaso Larraburu y dijo que se negaría a declarar. El delito por el que quedó imputada es el de “defraudación por remuneración pretextada a un juez” y podría ser condenada a la pena de hasta 6 años de cárcel.