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informe especial

La potencia de la improvisación penetró en la escena teatral de la ciudad

Una forma de expresión milenaria que sigue creciendo. El cambio de paradigma propicia el dictado de talleres y los tan esperados matches. La óptica de los bahienses que incursionan en esta disciplina.

Por Leandro Grecco
Facebook: Leandro Carlos Grecco/Instagram: @leandro.grecco/Twitter: @leandrogrecco

La improvisación teatral emerge como una disciplina artística vibrante y apasionante que ha ganado rápidamente terreno en la escena cultural de Bahía Blanca. Lo que comenzó como un experimento evolucionó hasta convertirse en una forma de expresión altamente respetada. Con su capacidad para generar momentos únicos y espontáneos, cautiva a audiencias de todas las edades, creando una demanda creciente de espectáculos y talleres que exploran esta fascinante forma de arte.

El vertiginoso crecimiento en la ciudad es un reflejo del fervor y la pasión de su comunidad artística. Grupos locales surgieron y florecieron, ofreciendo espectáculos memorables que combinan ingenio, humor y habilidades teatrales excepcionales. Además, proliferan talleres y cursos dedicados a la improvisación, atrayendo a una amplia gama de participantes que desean explorar su creatividad y desarrollar sus habilidades escénicas en un ambiente lúdico y colaborativo.

Hoy, la improvisación teatral se ha consolidado firmemente en el tejido cultural de la ciudad, proporcionando una plataforma para la creatividad y la expresión. Con su capacidad para sorprender, emocionar y conectar a las personas a través de la espontaneidad y el ingenio, esta disciplina sigue creciendo en popularidad y relevancia, prometiendo un futuro vibrante. La Brújula 24 dialogó con Pablo Macchi, bahiense y uno de los exponentes en la actividad más respetados a nivel nacional.


“Si tenemos que ir al origen de la improvisación en teatro nos tenemos que remontar a la comedia del arte. Allá por mediados del Siglo XVI en Italia surgen estos grupos en donde iban de pueblo en pueblo recolectando anécdotas, pese a la dificultad que implicaba la existencia de distintos dialectos”, destacó Macchi, uno de los máximos referentes de la actualidad en el rubro.

Y sumó un nuevo dato histórico en relación a esta modalidad: “Las representaban a través de máscaras y mímica, una serie de recursos más que válidos. Con el transcurrir del tiempo, surgen en Estados Unidos ciertos profesionales del arte que lo que hacen es darle forma a los castings del cine”.

“Realizaban una suerte de entrenamiento actoral basado en la improvisación que parecía una parodia al actor de método de esa época. Se apelaba a la extrema sobreactuación, exagerando en las formas, acciones y emociones”, describió el entrevistado.


En ese sentido, recordó ciertas resistencias en el ambiente: “No faltaron quienes empezaron a burlarse de esa manera de interpretación por lo que después de unos años se armó una competencia de improvisadores con reglas del hockey sobre hielo y ahí es donde se forma el primer match a nivel mundial”.

“Esta modalidad se fue desplegando por el mundo, llegando a España con muy buen suceso y en Bahía Blanca desembarcó allá por el comienzo de los años 2000, con la llegada de algunas figuras reconocidas que vinieron para dar una serie de talleres de improvisación teatral”, festejó Macchi, con orgullo de haber sido parte de ese florecimiento.

La impro creció como un reguero de pólvora: “La penetración de este formato en la ciudad fue instantánea, armando un grupo que se llamaría Ilícitos, dando lugar a los primeros matches. Allá por 2005, junto a Rubén Cordi y Paula Piangatelli armamos lo que se conoció como Impro Delivery, sumándose luego Marcos Marchegiani, quien aportó el soporte técnico de la parte que nosotros llamamos escenografía auditiva”.


“Allí se genera todo el contexto, el colchón de melodías de la improvisación, incluso aportando sus ideas. La improvisación hoy ya se ganó un lugar como una rama teatral, la cual al principio fue bastante descartada, incluso en Buenos Aires se mantuvo mucho tiempo en el under, un espacio que no perdió pero que ahora le da lugar a mucha gente famosa a que juegue a los matches o a lo que se conoce como jam de impro”, lanzó el reconocido docente a nivel nacional.

Asimismo, rememoró que el camino tuvo ciertas espinas: “Bahía Blanca también pasó por una etapa en la que esta actividad fue vista como algo menor, teatreros que decían que lo que hacíamos no era actuar. Luego, fueron entendiendo que la única regla de la improvisación es que no hay reglas”.

“El match tiene normas, técnicas y métodos para trabajar, por lo que hicimos con Rubén (Cordi) y en un comienzo con Carolina Gismano empezamos a dictar talleres. Esa situación dio lugar a nuevos grupos y espectáculos. Hoy tenemos el Campeonato Mortal de Impro durante abril y mayo en el cual compiten ocho equipos y el público vota, en el marco de un evento hermoso y muy divertido para toda la familia”, describió Macchi, entusiasmado por el derrotero recorrido.


Al momento de dar una definición, fue nítido: “Para nosotros que damos talleres, la improvisación es como un salto al vacío, más allá de que entiendo que del otro lado siempre hay alguien que te va a recibir. El desafío será siempre el entrenar lo que se recepciona, sin negar lo que el otro propone y no solamente eso, sino también complementarlo porque a partir de allí se empieza a desarrollar una historia. Esto puede ser en tono de comedia, de drama o hasta abordando alguna temática de actualidad”.

“La improvisación es una disciplina dinámica y tan versátil que se puede trabajar de todas las formas, sin que tenga una continuidad o un cierre”, finalizó Pablo.

Ellos opinan porque no son ningunos improvisados

(*) Fernando Skliar (alumno)

“El contacto con la improvisación fue casi de casualidad. Concurrí a ver los 10 años de un show que dio la Impro Delivery en el Teatro Municipal y la verdad que me cambió la cabeza, dije: ‘yo quiero hacer eso’”. 

“Sentía la libertad con lo que esos actores estaban trabajando arriba del escenario. Me puse en contacto primero con Rubén Cordi, le pregunté si hacía un taller, si se podía practicar. No tenía ningún tipo de experiencia teatral ni artística. Arranqué con él, luego hice talleres con Pablo Macchi y después pude formar parte de algunas compañías”. 

“La improvisación hizo que me conectara desde otro lugar conmigo mismo, con lo lúdico, con el jugar y conocí a gente de otro palo, que nada tiene que ver con mi actividad laboral. Nunca más solté la impro, desde hace 5 o 6 años siempre haciendo talleres y eso me pone muy contento”.

(*) Sandra Salloum (alumna)

“Toda mi vida fui docente, después de jubilarme me di cuenta que tenía mucho tiempo libre y para que la cabeza estuviera ocupada decidí incorporarme a los talleres de improvisación teatral primero con Rubén Cordi, con quien estuve cinco años y luego, hasta la actualidad, con Pablo Macchi”. 

“La impro me cambió muchísimo, regalándome muchos amigos. Es un mundo aparte y  hasta que ingresé era totalmente desconocido, en el que todos los días cambia lo que está pasando. Lo que ocurre hoy no va a volver a darse mañana como bien lo definen, es un salto al vacío, por eso espero que me sigan aceptando”. 

“He subido al escenario venciendo miedos, participando de campeonatos que se están haciendo en Bahía, que ya se han hecho. Es muy recomendable para todo el mundo, aún los que no quieran participar”. 

“Recientemente, hablando con unas compañeras, llegamos todas a la misma conclusión de que esta disciplina es una de las mejores terapias porque nos reímos, jugamos y eso es muy recomendable”.

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