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La técnica ancestral adoptada por Ginóbili y que mejora la calidad de vida

El objetivo es restablecer el vínculo entre las personas y la naturaleza para lograr una vida más armoniosa.

Volver a los orígenes, resetear la mente y el cuerpo, de eso se trata. ¿Quién se hubiera imaginado que existe la posibilidad de hackearse a uno mismo? Al igual que sucede con un dispositivo electrónico, también es posible hacerlo con el organismo, ¿cómo? De manera muy sencilla a través del Biohacking, una técnica que propone incorporar hábitos ancestrales para reducir el estrés, desinflamar las células y así, mejorar la calidad de vida.

Una propuesta que entre sus adeptos se encuentran el príncipe Harry y el reconocido jugador de básquet, Manu Ginóbili, que causó sensación y curiosidad cuando se lo vio usando el Oura Ring, un anillo inteligente que mide entre otras cosas, la calidad del sueño.

El Biohacking es una corriente que encuentra sus raíces en el modo de vida de las primeras sociedades, caracterizado por su simplicidad, conexión con la naturaleza y estilo de vida nómada. Este enfoque contrasta con la vida actual en las ciudades, que está marcada por la agitación, el estrés y la desconexión personal. Marcos Apud, psicólogo y Wellness Coach, destaca el impacto positivo de volver a vivir en armonía con la naturaleza, regulando el ciclo circadiano, fortaleciendo el sistema inmunológico y generando calma.

La vida moderna, según Apud, ha llevado a un modo de vida acelerado, con falta de sueño, mala alimentación y sedentarismo, lo que resulta en problemas de salud y una sensación de vivir en piloto automático. En respuesta a esta situación, el Biohacking propone combinar tecnología con la biología individual de cada persona para potenciar la salud y el bienestar a través de la bioindividualidad.

El método busca reavivar antiguas costumbres, como caminar descalzo, tener contacto con la naturaleza, consumir alimentos naturales y exponerse al sol y al frío directamente. El objetivo es restablecer el vínculo entre las personas y la naturaleza para lograr una vida más armoniosa, mejorar el sistema inmunológico y promover una vida más longeva.

La tecnología desempeña un papel crucial en el Biohacking, con dispositivos como trackers que miden la calidad del sueño y signos vitales, lentes que filtran la luz azul artificial y aplicaciones que evalúan el nivel de sedentarismo y la nutrición. La alianza entre el cuerpo y la inteligencia artificial permite optimizar y recuperar la salud.

El Biohacking se rige por tres principios fundamentales: la adopción de hábitos saludables, la idea de que cada individuo sea su propio laboratorio, experimentando y midiendo los resultados, y la importancia de compartir estos resultados en comunidad, fomentando así la vida en conjunto.

Esta corriente emergió en la década del 2000 de la mano de Dave Asprey, un empresario y escritor estadounidense que experimentó problemas de baja energía, irritabilidad y depresión. Desde entonces, el Biohacking se ha popularizado, y cualquier persona interesada puede convertirse en un biohacker mediante la participación en cursos ofrecidos por instructores certificados. Este enfoque ofrece a las personas la oportunidad de intervenir y mejorar sus propias vidas, adaptándolas a sus necesidades y objetivos de bienestar.

Fuente: La Nación

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