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informe especial

El drama que genera la pérdida masiva de árboles

El temporal del 16 de diciembre tumbó más de 14 mil ejemplares en distintos puntos de la ciudad. El plan de reforestación del Municipio. Y el análisis de un especialista.

Por Juan Luis Tucat, redacción de La Brújula 24

Sin lugar a dudas, el feroz temporal que azotó a la ciudad el pasado 16 de diciembre será recordado por múltiples razones. Es algo que quedó marcado a fuego en todos y todas. Y que ya forma parte de nuestra historia.

Primero, porque nada podrá remediar el dolor causado por la pérdida de vidas. Trece familias jamás volverán a ser las mismas desde aquella fatídica tarde-noche en el club Bahiense del Norte. Es la definición misma de la palabra tragedia.

Luego, por las pérdidas materiales millonarias que demandarán muchos años de una reconstrucción colectiva que, de inmediato –hay que reconocerlo– se puso al hombro la Municipalidad, encabezada por el intendente Federico Susbielles.

Y también por algunos casos puntuales que dejaron en evidencia las miserias humanas que nunca faltan. La famosa viveza criolla de la que quiso aprovecharse un estudiante de Derecho de la Universidad Nacional del Sur, casualmente hijo de una concejal.

Pero, en este informe especial no merece más líneas. Que lo juzgue quien corresponda.

Esta nota estará dedicada al abordaje de otra de las problemáticas heredadas de la tormenta: la descomunal caída de árboles en los distintos sectores de Bahía Blanca.

Sin ir más lejos, y siempre de acuerdo a los datos oficiales, a razón de la pérdida de unos 14 mil árboles, el Municipio anunció un plan de acción para los grandes espacios verdes y zonas mayormente afectadas como el Parque de Mayo, Pinar y Parque Independencia, y algunas plazas que también padecieron una gran afectación como Brown y el Parque Noroeste.

El objetivo, explicó en su momento el propio jefe comunal bahiense, es plantar en los primeros dos años de gobierno unos 28 mil ejemplares, dos por cada árbol que se cayó.

Al respecto –de lo ocurrido y también de lo que vendrá– el equipo del programa “Nunca es tarde” habló con Luis Alberto Caro, Ingeniero Agrónomo y docente de Dasonomía en la Universidad Nacional del Sur, cuya palabra es más que autorizada para una correcta evaluación de daños.

Primero, el profesional explicó que su cátedra en la UNS tiene que ver con “la ciencia forestal por excelencia, tratándose de todo lo que involucra la generación de bosques, su conservación y aprovechamiento de forma sostenible”.

Y luego, consultado respecto del saldo de la tormenta (cabe destacar que al momento de la entrevista el número oficial era inferior al final), sostuvo que “las primeras imágenes visuales las tuve estando en la ciudad de La Plata y cuando llegué a Bahía me encontré un panorama desolador”. “Ver el Pinar o la Plaza Brown, son situaciones que nosotros como técnicos las tenemos en mente porque pueden llegar a ocurrir”.

“Cuando hablo de los riesgos del arbolado, siempre hago mención a que los vientos se clasifican de acuerdo a las velocidades. Ya cuando tenemos ráfagas de 50 o 60 km/h, ahí cualquier rama por más vigorosa que sea puede romperse. Y con ráfagas superiores a 90, cualquier árbol sano puede ser tumbado. Entonces hay que aprender a convivir con ese tipo de riesgos”, consideró el especialista.

“Hay que hacer un buen manejo de todo el arbolado para llevar ese riesgo al mínimo”

“Lo que sucedió acá es que tuvimos un temporal con vientos huracanados, superiores a 120 km/h. El Servicio Meteorológico arrojó incluso por encima de 140. Yo esto lo he visto unas décadas atrás en Necochea, y también tiró cualquier cantidad de pinos”, recordó. Y explicó que “lamentablemente son eventos que, teniendo en cuenta situaciones como el cambio climático, indudablemente nos hacen que repensar mucho el arbolado urbano”.

Consultado respecto de los efectos directos de semejante deforestación en una ciudad como Bahía Blanca, Caro aseveró que “los planes que se hacen y que quizás no se ven, porque hablamos de individuos muy jóvenes casi sin hojas, contemplan un plantado de tres a cinco mil por año en campañas de forestación. Entonces, lo que hoy tenemos es pérdida de varios años de trabajo”.

“El tema es que ambientalmente el impacto es mucho más fuerte, por la cobertura arbórea que perdimos, con una biomasa importante para lo que es la retención de agentes contaminantes y absorción de metales pesados del suelo”, expuso.

Y añadió: “Aparte, todo el impacto visual que causa cuando uno ve lugares que eran antes lugares verdes y quedaron totalmente asoladas”.

Por último, a modo de conclusión, el ingeniero resaltó que “a nosotros nos falta cultura, no estamos acostumbrados a vivir este tipo de tormentas y no prestamos atención a las alertas. Siempre tenemos alertas amarillas o naranjas y sin embargo la gente sale con normalidad. Vemos a los runners que salen a correr en el Parque de Mayo con riesgo de caída de rayos o ráfagas que superan los 60 km/h. Indudablemente vamos a tener que prestar más atención a estas cosas”.

“Tengamos en cuenta que meteorológicamente es más fácil predecir ráfagas de viento que una precipitación. Ahí vamos a tener que prestar muchísima más atención”, indicó.

Repensar el arbolado urbano

“Hay que empezar a escuchar mucho más a los técnicos, porque cuando se habla del arbolado siempre hay veredas opuestas. Están los ambientalistas que se abrazan a los árboles y no quieren que saquen ninguno, y por el otro los que quieren extraerlos todos y hacer un páramos en la ciudad. Eso no puede existir. Lo que debemos hacer es buscar las especies más adecuadas para determinado sitios, no hay una única especie que se comporte de la misma manera en cualquier lugar. Y además, hacer podas periódicas para mantener la seguridad”.

Escuchá la entrevista completa al ingeniero Luis Caro en el aire de La Brújula 24:

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