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UN SANTUARIO EN GESELL

Cómo está hoy el lugar donde mataron a Fernando Báez Sosa

Este miércoles 18 de enero se cumplen tres años del salvaje ataque al joven de 18 años.

Noelia Decabo está de vacaciones en Villa Gesell. Vino desde Lanús con su hija de 5 años. Esta mañana salió a caminar con una ruta que ya tenía pensada: ir hacia la cuadra de la Avenida 3, entre las calles Buenos Aires y 102. Allí, hace tres años, la noche 18 de enero de 2020, ocurrió el crimen de Fernando Báez Sosa. Allí, un grupo de rugbiers le propinó una salvaje golpiza a la salida del boliche Le Brique. Allí, desde entonces, el árbol que se ubica a unos centímetros de donde sucedió el ataque se convirtió en una especie de altar en memoria del joven de 18 años. Hoy se realizó la última audiencia de debate en Dolores, donde están siendo juzgados ocho rugbiers. El Tribunal N° 1 pasó a un cuarto intermedio hasta la semana que viene, cuando tendrán desarrollo los alegatos de la fiscalía, la defensa y la querella.

Al pararse de frente al árbol, la turista se quedó unos minutos pensativa. Luego reflexionó como madre: “Uno trata de inculcarle valores desde chicos, decirles que uno sale a noche a divertirse, no a pelearse, menos por un vaso que se vuelque. Esta agresividad no tiene nombre, llegar a esto es inexplicable. Golpearlo como lo hicieron, con esa saña… Estoy con este caso como si me tocara a mí”, suelta mientras su voz se quebraba.

A unos metros, Marcela, que llegó desde Carlos Casares junto a su hermana, comparte su lamento: “Me da mucha tristeza esto, lo que han hecho fue terrible. Dios quiera que se haga justicia”.

En el árbol sobresale un cartel de madera con el nombre de Fernando y otro que está fijado al tronco y tiene una leyenda con letras de goma eva: “Justicia es perpetua”, dice. A su alrededor hay rosarios colgados, medallitas, velas, estampitas, imágenes de la Virgen repartidas por cada rincón.

Mateo, de 17 años, se acerca para dejar un ramo de rosas. “Nos llamó mucho la atención este tema, lo venimos siguiendo y queremos que se haga justicia, que cada uno pague por lo que hizo. Y creo que poniendo un granito de arena todos juntos, ya sea difundiendo, concientizando o enseñando a los hijos, podemos salir adelante”, dice el joven, que está acompañado de su mamá, Vanina. Ellos son oriundos de la ciudad santafesina de Venado Tuerto y es el segundo año que veranean en Villa Gesell. La mujer cuenta que eligieron especialmente esta fecha de vacaciones para poder estar en el aniversario. “Porque él (decía mientras señala con la cabeza a su hijo) quería venir. Le llegó mucho lo que pasó”, explica.

En la zona hay movimiento constante. Muchos pasan de largo, pero son varios los que se detienen unos minutos a mirar con atención los recuerdos en memoria de Fernando y se persignan. Lo mismo sucede con el boliche donde había comenzado la violenta noche.

El local bailable que otrora era uno de los más concurridos ahora luce abandonado. Las paredes negras perdieron color y están sucias. Hay grafitis y un pedido escrito con aerosol entre dos corazones: “Justicia x Fernando”. Las fotos impresas y pegadas con el rostro de la víctima fueron carcomidas, solo perduran unas pocas que se ubican en un costado que no da a la calle.

Además, en una de las paredes apareció un mensaje firmado por una mujer llamada Virginia Isabel Díaz. Está dirigido a los padres de Fernando, y alude a la “hipocresía” de la vida: “Me diste lo más amoroso y preciado que pudiste y ya no está”, se lee en el texto escrito con un fibrón negro.

Fuente: Infobae

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