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DE AYER A HOY

Luis Fernando Sierra, un artista local que hace gala del rupturismo y la vanguardia

Pionero en materia de diseño, vincula la arquitectura con la cultura. El sueño de ser astronauta. La importancia de los talleres. Y su aporte a la estética de las discotecas: “La noche no es la madre de todos los males”.

Por Leandro Grecco
Facebook: Leandro Carlos Grecco/Instagram: @leandro.grecco/Twitter: @leandrogrecco

En el vasto universo de la creatividad, existen individuos que desafían las convenciones y expanden los límites de la imaginación. En este contexto, nuestro protagonista es un artista que ha emergido como un pionero en el mundo del diseño, alguien cuya obra única vincula la majestuosidad de la arquitectura con la riqueza de la cultura, y cuyos sueños alguna vez se alzaron hacia las estrellas.

Detrás de la genialidad de este artista hay una historia arraigada en las tradiciones familiares, con raíces profundas que se remontan a los talleres de sus abuelos y padres. La importancia de estas figuras en su vida no solo moldeó su talento, sino que también sirvió como fuente de inspiración constante. Son estos lazos familiares y su legado los que han contribuido a forjar una trayectoria artística excepcional.

A medida que nos adentramos en el fascinante mundo de este artista visionario, también descubriremos su influencia y contribución a la estética de las discotecas, un terreno donde la fusión de elementos visuales y sonoros despierta emociones y crea experiencias inolvidables. A lo largo de este artículo, ya un clásico de LA BRÚJULA 24, exploraremos cómo Luis Fernando Sierra ha dejado una huella indeleble en la escena de estos locales, transformando espacios con su visión única y vanguardista.

“Me considero un artista, pero quería ser astronauta y ese fue mi primer sueño. Ahí es donde logré hacer una unión que me define. Busqué la forma de conectarme con la NASA hasta que con el paso del tiempo me convencí de que no reunía las condiciones físicas para hacer realidad ese anhelo. La exigencia en ese aspecto es enorme, se trata de una disciplina terriblemente demandante”, esbozó en sus primeras apreciaciones respecto a una profunda introspección.

Y añadió que “sin embargo, el arte fue una herramienta que me permitió bajar ese sueño, vivir el universo y ubicarlo a nivel de la tierra. Para mí, las estrellas y volar con la imaginación era alcanzar mi intención de ser astronauta. Por medio del arte, la premisa era expresar una energía, mostrarla y compartirla”.

“Si bien nací en Bahía, hasta los 20 años viví en un campo cercano a Coronel Dorrego. Habiendo crecido en un pueblo, era más difícil conectar con eso que te cuento, pero en cierta manera me la rebuscaba para obtener información de algún lado. Los libros fueron ese medio que me permitió llegar a tal fin porque a los siete años, mis padres me hicieron socio de la biblioteca popular”, refirió Sierra, comenzando a entusiasmarse con la idea de una mirada retrospectiva.

Paralelamente, contó que “por asistir permanentemente me convertí en un privilegiado porque logré que las directoras me dieran la autorización para acceder al lugar donde se almacenaban los ejemplares y poder elegirlos, siempre y cuando supiera cómo estaban clasificados. Ahí tomé contacto con lo que hoy es Internet, sumado a que en mi casa siempre hubo pilas de libros, enciclopedias y música, siendo muy incentivado por mis padres y mis abuelos”.

“Tengo un hermano menor con el cual somos totalmente distintos, pero con el mismo espíritu e idéntico nivel de creatividad que fue aplicado de forma diferente. Llegué a Bahía Blanca por razones de estudio, junto a mi familia, dejando atrás la etapa de vida maravillosa en el ámbito rural, la mejor época de mi existencia porque me permitió tomar contacto con la sensibilidad y la observación de la naturaleza”, infirió, al momento de avanzar en el relato.

Consultado sobre el momento del click que lo transformó en lo que es hoy, apuntó: “Todo aquello lo terminé utilizando y me enriqueció como ser humano. Pero creo que despertó mi inquietud el hecho de estar rodeado de talleres, uno de mis abuelos reparaba motores de alta precisión, el otro reparaba maquinaria y mi papá tenía uno en el campo donde armaba sus propias herramientas”.

“Por eso, sin temor a equivocarme afirmo que mi taller, en definitiva, termina siendo una suerte de simbiosis que alcancé a hacer con aquella infancia que fue tan maravillosa. Es que en definitiva todos ellos fueron los que me enseñaron que cada uno de los proyectos que iba a encarar con determinada herramienta eran un arte en sí mismos”, aseguró, con la certeza de quien se regocija de vivir de lo que le gusta.

Ese placer lo combinó con una focalizada formación: “Entré en la universidad y empecé a desarrollar la etapa profesionalizada. Estudié la Tecnicatura en Diseño, durante casi 28 años fui profesor de dicha carrera en el nivel terciario, sigo vinculado a la Universidad Nacional del Sur a través de la carrera de Arquitectura, a punto tal que mi hija hoy está cursando dicha carrera”.

“Además, me vinculé activamente con todo lo que es la producción cultural y el desarrollo de las performances, pudiendo generar una muy fuerte sinergia con la Asociación de Artistas del Sur. En paralelo, estoy realizando inclusive hasta hoy una labor mancomunada con los museos, a través de mi nexo con el Instituto Cultural”, resumió, promediando la conversación.

Se convirtió en popular en un ambiente específico en el que dispensó todo el bagaje de sus conocimientos: “Hay algo puntual y que fue buscado dentro de mis intenciones como artista y tiene que ver con el diseño de espacios nocturnos, bares, restobares, discotecas, producciones escénicas en teatro y televisión. El espectáculo, en definitiva, es lo que fue perfilando mi personalidad”, una impronta que me acompaña hasta hoy y me define.

“Tenemos una ciudad con mucho potencial, hay mucho más de lo que pensamos a nivel de creatividad, con muchísimas personalidades nacidas aquí y que hoy son reconocidas mundialmente en distintos campos. Existe una cultura que es más subterránea y también está, por ejemplo, en la rama de la música, con referentes que trabajan a pulmón”, dispensó quien hace de la estética un culto.

Y fue agradecido con su terruño: “Lo que rescato es que Bahía Blanca me permitió crear propuestas que en el momento que las materialicé parecían rupturistas y que iban a aportar algo que consideraba que estaba ausente. La elección de trabajar desde escenarios o locales nocturnos me permitió volar más suelto a raíz de que me dieron la libertad para aportar una visión desde el punto estético”.

“Esto mismo lo pude vivenciar siendo profesor al guiar a un alumno, por eso es que considero que el denominador común de mi vida fue la ruptura, buscando constantemente el cambio de molde y desenfocando la manera de ver las cosas para provocar inexorablemente otra mirada disruptiva y novedosa”, consideró, con la humildad de un grande.

Después, evaluó el presente y su vorágine: “El cambio de época se acelera por la tecnología que tenemos a disposición, lo que afecta directamente en los cambios culturales. A mis 18 años no existía nada de lo que hoy hay, ante ese panorama que se abrió desde el punto de vista comunicacional, permitió general aspectos muy positivos”.

“Con esto se logró democratizar el acceso a todo lo que hoy existe, algo que antes parecía un imposible salvo por medio de una biblioteca muy grande que te permita tomar contacto con lo que pasaba en el resto del mundo o solo a través de un vínculo con alguien que estuviera en otro punto del planeta”, comentó Sierra.

Las vicisitudes obligan a tomar ciertos recaudos: “Actualmente, uno se tiene que acomodar a los cambios para no quedarse situado en el extremo de la nostalgia, más allá de que es algo que atesoro, como tampoco pensar que las cosas son inamovibles. Lo que fomento fervientemente es que se avance con una notoria fluidez y mirando hacia adelante”.

Muchos recordamos a Fer bailando sobre la tarima de un boliche con una destreza única, sin embargo, su nexo con la vida que se desarrolla cuando el sol se esconde en locales nocturnos tiene un origen mucho más profundo: “La noche la viví y disfruté desde mi trabajo, me permitió hacer una buena conexión en el hecho de trabajar y pasar un buen momento con amigos. Lo que se genera en la nocturnidad no es la madre de todos los males, es solo una parte de las 24 horas de cada día y lo negativo está en cualquier momento de la jornada”.

“Lamentablemente, la degradación social que cunde es innegable y no estamos bien en esa cuestión, venimos decayendo hace décadas. El origen de la problemática está en otro lado, pero la noche se utiliza para explicar el fracaso, el tema es muy complejo donde entran en juego temas ligados al poder y los intereses”, lanzó, a modo de crítica.

Su alma inquieta no se detiene: “Hoy estoy dándole forma a un emprendimiento que comparto con mis hijos y que busca ser una síntesis de todo lo que he hecho en estos 30 años. Se trata de un estudio de arte y diseño al que denominamos Paradigma, el cual tendrá la capacidad de brindar asesoramiento y, al mismo tiempo, vender objetos que fueron producidos”.

“Además, tenemos el orgullo de estar dándole las puntadas finales a un área anexa que funcionará en el cortísimo plazo como una galería de exposición, en la cual se busca hacer un aporte valioso a nivel cultural. La premisa es generar un calendario con artistas invitados que pueden ser locales o hasta nacionales”, se esperanzó, con el sustento de un proyecto serio por detrás.

Ahondando en el tema recalcó que “mi orgullo es que ambos espacios van a estar presentes el próximo fin de semana en ‘La Noche de los Museos’ y en esta ocasión haremos una exposición donde se va a mostrar una producción de cuadros y dibujos, es una puerta que se abre para que la gente conozca esta propuesta y estoy muy agradecido de dicha oportunidad”.

“Todo esto lo combino con la dirección de diseño de obras civiles, es decir que donde se hacen reformas de índole arquitectónicas, ahí estoy trabajando con equipos de arquitectos, con lo cual tengo la posibilidad de llegar a distintas localidades de la región. Esa es una pata más de todo lo que hago”, explicó Sierra al epílogo.

Con el testimonio de Sierra logramos adentrarnos en un viaje fantástico a través de la vida y obra de este artista extraordinario, desentrañando todos los hilos que tejen su historia, examinando el impacto inconmensurable de su creatividad en el mundo del arte, la arquitectura y la cultura contemporánea.

Así, el lector de “De Ayer a Hoy” se dio el gusto de conocer a un individuo en profundidad, a un vecino común al que solemos identificar caminando por las calles con una impronta que lo distingue y cuyas ideas han desafiado la gravedad, elevándonos hacia nuevas alturas de apreciación estética y emocional.

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