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El argentino que ganó las 24 Horas de Le Mans y el increíble vínculo con Maradona

A los 22 años, Nicolás Varrone dejó su nombre impreso en la edición del centenario de la carrera. Oriundo de Escobar, su familia atesora una reliquia.

Por estas horas, Nicolás Varrone está en boca de todos: el argentino fue uno de los grandes ganadores este fin de semana de la edición número 91 de las 24 Horas de Le Mans, al imponerse con el equipo Corvette Racing en la categoría GTE Am, tercera en importancia del automovilismo de resistencia mundial.

El nombre de Varrone quedó impreso nada menos que en el palmarés de la edición del siglo: la de 2023 celebró el centenario desde la realización de la primera competencia en el circuito de La Sarthe. Del mismo modo que Ferrari consiguió ganar en la máxima categoría de Le Mans después de 58 años, este chico de Escobar fue uno de los pilotos que quedó en la historia.

Este triunfo es parte de una temporada 2023 que viene con grandes éxitos: el trinomio de pilotos que integra con el neerlandés Nicky Catsburg y el estadounidense Ben Keating ya ganó las 24 Horas de Daytona, las 1.000 millas de Sebring y las 6 Horas de Portimao (Portugal), todas parte del campeonato mundial de Resistencia (WEC, su sigla en inglés).

Nicolás ya lleva varios años de un difícil camino en el automovilismo europeo, donde vive sin apoyo oficial y con los recursos que le aportó la familia y los que pudo ir consiguiendo por propia gestión. Viene de una cuna de fierreros, porque tanto su papá como su mamá han sido pilotos.

El chico de Ingeniero Maschwitz, que tiene tan sólo 22 años, heredó la pasión por los fierros sin darse cuenta, a partir de una vida rodeada de autos e historias increíbles ligadas a las cuatro ruedas.

La joya que guarda la familia de Nicolás Varrone

Es que su padre además de haber pisado el acelerador en los circuitos también es un experimentado coleccionista de autos, y a juzgar por su catálogo, más allá de ser amante de la velocidad, lo que siempre le interesaron fueron ejemplares que tuvieran algo para contar.

Así, por su garaje pasaron coches emblemáticos, como un Mercedes-Benz que supo conducir Juan Manuel Fangio, o el Cadillac que fue de Juan Domingo Perón. Pero hay uno que hoy puede pasar desapercibido por la calle y, sin embargo, tiene credenciales para postularse como el más especial de todos: en 2003, cuando su hijo Nicolás todavía ni había cumplido los dos años, compró un Fiat 128 color crema que fue ni más ni menos que el primer auto de Diego Armando Maradona.

Lejos todavía de las Ferrari negra, los Scania o tantas otras excentricidades al volante de épocas posteriores, el auto en cuestión ni siquiera era el tope de gama del modelo: se trata de la versión CL, con motor 1.3 de cuatro cilindros y 60 caballos asociado a una caja de cuatro velocidades, una menos que el CL5, el 128 más preciado por ese entonces.

Hoy el auto se en perfecto estado, pero no era su realidad cuando Varrone lo compró: casi como un barn find –los hallazgos de autos clásicos en galpones o graneros que son todo un suceso sobre todo en Estados Unidos y Europa–, al 128 que supo ser de Maradona hasta 1984 lo encontraron en un gallinero de un campo de Salto, provincia de Buenos Aires. Ni hablar de encenderlo: el motor, de hecho, estaba en el baúl.

“En silencio, porque si la noticia se filtraba iba a aumentar el precio, lo fuimos a buscar a Salto y lo trajimos a Palermo, donde teníamos el taller y ahí empezó todo un proceso de restauración hacia el original, que es esto”, contó a Clarín el restaurador Alejandro Pastorino, hombre de confianza de Varrone.

Un año y medio tardaron en ponerlo a punto y tuvieron que hacerlo prácticamente a nuevo, pero juntos llegaron a dejarlo tal cual como Diego lo usaba. Todo un proceso del cual un por entonces pequeño Nicolás fue testigo privilegiado, pero que seguramente cobró mayor sentido a medida que fue creciendo y el legado del Pelusa comenzó a tener mayor impacto en su vida no solo como argentino y fanático del fútbol, sino también de la mano de su pasión por Boca Juniors, otra herencia familiar.

“En su momento, mi papá restauraba autos clásicos en su taller, de todo tipo, y después los vendía. Un amigo de él, Coco Romero, le dijo que posiblemente estaba el primer auto 0km de Maradona en un gallinero cerca de Salto. Mi papá fue, buscó el número de chasis, los papeles y confirmó que era ese el auto. Es un Fiat 128, se lo quedó por nada de plata y todavía lo conserva todo restaurado”, apuntó el propio Nicolás en diálogo con TyC Sports.

Mientras todo eso sucedía, un joven Nicolás empezaba en paralelo a hacer sus primeras armas en el automovilismo: fue a los 8 años en el kartódromo de Zárate que dio sus primeras vueltas y no tardó en llamar la atención y perfilarse como una gran promesa. “Era un juego de los fines de semana, pero a medida que fui consiguiendo resultados todo cambió y se volvió más profesional”, narró Varrone sobre ese camino que hoy sigue transitando.

El resto es historia: aunque Diego –que estaba al tanto de la historia– nunca llegó a firmar el capó del auto como la familia Varrone quería, la venta terminó siendo un movimiento decisivo para que hoy Nicolás disfrute la vista desde lo más alto de Le Mans, con el deseo intacto de seguir haciendo historia y, por qué no, cumplir su sueño máximo y llegar a la Fórmula 1.

Fuente: LB24 / Clarín.

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