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de ayer a hoy

“En materia de cultura, el bahiense elige lo popular por sobre la calidad”

Carlos Rivas Wilsen repasó su vida junto a la música y los artistas. Su labor como promotor de EMI. La devoción por Los Beatles. Y una reflexión: “Hoy, las canciones mezclan acordes primitivos y elementales”.

Por Leandro Grecco
Facebook: Leandro Carlos Grecco/Instagram: @leandro.grecco/Twitter: @leandrogrecco

Desde su nacimiento, el protagonista de esta entrega estuvo destinado a tener la música como compañera de vida. Influenciado desde temprana edad por las canciones y melodías que su padre le compartía, creció inmerso en un mundo sonoro que resonaba profundamente en su ser. Esta conexión temprana con la música moldeó su destino, dedicando su vida al ambiente artístico en todas sus formas y expresiones.

Su trayectoria profesional ha sido un viaje de inmersión total en el mundo que lo apasiona. Desde su primer trabajo en una mítica emisora de radio, donde su programa se convirtió en un referente de la época, hasta su papel como promotor discográfico, este hombre ha dejado una huella indeleble en la escena de la ciudad. Su habilidad para seleccionar y mezclar los sonidos adecuados lo convirtió en un destacado musicalizador, capturando la esencia de cada época y género con maestría.

Hoy en día, su experiencia y conocimiento lo han convertido en una figura respetada y reconocida en el mundo de la música. Como palabra autorizada en el análisis de los acordes de los nuevos géneros emergentes, este hombre sigue siendo un faro de sabiduría y orientación para las generaciones venideras de artistas y amantes de uno de los artes más diversificados en el mundo. En LA BRÚJULA 24, nos damos el gustazo de charlar con Carlos Rivas Wilsen.

“Soy hijo único. Nací en Bahía Blanca el 19 de abril de 1950. Mis primeros años de vida transcurrieron en una casa de Chiclana al 900, habiendo llegado al mundo al 700 de esa calle donde había un sanatorio. Ya a los 13 años nos mudamos un año a Villa Mitre, luego fuimos a Bella Vista y finalmente a La Falda en la vivienda en la que resido actualmente”, lanzó al inicio de una conversación que se iba a tornar sumamente interesante. 

Sobre su formación aclaró que “fui a la Escuela Nº 1 de Chiclana al 800, luego concurrí a la Nº 2 que funcionaba donde ahora está el Instituto Avanza. Por una cuestión de una relación de una maestra que me estimaba mucho terminé la primaria en la Nº 55, un establecimiento cercano al Hogar del Anciano”.

A la izquierda junto a Hermeto Pascoal y Alina Morena y a la derecha con Osvaldo Pugliese.

“La secundaria no la terminé de joven, la comencé en el Colegio Industrial, pasé al Goyena, retomando años más tarde en Empleados de Comercio que brindaba el curso para adultos, por lo que me terminé graduando a los 29 años”, relató, con la satisfacción de haber cerrado una etapa para la que nunca es tarde intentarlo. 

Las influencias en su niñez fueron muy fuertes: “Desde muy chico fui formado en la música gracias a la fuerte influencia de mi padre, que era un melómano empedernido. Escuchaba mucho tango, folklore, jazz y música clásica romántica en una radio a la que se le levantaba la tapa en la parte superior, tipo combinado la cual reproducía discos de pasta, esos que si se te caían se hacían polvo”.

“Allá por 1965 me compré mi primer tocadiscos Winco, donde pude disfrutar de los primeros longplays. De chico siempre tuve ganas de trabajar para tener mi plata. El primer empleo fue en una cosmética, luego en reparto de diarios, fui ascensorista en el edificio Plaza que estaba en la galería con entrada por calle Alsina”, dijo Rivas Wilsen mientras sumergía el saquito de té dentro del pocillo lleno de agua caliente.

Un momento compartido con Luis Alberto Spinetta.

Y prosiguió con la crónica de los hechos: “En ese lugar conocí a los hermanos Petrosino que cuando necesitaron un empleado publicaron un aviso en el diario, al que me presenté para una entrevista. Como tenían referencias mías, me contrataron para trabajar en la disquería AyV Discos, el lugar en el que pude desarrollarme”. 

“Allí hallé una veta importante porque empecé a contactarme con gente de radio, tal es el caso de Máximo Levy (conocido popularmente como Osvaldo Linares) un disc jockey de esos años, que en realidad fue conductor de programas de música. Él era un hombre muy solidario, me dio un espacio de media hora los sábados en LU3, pese a que tan solo tenía 19 años”, afirmó con la humildad de un grande. 

Junto a una sonriente Patricia Sosa.

No obstante, las idas y vuelta de la vida no le hicieron perder el foco: “Luego, hice el servicio militar, volví a la disquería, allá por 1971 inicié un programa que fue pionero en la difusión del rock que se llamaba Nueva Dimensión por Radio Nacional. Todo se dio a instancias de un compañero de trabajo, Juan José Lampis, que habló con el director de la emisora. Me hicieron una prueba y quedé”.

“Fueron diez años en los que pensé que no me escuchaba nadie, pero con el paso del tiempo me cruzaba con gente joven que me decía que era fiel seguidora de ese espacio. La gente me reconocía en la fila del supermercado por mi voz, una verdadera locura”, exclamó Carlos, con cierta picardía. 

Abrazando a un joven Juan Carlos Baglietto.

Una oportunidad lo iba a ubicar en un sitio privilegiado: “Allá por el año 1977 entré a trabajar en la discográfica EMI como promotor, un rol por el que, si bien tenía mi base en Bahía Blanca, un par de veces al año tenía que viajar a Buenos Aires para las convenciones de trabajo. Todo eso me permitió vincularme con varios artistas, una parte rica de la historia que me dejaron anécdotas impresionantes, también con la gente de la compañía”.

“Me tocó conocer de cerca a Ignacio Copani, Los Nocheros, Orlando Vera Cruz que era una persona riquísima en conocimientos musicales e históricos, esto último algo de lo que soy un apasionado. Tuve la suerte de sacarme una foto con Osvaldo Pugliese cuando vino a la ciudad, una persona muy amable a la que siempre admiré desde muy chico. Y entrevisté a Luis Alberto Spinetta, Lito Nebbia y León Gieco, entre otros”, rememoró Rivas Wilsen.

Carlos Rivas Wilsen, con el brillante Mike Stern.

Consultado respecto a cómo se definiría, fue contundente: “Me considero una persona ecléctica porque, si bien soy conocido por mi pasión por Los Beatles, sé bailar tango y folklore. Puedo decir que me pude dar casi todos los gustos porque cuando hice el servicio militar, acompañaba con el bombo y la segunda voz a un compañero que también gustaba de la música, pero algo sumamente casero (risas). Con mi desfachatez interpretaba temas como Yesterday o Yellow Submarine de la icónica banda de Liverpool y la limitación de mi voz”.

“El material de EMI para que yo distribuya en los medios de comunicación de la ciudad llegaba en vinilo, luego en singles de 45 y luego los CDs. En cassette no era un soporte con predicamento en las discográficas porque era una herramienta que fomentaba la piratería”, expuso, promediando la charla.

Pulgar arriba secundando a Marcelo Arce.

Carlos elevó su prestigio con otra destacada tarea: “Durante 35 años manejé la discoteca de LU2 y FM Ciudad, tenía a mi cargo la base de programación musical de ambas radios. Me jubilé en 2017, aunque uno siempre sigue activo, llenando la mente de muchos proyectos para mantenerme activo”.

“Estoy casado y tengo dos hijas, de las cuales la más chica comparte mi gusto por la banda de John, Paul, George y Ringo. Mi esposa estudia música e integra un coro de la ciudad, pero admito que las tres me han acompañado durante todo el proceso”, se enorgulleció el protagonista de esta sección. Y todo el bagaje de conocimiento lo llevó a convertirse en un referente: “Tuve a cargo muchas charlas sobre la historia de Los Beatles y sobre el rock como movimiento musical. La más importante de las disertaciones fue con Marcelo Arce en el Teatro Municipal, donde él habló de interpretación técnica y yo me aboqué a la biografía”.

Juan Falú, durante una visita a Bahía Blanca.

“Debuté en la Biblioteca Rivadavia en 1969 con un auditorio que estaba repleto, cuando Los Beatles aún estaban unidos y no era tan fácil acceder a la trastienda de la banda. Sin embargo, en mi caso ayudó mucho mi inclinación por la historia y tomaba con mucha seriedad la investigación”, contó, en lo que respecta a su desenfrenada pasión por una de las agrupaciones más icónicas de la historia.

Se convirtió en una palabra autorizada en la materia: “Eso me llevó a dar charlas en lugares como la Alianza Francesa, la Cultura Inglesa, la Casa de la Cultura y en avenida Colón 80, ambos edificios de la Universidad Nacional del Sur, hasta en una ocasión me tocó disertar en Monte Hermoso”.

Carlos Rivas Wilsen y Lito Nebbia.

“Bahía Blanca es una ciudad complicada, que tiene un movimiento cultural muy importante, con un público que es muy particular para acompañar a los artistas. Algunos tienen gran convocatoria, en su mayoría que no son locales, y un sector de la ciudad, sin caer en generalización, que es exitista, busca lo popular por sobre la calidad”, evaluó Carlos. 

Inmediatamente, lo argumentó: “Además, las convocatorias por ejemplo de la Orquesta Sinfónica con invitados de fuste han tenido una enorme repercusión y eso es algo positivo. Por eso no quiero caer en caracterizaciones injustas, creo que la ciudad en este último tiempo ha dejado de ser pacata, la sociedad se ha abierto un poco más”. 

“Catalogar la música comercial que se escucha actualmente me cuesta mucho, pero me pasó lo mismo con Los Beatles cuando era chico, porque a los que eran mayores les resultaba raro. Luego, se convirtió en una agrupación que fue conquistando adeptos de una manera exponencial”, enunció a modo de comparación. 

Pulgar arriba de Hugo Fattoruso y la alegría de nuestro entrevistado.

Tal es así que se apoyó en una anécdota reciente: “Hace un rato venía caminando, pasó al lado mío un chico con una mochila escuchando reggaeton y debo admitir que me cuesta mucho entender que le guste esa música. Hace unos años estaba de moda la cumbia villera y días atrás le comentaba a un amigo que ese género es una sinfonía al lado de lo que se consume hoy”.

“Hoy, uno se siente un tanto desactualizado porque es de otra generación, en esa mezcla que fomenta los acordes primitivos y elementales que insisto no me colman el oído, más allá de que no todos los jóvenes siguen esa moda y se vuelcan a géneros tradicionales”, finalizó Rivas Wilsen.

Su vida es un testimonio vibrante del poder transformador de la música y del impacto perdurable que puede tener en la vida de aquellos que la aman y la viven con devoción. Dichosos aquellos que al reproducir un disco pueden captar las sensaciones que los bellos acordes de una melodía despiertan en el alma y el corazón. Eso es algo que no resulta ajeno para Carlos, un ser verdaderamente privilegiado.

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