Se llama Carlos Podestá. Tiene 93 años y todos los conocen de su paso por la dirigencia deportiva. A él nada ni nadie le impiden disfrutar de cada verano en Monte Hermoso. Ininterrumpidamente y acompañado por su fiel compañera de toda la vida, concurre a la vecina localidad balnearia en busca de un cambio de aire que le brinde la vitalidad y lucidez que hoy ostenta.

Si bien durante años permanecía los tres meses de calor, ahora se la rebusca junto al resto de su familia para instalarse durante todo enero y, a su manera, disfruta de la playa en uno de los bancos de madera de la costanera y acompañado de un paragüas, fiel compañero que lo protege del sol y que nunca falta entre los elementos que tiene a mano su esposa.

En un departamento a muy escasos metros del mar, siempre y cuando el clima lo permita, Carlitos (un bahiense que recorrió el mundo y que opta por el destino turístico distante a 100 kilómetros de su residencia duante el año) no pierde la oportunidad para acercarse todas las noches al parador donde ya tiene su mesa asignada.

Más allá de no poder tomar contacto directo con la arena por los achaques de la edad, quien fuera presidente del club Puerto Comercial y que vive en Bahía Blanca a metros del Teatro Municipal, es feliz por renovar año a año su desafío y cumplirlo con creces: veranear en su lugar en el mundo con asistencia perfecta y la intención de seguir prolongando esa suerte de récord que lo convierte en "un visitante ilustre".