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rompió el silencio

“La cocaína era de un albañil y con lo de la balanza buscan estigmatizarme”

El abogado penalista Juan Manuel Martínez se defendió de las acusaciones que pesan en su contra: “Una cosa es el elemento de prueba y otra el puterío”.

El abogado penalista Juan Manuel Martínez que la semana pasada estuvo preso por espacio de 48 horas por vender droga, conversó esta mañana en LA BRÚJULA 24 y se defendió de la acusación. Cabe recordar que en las últimas horas, el juez de Garantías consideró que no había pruebas para que siga detenido.

“Soy un 4 de copas, una persona común y corriente. Todos los abogados penalistas estamos bajo la mira de un ojo diferente y eso es una locura. Si leyeron mi declaración indagatoria, tuve que contestar preguntas respecto del horario en el que me duermo y me despierto. Eso es algo privado y la pandemia nos cambió el ritmo a todos”, resaltó Martínez.

Luego, destacó que “a nosotros, los abogados, nos dio la posibilidad de manejarnos con medios virtuales. Me recibí de abogado, quemándome las pestañas siete años para tener mis horarios. Explicarle a una fiscal si soy de salir a la estación de servicio a comprar cigarrillos es una locura. Mi casa tiene el movimiento que el de cualquier casa de una persona sociable, que tiene amigos y amigas que se pueden quedar hasta las 2 de la mañana”.

“Y uno de los vecinos con el que tenía una relación de amistad hasta que hubo un problema con el terreno donde tengo mi domicilio se cortó ese vínculo. Cuando se generó el conflicto con él, se convirtió en samaritano. Tengo mensajes en los que me insistía muy tarde para ir a mi casa porque su mujer no lo dejaba respirar y me prometía llevar CDs para escuchar. Ahora, esta persona dice que en mi casa se vende droga, que me traiga un video donde se vea eso”, comentó el penalista, en otro segmento de la entrevista radial.

Consultado respecto de por qué descartó una de las evidencias, reveló: “La balanza la tiré para evitar que se estigmatice como elemento de comercialización. Soy un paciente cannábico y que todos los meses viene mi cultivador solidario y me entrega los 30 gramos, para saber cuánto recibo lo tengo que pesar. Tengo un enfisema pulmonar que se me determinó a través de un estudio de un neumonólogo, que me hizo una espirometría que dictaminó un 79% de mi capacidad pulmonar. Una parte de mis pulmones ya no está funcionando y no se regenera. Hace tres meses me hice el mismo estudio y me arrojó 70%”.

“El aceite de cannabis y todos los alimentos que genero terminan siendo un paliativo. Me cambió la voz, antes era más aguda y ahora es más rasposa y el aceite de cannabis me ayuda a no toser ni tener apneas. Cuando hablo de hacer mermeladas, hay una Ley que fomenta la producción del aceite de cáñamo que pronto estará en las góndolas de los supermercados. Me hago infusiones que me ayudan a vivir mejor. Si eso significa que la fiscal me va a detener, que venga todos los días. Tengo una habilitación dictada por una médica”, afirmó Martínez.

Inmediatamente aclaró otro de los puntos que generan controversia: “En el quincho, mis hijos están construyendo arriba y el plato con cocaína lo encontraron en un lugar con un DNI a nombre de Facundo Coronel donde se cambian los albañiles. A ellos los eché y me hice cargo porque es mi casa. En un momento consumí cocaína, pero el plato lo encontraron en un lugar que no es habitual de mi casa, no estaba en una mesa o en la barra. Estaba en un placard en el que había libros y ropa que uso de sucucho”.

“La primera calificación que me hacen en el acta es tenencia simple, les aclaré que tenía Reprocam, el cual exhibí inmediatamente, lo que derivó en que me impongan tenencia con fines de comercialización por la denuncia que hizo este vecino que quería venir a mi casa a drogarse junto con otro amigo. Es una locura que me subieran la calificación”, exclamó el abogado.

Al tiempo que sumó: “Este vecino del que hablo es el dueño del inmueble donde hay una carnicería y le compraba droga a un empleado de este local. Vino a mi casa el 9 de noviembre de 2020, en plena pandemia, para venir con otra persona que tiene la concesión de la cantina de Pago Chico. Me decía que iba a traer CDs, vino, le dije que no correspondía y ahí es donde surge el problema con el terreno”.

“Este hombre creyó que porque tengo un enfisema pulmonar, la pandemia me llevaba puesto y él se quedaba con todo lo que yo había construido. Discutimos y lo agarré del cogote”

“Ese día me bajé de la camioneta de un cliente (el Mendocino Romero Miranda que apareció muerto) y por esto le tuve que explicar a la fiscal Lara cuál era mi contacto con esta persona y desde cuándo lo conocía. Soy un buen abogado penalista y por eso esta persona me vino a buscar a mi casa. Cuando conocí a Romero Miranda, recién salía de estar detenido por facilitación a la prostitución. Me enteré del vínculo con Fabián Rossi y corté todo tipo de vínculo”, destacó.

La charla subió los decibeles: “No tengo que explicar en una indagatoria mi vida personal. A mi vecino lo agarré del cogote porque le pedí una copia del boleto compra-venta porque ninguno la encontraba y que no tenía la escritura porque estaba a nombre de su mamá. Por eso me saqué de las casillas. Construí en este terreno y toda la medianera la hice y pagué yo. Lo único que le pedí a mi vecino es que si van a romper la pared sea algo prolijo. A partir de ese reclamo, pasé a ser Frankenstein. Hablan de una orgía y lo único que puede ser es tres perros que se matan en la calle, que traigan pruebas”.

“Mi padre, que en paz descanse, era fanático de las armas. En mi vida toqué una y me compré un aire comprimido porque empecé a escuchar ruidos a la noche y para tirarle a latitas. Estaba decidido de bajar a alguien a balinazos si querían entrar a mi domicilio. En una cámara se ve la imagen de amigos míos viniendo a mi casa y en el terreno de mi vecino se ve una entidad. Se me llenó la situación de preguntas cuando lo vi. En la denuncia habla de que escucha ruidos y pareciera que había personas con armas en su patio. En vez de comprar un arma de fuego, me compré un aire comprimido que estaba roto”, afirmó Martínez.

Paralelamente advirtió: “Tengo algunos amigos que están en pareja y no son muy santos. Ellos me piden instalar Telegram y que cuando vienen lo usan, son cuestiones personales. Soy abogado particular, no soy funcionario público, ni una persona socialmente expuesta. Tengo 45 años y 20 de profesional. Tener un Telegram no es un delito, se lo di a un amigo. Las acciones humanas no configuran delito, están exentas y solo les corresponde revelarlas a Dios”.

“Todo surgió por un terreno que compró mi padre y escrituró a nombre de mi hermano porque no se formó la sociedad que estaba prevista. Él estaba casado y a mi ex cuñada le requerí que vaya a la escribanía a firmar la venta. Me llamó la pareja, Juan Bortnik, y después de varios intentos logré contactarlo un sábado a la tarde”, recalcó.

Y sumó: “Sin mediar palabra me dijo que venía a mi casa para arreglarlo, le pasé mi dirección. Le advertí que si entraba a mi casa no iba a salir bien. Finalmente no vino. Era una persona que no conocía e iba a venir a mi casa. Soy el hijo de mi padre difunto y no puedo estar en medio de los problemas de mi hermano y estas personas. Quiero que ese terreno que genera expensas tan caras, se venda”.

“Aquel que dice que entran chicas de madrugada es envidioso. Las únicas personas que entran son mi secretaria y mi pareja y sus amigos. Los fines de semana nos juntamos a comer asado y es algo normal. El delito es haber tenido en mi poder 11,9 gramos de marihuana y por el Reprocam estoy autorizado a tener 30 gramos. Para detenerme tienen que demostrarme que se da el intercambio de droga. Una cosa es el elemento de prueba y otra es el puterío y sospecha”, diferenció el penalista.

Después, Martínez no vaciló en afirmar que “Romero Miranda venía de día a mi casa y si tiré la balanza fue para no hacerme cargo de la estigmatización que hizo la fiscal para justificar la comercialización. Bastante me estoy haciendo cargo de explicar mi vida personal para que no me afecten en las redes sociales. Que vaya toda la gente a mi casa es una cosa y no es delito. Si ven que esa gente hace un pasamanos, es prueba y eso no está. A mi vecino que me denunció lo eché cuando venía a mi casa y traía droga para convidar, un delito como el suministro gratuito”.

“Esa persona y te lo puede decir el albañil que me hizo el techo, tiene como gusto dejar a chicas atadas en el patio de su casa. Eso me lo contó él mismo, que una vez se había olvidado a una mujer afuera en pleno invierno. Mi secretaria, como sabe que trabajo hasta las 3 de la mañana haciendo escritos, me trae el Token. El vecino dice que armó una aplicación que convence a las mujeres para volver con su ex amor”, finalizó.

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