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Se dijo en La Brújula 24

“Vuelvo todos los días a Malvinas”

Guillermo de la Fuente, presidente del Centro de Veteranos de Bahía, resaltó que “a 42 años, la nostalgia sigue dando vueltas”.

Foto de archivo.

Guillermo de la Fuente, presidente del Centro de Veteranos de Bahía Blanca, habló esta mañana con el equipo del programa “Bahía Hoy”, por La Brújula 24.

Primero, destacó el acto desarrollado ayer en el monumento de La Falda y Cuyo. “Hubo muchísima gente. Lo lindo fue que vecinos que fueron antes, a las 17 ya estaban con su silla tomando mate y esperando. La verdad que estuvo todo muy lindo, emocionante”.

“Hubo un detalle muy especial. A lo último había dos hermanitos que estaban con una camiseta de Argentina pidiéndonos a los veteranos que se las firmemos. Así como pasó con Joaquín el año pasado, que vino a pedirnos bajar la bandera con nosotros, ahora lo hizo Lalo y fue muy lindo. Me conmovió realmente, porque es como que lo intentado en el último tiempo no fue en vano. Hay jóvenes que están tomando la posta de esto, que es el orgullo por la bandera”, consideró.

“Más allá de la compañía inestimable de toda la gente que fue, del Municipio y el Puerto que colaboró con la comida para la gente, me conmovieron estos dos chicos, que son lo que vienen y que gracias a Dios se está consiguiendo de a poco”, expuso.

Foto @fsusbielles

2 de Abril

“Aun a 42 años –de la guerra– sigue la nostalgia dando vueltas, porque ya tenemos muchos compañeros que ya no están y eso pasa. Nosotros de chicos aprendimos a curtirnos y a seguir, eso sí, pero después de las 14 desaparezco para todo el mundo y nos relajamos con un grupo de amigos veteranos a la noche. Es como que sacamos a pasear los fantasmas de unos y de otros”, argumentó De la Fuente.

Y en esa misma línea, contó que “es como si alguien se encuentra con un marciano, que puede ser con una mentalidad inferior o superior a la de uno, pero habla otro idioma. Nosotros nos juntamos y empieza siempre la conversación. Si no lo viste y no lo tenés visualizado, no lo vas a entender. Tenemos en el Centro un lugar que es una especie de cocina y es donde nos juntamos siempre. Nadie fuma adentro del edificio, porque está prohibido, pero en el fondo es nuestro lugar permitido. Capaz viene un compañero con ganas de hablar y nos quedamos hasta tarde. Una o dos veces por semana lo hacemos. Hay gente que habla solamente ahí, suele ocurrir. Pero el 2 de Abril es puntual, casi una ceremonia”.

“Yo vuelvo todos los días a Malvinas, porque cuando viene un compañero con algún problema tengo que ayudarlo. Es otro escenario ahora, vestido de otra forma y otros elementos de lucha, pero tengo que estar en la misma situación. Si algún compañero cae, tratar de levantarlo. En lo personal, yo desayuno, almuerzo, meriendo y ceno en Malvinas”, comentó el veterano.

Por último, consultado respecto de lo ocurrido en el año 1982, recordó que “estábamos conscientes de que defendíamos la Patria, por eso cuando alguien me dice que soy un héroe le digo que no, yo fui a hacer lo que tenía que hacer, nunca vi ningún compañero ir para atrás”.

“Fue romántico hasta que cayó la primera bomba, luego fue algo totalmente pensado. Cuando me enteré de que nos rendimos, hubiera preferido morir ahí. Estuve muchos años enojado con Menéndez porque me regaló una derrota y no me lo fumo”.

Desmalvinización

“El después fue terrible, porque en el afán de esconder la patriada de Malvinas, nosotros quedamos a la buena de Dios, no encajábamos en ningún lado, y sin la capacidad de analizar los hechos como podemos hacerlo hoy de adultos, de hecho nos tuvimos que reinventar”.

“El silencio del Estado y de la sociedad fue suficiente para que saliéramos a hablar, porque era como que no importaba. La primera vez que salí, en el año 84 a la Plaza Rivadavia, con mis 20 años, ahí pregunté dónde estaban todos los que habían llenado el mismo lugar dos años antes. Por eso digo siempre, Malvinas fue una batalla que perdimos y una que ganamos los veteranos al instalar el tema en la sociedad”, expuso.

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