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DE AYER A HOY

Luraschi se jubila a fin de año: “Si vuelvo a nacer elegiría el periodismo”

Uno de los rostros más populares de la TV local repasó los 40 años en los medios. Su niñez en Punta Alta. Su arribo a Bahía. El hecho que más lo marcó. Y una frase: “Disfruto mucho de comunicar”.

Por Leandro Grecco
Facebook: Leandro Carlos Grecco/Instagram: @leandro.grecco/Twitter: @leandrogrecco

El protagonista de hoy vivió su infancia y juventud en Punta Alta, encontró su pasión por las palabras y la comunicación desde temprana edad. Aunque sus estudios lo llevaron por el camino de la ingeniería en la Universidad Nacional del Sur, su corazón siempre anheló el arte de comunicar. Con valentía y determinación, siguió su instinto y dio un giro radical a su destino, persiguiendo su sueño de trabajar en los medios de comunicación. 

Fue un golpe de suerte el que le abrió las puertas hacia este mundo, permitiéndole desplegar sus habilidades en la radio y la televisión, lo que lo llevó a brillar en Bahía Blanca. A lo largo de cuatro décadas dedicadas al periodismo, fue testigo de innumerables historias, eventos y cambios en su comunidad y más allá. Nadie puede negar que cada día ejerció su labor con pasión y compromiso, convirtiendo su vocación en una forma de vida. 

Desde los micrófonos de la radio hasta las cámaras de televisión, ha compartido la voz de su gente y ha sido un puente entre la información y la audiencia, siempre buscando informar, educar y entretener de la manera más objetiva y profesional posible. Ahora, a semanas de jubilarse, Carlos Luraschi repasa con gratitud y gran nostalgia, en esta sección tradicional de LA BRÚJULA 24 que regresa hoy, sus 40 años de carrera en el periodismo.

“Al igual que Bilardo, me llamo Carlos Salvador. Si bien nací en un hospital de Bahía Blanca por un problema que experimentó mi mamá en el parto, me considero puntaltense. Soy el mayor de dos hermanos, mi padre trabajaba en la Base Naval Comandante Espora y mi mamá era ama de casa”, resumió Luraschi, al comienzo de la conversación.

Y puntualizó: “Con mi familia me crié en la zona norte centro de la ciudad cabecera del partido de Coronel Rosales. De aquella linda infancia que me tocó vivir recuerdo los momentos en los que jugaba en la calle con los autitos en los cordones de la vereda”.

“En esos años, la siesta era sagrada, algo que los que peinan canas deben recordar con mucho cariño, añorando aquellos tiempos. En la primaria fui a la Escuela Nacional Nº 99, hoy llamada Nº 23, ubicada en la esquina de Luiggi y Paso y a media cuadra de donde se creó la primera radio AM de la ciudad, conocida como Experimental Punta Alta”, sostuvo, mientras se aprestaba a acomodarse en el sillón de la cafetería.

Consultado respecto a su desempeño escolar, relató: “Fui un alumno normal que hizo la secundaria en el Colegio Nacional, cursando el primer año en la sede del viejo edificio de Roca y Urquiza, para luego completar la faena en el edificio actual emplazado sobre Villanueva al 200”. 

“Una vez que me gradué, comencé a cursar en la Universidad Nacional del Sur la carrera de Ingeniería Civil, hasta que un día me crucé con Gustavo Gabí, quien tenía un negocio en Punta Alta y estaba ligado a los medios. Interiormente me apasionaba la comunicación, era radioaficionado y le comenté que tenía intenciones de hacer radio”, admitió, expresando su gran afición por un ambiente que lo esperaba con los brazos abiertos. 

Y narró: “Me preguntó si sabía inglés, le contesté afirmativamente, por lo que me sugirió que vaya a LU3 porque tenía el dato de que estaban buscando locutores. Esa noche no dormí y al día siguiente me presenté en la emisora, donde me atendió Federico Francisco Fernandez, hermano de Norman y Segundo”.

“Me entregó un tandero de publicidades para que vaya a practicar a una de las dependencias de la radio. Corría el año 1983 y junto con Daniel de la Iglesia (hermano de Néstor) con quien venía cursando algunas materias en la Universidad rendimos el examen en la emisora”, enfatizó el ahora popular presentador de noticias. 

No obstante, debió sortear un escollo nada sencillo: “Éramos 25 los postulantes y tengo que decir que una persona que nos ayudó mucho a aprender este oficio fue Aníbal Nazzaro. Después de la prueba, cada cual a su casa, a esperar el llamado en mi caso dejando el número del teléfono fijo de la casa de mi papá”. 

“Al poco tiempo llegó la tan esperada comunicación en la que me dijeron ‘usted ha sido seleccionado’. El que me dio la noticia fue Carlos ‘El Tuerca’ Simonetti, quien me encomendó que le avise a (Daniel) de la Iglesia que era el otro elegido para la vacante”, contó, a raíz de la novedad que cambió su vida para siempre. 

El sacrificio inicialmente fue notorio, Carlos debía elegir un camino: “Al principio estudiaba y trabajaba, pero con el correr de los meses la radio iba demandando más tiempo, por ende tuve que abandonar la carrera luego de tres años de cursar la ingeniería. Otra vez, Gustavo Gabí me marcó el rumbo en otro encuentro circunstancial por la calle”.

“Me puso en conocimiento que el canal local de Punta Alta, por entonces llamado Cablevisión Duke, tenía en mente incorporar un locutor. Esa fue mi puerta de entrada a la TV y nunca más la abandoné a punto tal que tuve que renunciar a LU3 para radicarme en mi ciudad”, infirió, en el segmento medio de la charla.

No obstante, debió prepararse para los vaivenes de los medios: “Mi labor allí finalizó en 1997, cuando se dieron las sucesiones de compra de los cables, por lo que finalmente terminé otra vez en Bahía Blanca. Inmediatamente comencé a trabajar en el noticiero de la señal, tanto en el rol de periodista como el de locutor, labor de la que también logré recibirme, rindiendo materias libres en el ISER de Buenos Aires mientras trabajaba”.

“En mis inicios en el canal tuve grandes compañeros, tal es el caso de Carlos Quiroga o el recordado Rubén González, siendo mi rol el de hacer las veces de cronista en la calle. En mi caso venía con el entrenamiento de ejercer la labor en mi ciudad y me encontré con una realidad mucho más grande, donde había más hechos periodísticos por cubrir”, reconoció. 

En esa misma dirección, Carlos marcó una diferencia nítida: “En Punta Alta, al vivir menos habitantes, encontrar la noticia era algo más complejo, por lo que la gimnasia que había adquirido en mi localidad natal me permitió ser más apto para encontrar temáticas interesantes para comunicar y dar a conocer”. 

“Cuando me preguntan por las coberturas en la calle que más me han marcado vienen a mi mente aquellas en las que se produce una muerte por un incidente, donde es primordial contar lo que sucede sin involucrarse en el hecho en sí mismo”, agregó el protagonista de esta sección semanal. 

El periodista, al comunicar, asume una función vital: “Nuestro rol es contar de la manera más objetiva y coherente un episodio que, por más triste que sea, se convierte automáticamente en noticia. Me tocó cubrir una en particular, un paredón que se derrumbó en calle Chile y se cobró la vida de una nena de dos años, una tarde de lluvia de un jueves de finales de enero de 2015”.

“La pandemia fue un hecho que desde el punto de vista de los avances tecnológicos ofreció posibilidades de hacer entrevistas impensadas. Hablar con gente de Europa por Zoom o con autoridades de la única escuela de la Antártida que no había cerrado porque el Covid no había llegado allí, son privilegios que ofrece esta profesión”, celebró, buscando el aspecto positivo de aquel mal trance.

Por estas semanas, Carlos transita un momento crucial en su vida: “En unos meses me toca jubilarme, después de 40 años en el periodismo y, francamente, no sé si voy a extrañar la rutina, esa vorágine diaria y sus horarios porque el cambio va a ser drástico. Más allá de eso, no tengo temor de esa nueva etapa que va a comenzar en mi vida”.

“Me gusta mucho escribir y fue eso lo que me llevó a editar un libro en el que el eje central son los bares de barrio de Punta Alta. Salía los sábados a la mañana a buscar historias y descubrí que la escenografía era la misma que la de mi niñez, lo que motivó que tenía que dejar plasmada esa percepción de una realidad que no había cambiado”, sintetizó el puntaltense.

Esa experiencia lo enriqueció: “Conversar con parroquianos fue interesante. Humildemente, creo que el resultado final fue un producto muy bien logrado. En paralelo, me pude dar el lujo de incursionar en los documentales, gracias a una iniciativa de Cablevisión que promovía la presentación de proyectos”.

“Pude contar la historia del popular castillo de Villa Arias, también abordar la arquitectura de Puerto Belgrano, pero hubo una en particular que está ligada a una enfermera civil que tuvo un rol fundamental durante el conflicto bélico de Malvinas”, afirmó, promediando el cordial ida y vuelta.

Sin embargo, de esa génesis surgieron otras aristas para profundizar: “Esa entrevista me hizo dar cuenta que era un disparador para hacer otras notas que dieron lugar al producto final llamado Mujeres de Rojo, el cual fue premiado y me dio grandes satisfacciones. Lo propio me causó el hecho de haber finalizado un curso que me habilita a ejercer el periodismo en todos los países del Mercosur”. 

“Si volviera a nacer elegiría desandar el mismo camino, la misma profesión porque me gusta la comunicación por el hecho de saber que en este oficio, un día no es igual al anterior. En particular, como presentador de noticias, me tocó vivir el cambio de paradigma en los programas de TV de este tipo, que ahora son más desestructurados”, diferenció. 

Y remató considerando que “uno se va aggiornando. Propuse iniciar cada informativo de pie porque lo considero más coloquial y genera cercanía. También tuteo al televidente, a lo que se le suma el tema de la vestimenta, algo sobre lo que también hice cursos y en lo que me mantengo a la vieja usanza por así decirlo, con el saco y corbata. En definitiva, son estilos”.

Cada entrevista, cada noticia cubierta y cada momento compartido en el aire son parte de un legado que Carlos Luraschi ha dejado. La huella indeleble en la comunidad a la que sirvió con tanto amor y dedicación. Su historia es un testimonio inspirador de cómo seguir el llamado del corazón puede llevarnos a cumplir nuestros sueños más profundos y dejar un impacto duradero en el mundo que nos rodea.

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