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De Ayer a Hoy

"Mi vida no fue sencilla, pero el teatro fue sanador y el humor me salvó"

Valeria Vigier cautiva al público infantil y adulto con su versatilidad en cada espectáculo. Los inicios. El encuentro con Emilio Disi y “Pepe” Parada. Y la experiencia de la “Xuxa bahiense” al frente de la Comedia Municipal.

Por Leandro Grecco
Facebook: Leandro Carlos Grecco/Instagram: @leandro.grecco/Twitter: @leandrogrecco

Hoy nos zambullimos en la historia de una mujer cuya vida estuvo marcada por una infancia difícil, supo desde temprana edad que el arte sería su refugio y su camino. Desde sus primeros años, mostró un talento innato para la actuación, convirtiéndose en una joven promesa del teatro. A pesar de los desafíos que enfrentó en sus primeros años, nunca perdió de vista sus sueños.

Con el paso del tiempo, Vigier además de consolidar su carrera como actriz, se convirtió en una referente del teatro infantil y la comedia para adultos. Su capacidad para transmitir emociones y conectar con el público la catapultó hacia el reconocimiento y el respeto en el mundo artístico.

No solo se conformó con actuar; aspiraba a más, y su determinación la llevó a convertirse en directora de una de las agrupaciones artísticas más emblemáticas de la ciudad: la Comedia Municipal. Valeria Vigier se somete en La Brújula 24 a un repaso retrospectivo de su vida, aún cuando tiene mucho para dar y sueños por cumplir.

“Soy bahiense, la menor de cinco hermanos, pero no la más mimada. Mi abuelo materno era alguien muy conocido en Bahía, el sombrerero Vila, dueño del local donde hoy funciona Pullman y luego se mudaron a calle San Martín, en el ingreso a la Galería Plaza”, fueron las primeras palabras de Vigier al encender el grabador.

Y rememoró que “mi papá era de La Plata, fue aviador naval, llegó a Bahía Blanca donde conoció a mi mamá y se casaron. Mi infancia transcurrió hasta los 12 años en una casa de Viamonte y Moreno, luego nos mudamos a la esquina de Chile y Fitz Roy, siempre dentro del mismo sector”.

“Tanto el Club Estudiantes, como la Asociación Cristiana de Jóvenes y las guías con las que íbamos a La Pequeña Obra, con las cuales fundamos nuestro espacio en Sánchez Elía, fueron parte de mi adolescencia”, comentó, mientras se preparaba para degustar el café.

Sobre su formación escolar, advirtió que “entré al Colegio La Inmaculada con 4 años y allí mismo terminé la secundaria con 17. Era una alumna vaga a la que le costaba apoyar la cola en la silla y estudiar, aunque también es cierto que nunca estuve ni siquiera cerca de repetir un año”.

“Mi vida y la de mis hermanos no fue nada fácil, mamá se enfermó cuando yo era muy chica y todos tuvimos que hacernos cargo de la situación porque ella quedó con una imposibilidad física que la limitaba mucho, aunque su cabeza siempre funcionó bien”, consideró Valeria, a partir de una época que marcó su conducta de allí en adelante.

No obstante, lanzó: “Por eso siempre digo que en mi niñez jugaba a la casita en serio, tenía que ayudar a cocinar y planchar. Al ser la más chica, me tocaba quedarme mucho tiempo al cuidado de mi mamá, pero debo decir que mi familia fue maravillosa”.

“Siempre repito que la actuación en mí es algo que viene desde el útero materno, cuando mamá me concibió ya estaba actuando. En el colegio, todo acto que se hacía era una ocasión propicia para que las docentes me convocaran”, sostuvo la reconocida artista.

Lejos de cualquier tipo de timidez, se animó rápidamente a romper estigmas: “Con cuatro años hice de niño Jesús, desnuda y solo con un pañal en medio del salón de actos de toda la comunidad educativa del establecimiento. Esa fue la primera interpretación artística que hice y ya no paré más”.

“No había entre mis antecesores familiares personas que hayan incursionado en ese arte, solo mi papá al que le gustaba tocar el piano y le gustaba imitar a Don Johnson en tiempos de División Miami, creo que esa pudo haber sido mi influencia”, teorizó Vigier.

Decidida a emprender un camino, se detuvo en un momento crucial de su porvenir: “En abril de 1983, en los albores de los regresos de la democracia y con tan solo 15 años, comencé en Bahía en la Comedia del Sur, donde Olga Postigo, Alberto D’Amico y Juan Carlos Spaltro abrieron un taller de teatro”.

“Fue Fabián Pellegrini quien me invitó a participar, pero como era menor de edad tenía que pedirle permiso a mi mamá y se cursaba de noche con adultos. Conseguí su autorización para realizar este curso intensivo que se dictaba los cinco días de la semana y, a partir de ahí, empecé el teatro como algo más serio”, sentenció una de las referentes de distintas generaciones.

Asimismo, consideró sobre dicha aventura que “me encantaba, no lo sentí un sacrificio porque paralelamente estaba terminando el secundario, eran dos horas y no me molestaba tener que regresar en colectivo a casa, sentía pasión y, sin dudas, era mi gran vocación”.

“Cuando terminé quinto año, mi idea era instalarme en Buenos Aires. Como quien no quiere la cosa caí de manera inesperada en la oficina que compartían ‘Pepe’ Parada y Gerardo Sofovich en el Hotel Presidente de Cerrito y Paraguay”, agregó, promediando el ida y vuelta con esta ya tradicional sección. 

La anécdota que traía al presente la marcó: “Estaba de casualidad tomando un café allí, esperando a una tía que trabajaba al lado, escuché que ambos estaban allí y le pregunté al mozo por ellos dos. Me comentó que se encontraban en el último piso, no lo dudé y subí porque mi intención era recabar información sobre las escuelas de teatro en Buenos Aires”. 

“Cuando entré, al primero que vi fue a ‘Pepe’, quien casi sin preámbulos me lanzó una pregunta un tanto fuera de lugar, a la que le respondí con firmeza. Emilio Disi, que no sabía que era su hermano estaba en un despacho al lado y se acercó sorprendido”, relató.

Sobre la postura del capo-cómico afirmó: “Evidentemente, al escuchar mis gritos, me intentó calmar y me llevó a la oficina en la que se encontraba Luisa Albinoni con la cual estaban haciendo La Peluquería de Don Mateo. Me sentía rodeada de dioses a los que hasta ese entonces solo había visto por televisión”.

“Charlamos un rato y les comenté que quería aprender teatro, Emilio que se comportó como un señor me empezó a contar que existía la escuela de Carlos Moreno, aunque nunca pude asistir porque no tenía medios económicos para radicarme en Buenos Aires”, contó, con un dejo de lamento.

Con el GPS encendido, debió recalcular, tomar carrera para volver a intentarlo: “Me fui a San Luis a estudiar Farmacia, volví con 21 años a Bahía Blanca y ya no paré más, primero con el rubro infantil y casi en paralelo con la comedia. Coincidí con la etapa de furor de Flavia Palmiero, hasta me llegaron a decir que era la Xuxa bahiense (risas)”.

“El primer espectáculo para chicos lo había hecho en 1991 con ‘Chongo’ Ayestarán que me había convocado para ser protagonista de un musical. A raíz de eso, tuve que grabar canciones, por lo cual ‘Sanata’ Iencenella me propuso lanzar mi propio disco, me convenció al decirme que tenía oído musical y sabía entonar”, resumió la actriz de 56 años.

Su salto a la popularidad se estaba gestando: “De allí nació ‘La Magia de Valeria’ que fue mi primer espectáculo, allá por el 2000 y ya en 2004 lancé ‘Valeria en el Mar’. Era una etapa en la que el rubro infantil no existía en Bahía Blanca, hasta me tocó ser telonera de Carlitos Balá en el Club Independiente”.

“La idea siempre fue la de interactuar con los chicos, mezclando una historia, la música y la participación de niños y niñas. Eran etapas en los que se le dedicaba mucho tiempo a panfletear en las escuelas llegada la fecha de las vacaciones de invierno. Además, los medios de comunicación locales me dieron una gran mano”, agradeció Vale.

Tras cartón, se mostró autocrítica, pero ponderó la devolución del público: “Mi error radica en no creérmela. La gente me respeta porque sabe que todos los productos que presenté fueron de calidad. Llevo 23 años ininterrumpidos haciendo espectáculos infantiles, hasta estando embarazada me subí a un escenario”.

“Mi premisa innegociable siempre fue la de hablarle a ese público sin subestimarlo, dejando de lado esas expresiones llenas de diminutivos y con un tono cuasi primitivo como si los destinatarios de mis propuestas no pudieran entender el mensaje”, reveló, diferenciándose de muchos otros referentes del rubro infantil.

Luego, no vaciló en plantear que “he ido desinteresadamente a los hospitales a cantarle a los chicos que estaban en una situación delicada de salud sin cobrar un peso, una norma que hice cumplir con todos los elencos que integraron las distintas propuestas que me tocó montar”.

“En paralelo, me dediqué a la comedia para adultos que tiene mucho que ver con el trabajo infantil y es allí donde pude darme el lujo de trabajar con un amigo al que extraño mucho y con el que hicimos una gran dupla como es Jorge Ventura, fallecido meses atrás”, exclamó, con la voz entrecortada.

“Mi vida no fue tan sencilla y creo que el humor fue un apoyo para poder seguir adelante. El teatro me salvó, es sanador”

Otro desafío estaba en ciernes: “Más acá en el tiempo me presenté a un concurso que finalmente gané para dirigir la Comedia Municipal, que este año cumple 30 años, y que presenta dos obras por año. Para el primer semestre la convocatoria es a nivel nacional y para el segundo dentro de la esfera local”.

“Rendí el concurso con la obra ‘Chocolate por la noticia’ de Mariano Cozza, el hijo de ‘Tito’ que fue autor de ‘La Nonna’ y se ve que gustó el proyecto quizás porque hablaba de las mujeres olvidadas por los libros de historia durante 200 años”, desglosó Vigier.

A partir de ello, reconoció que “nunca me había presentado ni como directora ni como actriz, quizás por el hecho de que siempre tenía otros compromisos asumidos y los ensayos para la Comedia Municipal son de dos meses y medio. Fue una experiencia inolvidable”.

“Me gusta el humor negro y no me afecta la forma de hacer reir del pasado, hay que saber ponerla en el contexto de la época. Siempre se pueden hacer modificaciones, teniendo en cuenta que la mujer estaba parada en un lugar que hoy ya no ocupa”, evaluó sobre el final de la charla.

Al ser consultada por cuentas pendientes, aseguró que “en mi carrera considero que lo que me falta es hacer un unipersonal, sola con mi alma interpretando varios personajes sobre las tablas. Creo que en cierta forma lo hice cuando encarné hace poco la puesta en escena de ‘Arrabaleras’”.

“Más allá de eso, mi intención no es hacer stand up, sino tratar de emular aquello que era lo que en sus comienzos encarnaba (Enrique) Pinti en sus espectáculos. Soy una agradecida, una hacedora que eligió siempre al teatro como mi camino en la vida”, finalizó.

Vigier no se detiene. A pesar de sus logros, sigue persiguiendo nuevos proyectos y alimentando sus sueños. Su pasión por el arte y su compromiso con la excelencia artística la mantienen en constante evolución. Valeria es un ejemplo de perseverancia y dedicación, demostrando que, incluso en las circunstancias más adversas, es posible forjar un camino brillante y dejar una huella indeleble en el mundo del espectáculo.

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