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DE AYER A HOY

Ricardo Margo, el hombre que se convirtió en un sinónimo de cultura en la ciudad

Recordó su niñez en Bahía y la juventud lejos de casa. El impulso al Teatro Municipal. Y se sinceró: “Quedé insatisfecho con mi último paso por el municipio; me faltó libertad, pero no fue porque me la hayan negado”.

Por Leandro Grecco
Facebook: Leandro Carlos Grecco/Instagram: @leandro.grecco/Twitter: @leandrogrecco

Conviven con cada uno de nosotros personas que tienen el don de saber agradar, no solo desde la palabra. También con sus acciones, el famoso “ser y también parecer”, una virtud exclusiva de esas personas que son consecuentes entre lo que dicen y lo que hacen, en momentos en los que el valor de la palabra está tan devaluado.

Ricardo Margo es un fiel exponente de esta característica tan distintiva de las personalidades que, a partir de su labor visible, deben mantener una línea de conducta. Si a eso se le suma que, al menos en apariencia y sin temor a equivocarnos, siempre tuvo en claro su norte, de qué manera capitalizar sus inquietudes, haciendo de las obligaciones diarias, un disfrute. En La Brújula 24, nos zambullimos en su historia.

“Me llamo Héctor Ricardo Margo, el primero de los nombres por mi papá, pero usé el segundo por Lavalle, destacado líder político que además era mi padrino y por el cual una plaza fue bautizada en su honor. Fue un padre para mi e insistió para que me llamen de esa manera, pero también sospecho que esa forma de llamarme respondía a la figura de Balbín”, enfatizó el protagonista de la entrevista, siempre dispuesto a la requisitoria periodística.

Luego, indicó: “Nací el 25 de mayo de 1958, crecí en el centro, primero en Saavedra 125, una casa en la que después estuvo Foto Polo. Hasta que en el 69 nos mudamos a Roca al 200, donde aún viven mi madre y mi hermana cinco años mayor que yo. En el primero de esos domicilios alcancé a convivir con mis cuatro abuelos, lo cual me pareció una experiencia hermosa”.

Y agregó: “Por parte de los Tirabasso, que eran los maternos, y los Maronna, del lado paterno, pasábamos domingos maravillosos y las fiestas de fin de año eran fantásticas, mesas largas interminables. Mis primos Jorge (luego integrante de los Les Luthiers) y Horacio Bartolucci hacían bromas musicales en la sobremesa, lo que hizo que se cantara mucho en mi casa”, detalló.

Junto a Jorge Maronna (Les Luthiers).

“Además, recordaban aspectos de una Bahía Blanca de antaño, profesionales que eran prestigiosos y siempre aparecían los nombres de emblemáticos vecinos en las charlas. A veces pienso que la historia de la ciudad me la contaron tanto desde la versión oficial como de la otra, entonces me causa gracia, pero a la vez cierta impresión”, afirmó, en otro segmento de la entretenida charla.

Posando con Alfredo Casero.

A partir de la juventud comenzó a tomar determinaciones: “Los estudios primarios los hice en la Escuela Nº 2 de calle Vieytes y la secundaria en el Colegio Nacional y con 17 años me fui a estudiar Derecho a Buenos Aires, a vivir con mi hermana y su esposo. Lo hice por un corto lapso de tiempo, porque comencé a vincularme con los distintos ambientes del arte y de la política”.

Ricardo y “China” Zorrilla.

“Sin embargo, ese ámbito apareció muy pronto, porque a los 14 años ya tenía la llave de la sede bahiense del Comité Radical, algo que visto en perspectiva hoy me parece imposible. En Buenos Aires empecé a trabajar fuertemente en la Academia Argentina de Letras, me vinculé con Ángel Jorge Battistessa, un verdadero prócer de aquella época”, exclamó Margo, con un cierto dejo de agradecimiento.

Abrazado a Graciela Borges.

No obstante, reveló: “Yo tenía un nexo con la biblioteca popular Amigos de la Poesía del barrio San Cristobal, donde pasaban personajes de la talla de (Ernesto) Sábato y a algunos de ellos, cuando me tocó estar en la función pública, los invité a Bahía Blanca para dar charlas. Después de cuatro años, que fueron muy intensos, regresé a la ciudad de la cual soy oriundo, allá por 1982, con la intención de seguir libre la carrera universitaria”.

Arriba: Hugo Arana, Darío Grandinetti, Juan Leyrado. Sentados: Miguel Ángel Solá y Guillermo Wullich.

“Luego me propuse ser martillero, que se rendía en Trenque Lauquen, pero vicisitudes de mi padre, que tenía un negocio de artículos para el hogar en la esquina de O’Higgins y Berutti y tuvo algunos problemas económicos, hicieron que me llegara uno de los mejores trabajos de mi vida. Entré en la Caja de Subsidios Familiares para empleados de comercio que ya no existe y fue absorbida por Anses”, dictaminó, haciendo gala de su prodigiosa memoria.

Sonriente, acompañado de Hugo Varela.

En tal sentido, esgrimió que “fui un privilegiado con ese empleo porque se ganaba muy bien y era de gestión público-privada, nos querían tanto los empleados como los empresarios porque reintegrábamos dinero. Era un sistema de caja compensadora muy bueno y que me permitía viajar a la zona. Ahí estuve seis años, un lugar que me posibilitaba seguir militando políticamente, siendo miembro de la mesa del Comité de la UCR”.

Recibiendo el afecto de Joaquín Sabina.

“Me llamó por teléfono Isabel Taramasco, por entonces secretaria de Cultura del municipio, y me dijo que habían pensado en mi ante la salida del director del Teatro Municipal. En lo económico fue el peor negocio que hice en mi vida. Mi sueldo y el de los otros 13 empleados en la Caja de Subsidios Familiares, que luego desapareció en el menemismo, era superior al del Intendente”, dijo al sintetizar la paradójica situación.

Con un sonriente Juan Carlos Cabirón y un joven con el pulgar arriba.

La decisión iba a marcar un rumbo en su devenir posterior: “Acepté, pidiendo licencia en este organismo, pero luego terminé renunciando porque me parecía inmoral ocupar un cargo y que me reserven el otro. Hoy no lo hubiese hecho, pero antes era más idealista, propuse que venga otra persona a ocupar mi lugar. En el Teatro Municipal estuve entre 1988 y 1991, período de (Juan Carlos) Cabirón”.

Margo al centro, de un lado Lito Vitale y del otro Juan Carlos Baglietto.

Consultado en relación a cuál es el aspecto que más lo enorgulleció de su gestión en esos inicios dentro del ámbito público, no vaciló en apuntar: “Si tuviera que rescatar lo más importante que logré durante mi paso por esa función, sin dudas que fue la reapertura de este mítico espacio. Si bien no estaba en el peor de sus momentos, funcionaba una vez cada diez días y desde que tomé las riendas logré que permanezca abierto prácticamente de lunes a lunes”.

Jugando a los naipes con Luis Brandoni.

“Junto con los empleados del teatro y gracias al apoyo político de Cabirón y luego de (Jaime) Linares logré generar un alto movimiento en el polo gastronómico que rodeaba al Teatro, no fue casualidad. Había un solo café sobre calle Alsina, los taxistas nos pedían la programación para definir qué cantidad de coches iban a quedar en la puerta”, sacó pecho Ricardo.

Demorando el inicio de un show de Luis Eduardo Aute, al que le encantaban los pasos de magia del entrevistado.

Su ascendente carrera le tenía deparado un nuevo desafío: “Después me convertí en subsecretario de Cultura y, si bien estaba satisfecho con el cargo que ostentaba, pero era un crecimiento y un desafío. Además, me lo pedía el jefe comunal, con el cual nos entendíamos muy bien, conocía su criterio frente a cada armado que se generaba. El apoyo de Linares fue fundamental, le di a mi gestión una impronta de puertas abiertas, dándole respuesta a todo el mundo”.

Con Jaime Linares, en un acto vinculado a la tradición.

“Algunos dirán que no fue así, pero quizás lo que presentaban no requería la atención, pero a nadie se lo dejó sin contestación. Tal vez no llegamos a cubrir el 100% de lo que nos solicitaban, pero tratamos de darle a todos. En mi gestión apareció la Comedia Municipal y el financiamiento no crece por mera voluntad o decisión del funcionario”, se excusó, ingresando en el segundo segmento de su testimonio.

Ricardo comparte la mesa con María Kodama.

Por su labor, conoció de cerca la evolución de uno de los máximos exponentes de la música en la actualidad: “Vi nacer a Abel Pintos, cuando nos encontramos nos saludamos muy amablemente. En ese entonces me unía una amistad con César Isella y Marcelo Balsells de Opus 4, quienes lo querían llevar a incursionar como cantante lírico a la ópera. Fui testigo de eso que se hablaba, cada vez que viajaba a Buenos Aires. Quien hoy es director del Museo de Bellas Artes Nacional era mi director del gabinete de Cultura, Andrés Duprat, otro joven talento que fui viendo crecer”.

Junto a un sonriente Mariano Mores.

“En 2003, junto a Ariel Biagetti, cuando nos vamos de la Municipalidad luego de compartir años en la gestión pública, veníamos conversando de que el café de los sábados que degustábamos con amigos se podría replicar en radio. No era ningún invento porque ya existían programas como Polémica en el Bar y La Mesa de los Galanes”, reflejó, en lo que tiene que ver con un rubro en el que supo desenvolverse con naturalidad.

Diálogo con Raúl Alfonsín.

Y explicó: “La idea fue de él, el periodista era Ariel yo ejercí esa profesión porque lo tenía al lado, sé que puedo ser un buen entrevistador porque me gusta conversar y charlar, logrando sacar algunas cosas de ciertas personas. Puedo conducir un programa, presentar o ser intermediario de los entrevistados, pero no tenía la formación académica que se requiere para ejercer esa profesión. Disfruté mi paso por los medios y aprendí mucho al estar del otro lado del mostrador”.

Acompañado del escritor y abogado Eduardo Giorlandini.

“A la función pública regreso cuando Gay en plena campaña electoral para 2015 me comentó que estaba hablando con una serie de personas y todos coincidían que debía ser yo el titular del área de Cultura. Lo pensé algunos días, me tomé algo de tiempo, aunque el primer nombre que él tiró sobre la futura conformación del gabinete fue el mío. Algo que me sorprendió, porque tenía que arreglar algunas cosas, pero es el estilo de Héctor (risas)”, clarificó Margo, trayendo al presente una anécdota de la propuesta.

“Pepe” Trelles y Ricardo Margo.

Los tiempos habían cambiado y debió acomodarse a los nuevos paradigmas: “Habían pasado 12 años de mi salida de la Municipalidad y me encontré con un panorama absolutamente distinto, ni mejor ni peor, porque la estructura se modificó, el trato a través del sindicato con los empleados era diferente, no abro juicio de valor. El criterio de manejo marcaba un crecimiento porque ya no éramos una subsecretaria”.

El abrazo al dibujante Carlos Garaycochea.

“No terminé del todo satisfecho porque me quedaron muchísimas cosas por hacer, proyectos que permanecen guardados en un cajón y que cada vez que voy a visitar a un funcionario veo el mueble y pienso que en su interior están todos esos sueños postergados. En mi primera etapa allá por finales del siglo pasado, el manejo era otra cosa, había cierta libre disponibilidad, pero también la situación económica era otra”, contó, en el epílogo de la conversación.

Elegantes, con Horacio Ferrer, en una de sus visitas a Bahía Blanca.

Sincero y frontal, sostuvo: “En este último tramo de mi paso por la gestión pública, el contexto desde el punto de vista macro era crítico y nos tocó convivir con estructuras que están muy anquilosadas. Un secretario de Cultura debería tener, en mi humilde opinión, más libertad. Yo no la tuve, pero no fue porque no me la dieran, sino que había un molde del que no se podía salir”.

Secundando al recordado Joaquín Lavado (Quino).

“Actualmente soy el presidente del Club Argentino, casi el sueño del pibe, un verdadero honor y una consideración muy alta que me tuvo un grupo de amigos. Llevo casi 20 años en la Comisión, pero es la primera vez que tengo la responsabilidad de dirigir las riendas de una institución que está en la manzana fundacional de la ciudad”, agregó.

Con César Isella y Gerardo López.

Y acotó: “Vengo de la actividad política donde en campaña se dicen cosas que después no se cumplen, pero no por el hecho de mentir, sino porque la realidad siempre te pega de frente y es una corriente de agua helada. El club es administrado por un grupo de socios, donde todos definimos su devenir y cada subcomisión toma sus decisiones, depositando una confianza mutua”.

Cálido abrazo con su amiga Virgina Lago.

“El edificio no está venido abajo, muy por el contrario, la institución no debe dinero y estamos encarando el famoso loteo frente a Harding Green. Ser presidente del club y miembro de la Academia Nacional del Tango hace que potencie la posibilidad de ser sede de la filial de este organismo. Estamos gestionando para recuperar el restaurante que cerró antes de la pandemia, a lo que se le suma la agenda de charlas y presentaciones para el uso de los salones”, reflejó, a sabiendas de lo logrado.

“Mi primer hijo se llama Leandro, fruto de mi primer matrimonio. Luego conocí a mi segunda esposa, con la cual nos convertimos en padres de Magdalena y Guillermina y actualmente vivo con mi tercera pareja”

En el epílogo, se le consultó qué le diría a un chico de la generación 2000: “A un joven de 20 años le advertiría que no siga ningún consejo porque la experiencia es intransferible y sé que de alguna manera eso hará que tome lo que crea mejor. Cuando se habla de la generación que se prepara para entrar en el mundo adulto se tiende a un cierto menosprecio, cuando en realidad tienen un nivel de intuición y razonamiento más grande que el de la mediana edad”.

El tema que le dedicó “pepe” trelles a Ricardo margo.

“Eso, luego se recupera en la vejez, son los dos extremos, porque el chico tiene otro compromiso, ni mejor ni peor, no lo digo para quedar bien. Mi mirada actual es diferente a la que pude haber tenido a los 40 años y será distinta a la que tenga dentro de 15 años. Los jóvenes procesan la realidad de una manera más práctica, en eso son mejores, es ahí donde encuentran la posibilidad de invertir en lo que vendrá, porque ellos son el futuro”, concluyó.

La manera que tuvo Ricardo Margo para prodigarse a este ida y vuelta denota sus ganas de que la grabación no llegue a su fin. Sobran los motivos para considerar que hubiese sido necesario otro capítulo, pero como se suele decir habitualmente “menos es más”. Y como muestra vale este artículo. Siempre es grato departir cuando del otro lado hay un interlocutor tan claro.

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