CAMBIO DE VIDA
La historia del preparador físico bahiense empleado por una familia multimillonaria de Beverly Hills
El profesional estuvo tres años en Bahía Basket. Un día decidió irse del país y probar suerte en los Estados Unidos.

Pablo Moyano es un bahiense de 33 años que lleva poco menos de un año radicado en California, en los Estados Unidos de Norteamérica. Como preparador físico, Moyano estuvo tres años cumpliendo labores en esta ciudad hasta que se decidió a probar suerte fuera del país. Hizo contacto con un experimentado colega radicado en EEUU país que le abrió las puertas a un nuevo mundo y, por ende, a otra vida. El profesional bahiense habló con La Brújula 24 desde Indian Wells, donde acompaña a la familia que le da trabajo en un período de vacaciones.
“Es de película. Tuve un poco de suerte. Trabajé tres años en Bahía Basket y ya tenía en mi cabeza la idea de irme. Me movía lo profesional porque en Argentina tenemos un techo y, lo económico, mucho más. Me vine para Florida en Boca Ratón, donde estuve unos cinco meses ayudándole a Franco Herrero, un profe y preparador físico, hice una pequeña pasantía en una academia de tenis muy grande de Boca Ratón. Había una familia de Beverly Hills, multimillonaria, dando vueltas que buscando un coach para su hijo. Franco había trabajado con esa familia, así que le ofrecieron empleo y justo en ese momento estaba con él. Era principios de junio de 2022 cuando me dijo ‘mirá Pablo, hay una gran oportunidad para vos ¿te interesa? Te van a pagar la visa, el salario…’ A la semana siguiente ya me estaban mandando los tickets de avión y la reserva de hotel. Estuve a prueba dos o tres semanas para ver cómo trabajaba y les gustó; me hicieron la visa de trabajo y tengo dos años y medio más para estar legal en el país”, explicó.
Moyano dijo que, desde diciembre del año pasado, está “en blanco”. Para reunir toda la documentación, requirió de -por ejemplo- de recomendaciones profesionales y personales. En ese sentido contó con el valioso aporte de Pepe Sánchez.
“Tengo 33 años, viví 32 años en Bahía, una ciudad muy conservadora. Los Ángeles es todo lo contrario; otro idioma, otra cultura, otra mentalidad. Acá hay mucha plata de verdad, algo que nunca vi en mi vida. El idioma me costó, pero ahora lo hablo bastante fluido y en eso me ayudó mucho mi hermana. El hijo de la familia que me empleó es como un príncipe y le dan todo; están al servicio del hijo. Tenés que estar atrás del más pequeño detalle que necesite el chico, que tiene cheff para todo lo que consume. Hay cosas que aún me sorprenden. Las nenas tienen un profe en la casa, no van a la escuela. Tienen 15 empleados (incluye empleadas domésticas, personal de mantenimiento de la casa, dos babie sisters para cada nena). Es como una empresa en una familia”, describió.
Cuando se le preguntó qué cosas añora a la distancia de Bahía, dijo que en Los Ángeles “no hay un sentido de pertenencia”. “Acá hay mucha gente de paso. En cambio el 80 por ciento de la gente de Bahía nace y vive en Bahía”, precisó.
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